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Hebreos 4:13 -“No existe cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. Más bien, todas están desnudas y expuestas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”
Dios es omnisciente, lo conoce todo: todo lo posible, todo lo real, todos los acontecimientos y todas las criaturas del pasado, presente y futuro. Conoce perfectamente todo detalle en la vida de todos los seres que están en el cielo, y en la tierra.
(Dan. 2:22). Él revela honduras y secretos, conoce lo que ocultan las tinieblas, y la luz le acompaña.
Nada escapa a su atención, nada puede serle escondido, no hay nada que pueda olvidar.
Bien podemos decir con el salmista: Salmos 139:1-5. Tú me escrutas, Yahvé, y me conoces;
- sabes cuándo me siento y me levanto, mi pensamiento percibes desde lejos;
- de camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas.
- Aún no llega la palabra a mi lengua, y tú, Yahvé, la conoces por entero;
- me rodeas por detrás y por delante, tienes puesta tu mano sobre mí.
¡Qué maravilloso es el Dios de la Escritura! Cada uno de sus gloriosos atributos debería de honrarle en nuestra estimación.
La comprensión de su omnisciencia debería de inclinarnos ante El en adoración. Con todo ¡Cuan poco meditamos en su perfección divina! ¿Es ello debido a que, aun el pensar en ella, nos llena de inquietud?
¡Cuán solemne es este hecho; nada puede ser escondido a Dios…
Ezequiel 11:5. El espíritu de Yahvé irrumpió en mí y me dijo: “Di: Así dice Yahvé: Eso es lo que habéis dicho, casa de Israel, conozco bien vuestra insolencia
Aunque sea invisible para nosotros, nosotros no lo somos para Él. Ni la oscuridad de la noche, ni la más espesa cortina, ni la más profunda prisión pueden esconder al pecador de los ojos de la Omnisciencia. Los arboles del huerto fueron incapaces de esconder a nuestros primeros padres.
Ningún ojo humano vio a Caín cuando asesinó a su hermano, pero su Creador fue testigo del crimen. Sara podía reír por su incredulidad oculta en su tienda, más YHWH la oyó́. Ajan robó un lingote de oro que escondió́ cuidadosamente bajo la tierra pero Dios lo sacó a la luz (Josué 7).
David se tomó́ mucho trabajo en esconder su iniquidad, pero el Elohim que todo lo ve no tardó en mandar uno de sus siervos a decirle: (2 Samuel 12). “Tú eres aquel hombre”.
Y a las tribus que quedaban al oriente del Jordán se les dice:
Números 32:23. Pero si no lo hacéis así, habréis pecado contra Yahvé, y sabed que vuestro pecado os saldrá al encuentro.
Si pudieran los hombres despojarían a la Deidad de su omnisciencia; ¡Qué prueba esta de que “la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Romanos 8:7).
Los hombres impíos odian esta perfección divina que, al mismo tiempo, se ven obligados a admitir.
Desearían que no existiera el Testigo de sus pecados, el Escudriñador de sus corazones, el Juez de sus acciones. Intentan quitar de sus pensamientos a un Dios tal: (Oseas 7:2). “Y no dicen en su corazón que tengo en la memoria toda su maldad”
¡Cuán solemne es el octavo versículo del Salmo 90! Todo aquel que lo rechaza tiene buenas razones para temblar ante el: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro.
Pero la omnisciencia de Dios es una verdad llena de consolación para el creyente. En la perplejidad, dice a Job: “Más el conoció́ mi camino” (Job 23:10). Esto puede ser profundamente misterioso para mí, completamente incomprensible para mis amigos pero, ¡el conoce nuestra condición; “se acuerda que somos polvo” (Salmos 103:14).
Cuando nos asalten la duda y la desconfianza acudamos a este mismo atributo, diciendo:
Salmos 139:23-24 – “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Ve si hay en mí camino de perversidad y guíame por el camino eterno”
El mundo en las manos de Dios
En el tiempo de triste fracaso, cuando nuestros actos han desmentido a nuestro corazón, nuestras obras repudiadas a nuestra devoción, y hemos oído la pregunta escrutadora que escuchó Pedro:
Juan 21:17 – “¿Me amas?”, hemos dicho como Pedro: “Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo”
Ahí́ hallamos estímulo para orar. No hay razón para temer que las peticiones de los justos no sean oídas, ni que sus lágrimas y suspiros escapen a la atención de Dios, ya que él conoce los pensamientos e intenciones del corazón.
No hay peligro de que nada sea pasado por alto en la multitud de aquellos que cada día y cada hora presentan sus peticiones, porque la Mente infinita es capaz de prestar la misma atención a millones, que a uno solo de los que buscan su atención. Asimismo la falta de un lenguaje apropiado y la incapacidad de dar expresión al más profundo de los anhelos de nuestro interior no comprometerá́ nuestras oraciones, porque.
Isaías 65:24 – “Y sucederá́ que antes que llamen, yo responderé́; y mientras estén hablando, yo les escucharé”
Salmos 147:5 – “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; su entendimiento es infinito”
Dios, no solamente conoce todo lo que sucedió́ en el pasado en cualquier parte de sus vastos dominios, y todo lo que ahora acontece en el universo entero, sino que, además, El sabe todos los hechos, desde el más insignificante hasta el más grande, que tendrán lugar en el porvenir.
El conocimiento del futuro por parte de Dios es tan completo como completo es su conocimiento del pasado y el presente; y esto es así́ porque el futuro depende enteramente de él. Si algo pudiera en alguna manera ocurrir sin la directa agencia o el permiso de Dios, ello sería independiente de él, y Dios dejaría, por tanto, de ser Supremo.
El conocimiento Divino del futuro no es una simple idealización, sino algo inseparablemente relacionado con su propósito y acompañado del mismo.
Dios mismo ha designado todo lo que ha de ser, y lo que él ha designado debe necesariamente efectuarse. Como Su Palabra infalible afirma:
Daniel 4:35 -“Él hace según su voluntad con el ejercito del cielo y con los habitantes de la tierra. No hay quien detenga su mano ni quien le diga: ¿Qué haces?”
Proverbios 19:21. El hombre hace muchos proyectos, pero sólo se cumple el plan de Yahvé.
El cumplimiento de todo lo que Dios ha propuesto está absolutamente garantizado, ya que Su sabiduría y poder son infinitos. Que los consejos Divinos dejen de ejecutarse es una imposibilidad
En lo relativo al futuro, nada hay incierto en cuanto a la realización de los consejos de Dios. Ninguno de sus decretos, tanto los referentes a criaturas como a causas secundarias, es dejado a la casualidad. No hay ningún suceso futuro que sea solo una simple posibilidad, es decir, algo que pueda acontecer o no:
Todo lo que Dios ha decretado es inexorablemente cierto.
Santiago 1:17 – “Porque en él no hay mudanza ni sombra de variación”
Por tanto, en el principio de aquel libro que nos descubre tanto del futuro, se nos habla de “cosas que deben suceder pronto” (Apoc. 1:1).
El perfecto conocimiento por Dios de todas las cosas es ejemplificado e ilustrado en todas las profecías registradas en su Palabra.
En el A.T., se encuentran docenas de predicciones relativas a la historia de la nación de Israel que fueron cumplidas hasta en los más pequeños detalles siglos después de que fueran hechas. Ahí́, también, se hayan docenas prediciendo la vida del Mashiaj en la tierra, y estas también fueron cumplidas literal y perfectamente. Tales profecías solo podían ser dadas por Uno que conocía el final desde el principio, y cuyo conocimiento descansaba sobre la certeza absoluta de la realización de todo lo preanunciado.
De la misma manera, tanto el Antiguo como el N.T., contienen muchos anuncios todavía futuros, los cuales deben cumplirse porque fueron dados por Aquel que los decretó. Pero debe señalarse que ni la omnisciencia de Dios ni su conocimiento del futuro, considerados en sí mismos, son la causa. Jamás, sucedió́ o sucederá́, algo simplemente porque Dios lo sabía. La causa de todas las cosas es la voluntad de Dios.
El hombre que realmente cree en las Escrituras sabe de antemano que las estaciones continuarán sucediéndose con segura regularidad hasta el final de la tierra:
Génesis 8:22 – Mientras exista la tierra, no cesaran la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche.”
Pero su conocimiento no es la causa de esta sucesión.
Así́, el conocimiento de Dios no proviene del hecho de que las cosas son o serán, sino de que él las ha ordenado de ese modo. Dios conocida y predijo la crucifixión de su Hijo mucho siglos antes, y esto era así́ porque, en el propósito Divino, El predijo a su Mashiaj que llegaría a ser el Cordero inmolado. Isaías capítulo 53, de ahí́ que leamos que fue “entregado por determinado consejo y providencia de Dios” (Hech. 2:23). A éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de unos impíos;
¡Cuán ilimitadamente superior al más sabio de los hombres es el Eterno!
Ninguno de nosotros conoce lo que el día de mañana nos traerá́; pero el futuro entero está abierto a su mirada omnisciente. El conocimiento infinito de Dios debería llenarnos de Santo temor. Nada de lo que hacemos, decimos, o incluso pensamos, escapa a la percepción de Aquel a quien tenemos que dar cuenta:
Proverbios 15:3. En todo lugar los ojos de Yahvé observan a malos y buenos.
¡Que freno significaría esto para nosotros si meditáramos más a menudo sobre ello!
En lugar de actuar indiferentemente, diríamos, con Agar:
Tú eres un Dios que me ve (Gen. 16:13) Dio Agar a Yahvé, que le había hablado, el nombre de “Tú eres El Roí”, pues dijo: “¿Si será que he llegado a ver aquí las espaldas de aquel que me ve?”.
La comprensión del infinito conocimiento de Dios debe llenar al creyente de adoración y decir: Mi vida entera ha permanecido abierta a su mirada desde el principio.
El previo todas mis cuidas, mis pecados, mis reincidencias; sin embargo, así́ y todo, fijó su corazón en mí. La comprensión de este hecho, ¡cómo debe postrarme en admiración y adoración delante de Él!