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Muchas iglesias predican respecto a la suerte de los impíos que estos serán arrojados a un lugar apartado del amor de Dios llamado infierno donde sufrirán con un fuego que los abrasará sin descanso por toda la eternidad. Para quienes predican sobre este tema, frases como “fuego eterno” o “fuego que no se apaga”, entre otras, son las razones por las cuales enseñan (y muchas veces desde el púlpito) esta doctrina a la feligresía.
¿Es correcta la interpretación popular del infierno como tormento eterno? Después de todo, las frases que se utilizan para enseñar acerca de él parecen bastante claras, ¿o existe la posibilidad de que la Biblia, a pesar de todo, enseñe algo completamente diferente?
El siguiente artículo, tal vez básico para algunos, busca explicar el tema respondiendo a las preguntas que en más de una ocasión han sido formuladas por gente cristiana ¿Cómo un Dios de amor puede castigar infinitamente a una persona cuyas transgresiones son finitas? ¿Cómo Dios les dará vida a personas con el único fin de hacerlas sufrir vez tras vez por los siglos de los siglos?
Estos cuestionamientos han hecho que muchos eruditos de diversas denominaciones reexaminen su posición acerca de la enseñanza Bíblica del infierno.
Invitamos al lector a dejar de lado todo preconcepto acerca del tema para que el artículo sea realmente provechoso.
Existen paralelismos en los evangelios donde algunas declaraciones resultan sinónimas. Por ejemplo, en Lucas 11:20, Cristo declara expulsar demonios por el “dedo de Dios”, y en Mateo 12:28, relatando este mismo episodio, afirma sacar a los demonios por el “Espíritu Santo”. Esto quiere decir que cuando se habla del dedo de Dios, los apóstoles sabían que es una forma de referirse también al Espíritu Santo. Así también se halla en forma paralela el término “fuego eterno” (Mateo 18:8) con el “fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9:43, 48), por lo que sabemos que para los apóstoles, dichas frases, se refieren a lo mismo.
Observaciones del primer texto paralelo (Mateo 18:8)
Si alguien nos dijera que existe un “fuego eterno”, entenderíamos que existe un fuego que arde para siempre. Así de sencillo. Pero en tiempos Bíblicos, las personas habrían comprendido algo totalmente distinto. Veamos porqué.
Partiendo por lo básico: La palabra “eterno” en la Biblia. Términos tales como “eterno”, “para siempre” o “eternamente”, en la Biblia, son la traducción del vocablo hebreo Olam, y también el de su equivalente en griego aion o aionos, los cuales, en su sentido original, no siempre se utilizan para denotar eternidad, pues también tienen un uso coloquial muy común en la Escritura donde significan un periodo de tiempo largo [1].
De los muchos casos que podemos citar está Exodo 21:6 donde dice que los siervos que consientan vivir con sus amos aún después del tiempo prescrito de su servicio “su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre”. No podemos decir que será su siervo por toda la eternidad, está claro que solo lo será mientras viva.
A los israelitas, antes de escapar de las paganas tierras de Egipto, se les da instrucciones para celebrar la fiesta de la Pascua, la cual debía ser guardada para siempre (Exodo 12:24), se ordena el sacerdocio levita para siempre (Deuteronomio 18:5). En Isaías 42:14, la RVR del 60 traduce el pasaje como “por el siglo (olam) he callado”. Si entendiéramos que “olam” siempre da la idea de eternidad, deberíamos traducir como “para siempre he callado”. Sin embargo, el mismo texto deja claro que ese silencio solo sería por un tiempo limitado. Aquí (al igual que en muchos otros pasajes) la palabra Olam “se usa en forma hiperbólica con el concepto de «durante mucho tiempo»” [2].
Es decir, en ciertas ocasiones, la palabra Olam no solo se usa para indicar eternidad, sino también se suele utilizar para enfatizar hiperbólicamente un lapso de tiempo que de por sí durará un periodo largo de tiempo.
Podemos ver que esto es exactamente lo que sucede con el “fuego eterno”. Sabemos que los tremendos pecados que practicaban los habitantes de Sodoma y Gomorra fueron suficientes para que Dios decidiera hacer llover sobre aquellas impenitentes ciudades fuego y azufre, destruyéndolas junto con ” toda aquella llanura, con todos los moradores… y el fruto de la tierra” (Génesis 19:24-25). Estas ciudades “fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 7). Indiscutiblemente el apóstol Judas se refiere aquí al fuego que Yahweh Dios hizo descender del cielo y no al juicio venidero, pues de este, El Mashiaj (Cristo) dijo que sería en el futuro (Mateo 10:15). Este fuego que consumía aquellas ciudades (junto con lo demás que quemó), y al que Judas llama “eterno”, podemos apreciar que ya se apagó, y todo se redujo “a cenizas” (2Pedro 2:6).
El fruto de la tierra que fue quemado con fuego eterno ¿está aún ardiendo sin consumirse? Claro que no.
La llanura que fue incendiada con fuego eterno ¿Está aún con un fuego que no se apaga? Claro que no.
Este fuego “eterno” que pulverizó las ciudades anteriormente citadas, según el apóstol Pedro, sirve de ejemplo para “los que habían de vivir impíamente”(2P 2:7), y en este “ejemplo” el fuego eterno castigó para luego extinguirlo todo. Nótese el vocabulario de la escena que sirve como ejemplo y la del castigo propiamente tal:
“Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno.” Génesis 19:28
“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Yahweh de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama... Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Yahweh de los ejércitos.” Malaquías 4:1,3
Tanto en el ejemplo como en el castigo final está implicada la destrucción total del pecador, ya que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron convertidas en cenizas (2Pedro 2:6), y se nos dice que también serán cenizas los impíos en el castigo final (Malaquías 4:3).
El Lic. Dawlin A. Ureña, quien es Pastor, y miembro de la Asociación Científica CRS – Creation Research Society, en uno de sus artículos comenta lo siguiente:
“Si el castigo del malvado es temporal, entonces ha de venir un día cuando Dios dejará de existir, ya que la misma palabra [Olam] es usada para la eternidad de Dios y la eternidad del sitio de castigo del que estamos hablando”
Muchas personas por no haber hecho un estudio más profundo acerca del infierno, han llegado a conclusiones como la citada. Esperamos mediante el presente estudio poder llegar a ellas y presentarles la realidad de este asunto tan importante para la fe de los fieles que pertenecen a Yahoshua (Jesucristo) y de los adoradores de Yahweh.
La palabra Olam efectivamente significa eternidad. Sin embargo, al igual que en nuestro idioma, se usan frases como “para siempre” “eternamente”, etc, no para expresar eternidad, sino para (como ya se dijo) enfatizar un periodo largo de tiempo. La eternidad de Dios no puede ser puesta en duda, pues no existe texto con el que podamos deducir que dicha eternidad es algo temporal (no existe texto que lo niegue). Incluso la Biblia lo ratifica diciendo que Dios es “El único que posee inmortalidad” (1Ti 1:17), y obviamente una persona inmortal vive para siempre. Aquí la palabra “eterno” simplemente significa “eterno”. Por el contrario, no podemos decir que, por ejemplo, un “fuego eterno” será efectivamente “eterno” cuando tenemos evidencias de que tal fuego ya se apagó (Judas 7), quedando claro entonces que la palabra “eterno” en este caso es usada solamente como una hipérbole, tal y como sucede con otros textos que citamos como ejemplos anteriormente, y como sucede también en muchos otros pasajes de las Escrituras.
Observaciones del segundo texto paralelo (Marcos 9:43,48)
Debe decirse, primeramente, que existen fragmentos en Marcos 9:43-48 que deben omitirse, pues los versos 44 & 46 no están en los mejores manuscritos. De este hecho la Biblia de Jerusalén en una nota de pie de página dice: “Los vv. 44 y 46 (Vulg.), simples repeticiones del v. 48, se deben omitir con los mejores mss. [manuscritos]”. La RVR del 2000 también tiene en el pie de página: “Los versículos 44 y 46 han sido omitidos aquí, porque no se hallan en los mejores manuscritos. Además, lo que dicen esos dos versículos está en el versículo 48”.
Un último detalle a considerar es que, por las mismas razones previamente manifestadas, no debemos tomar la última cláusula del verso 45 “al fuego que no puede ser apagado”.
Ahora bien, en Marcos 9:43,48 (y también en Mateo 3:12 & Lucas 3:17), se usa en la frase que indica la temporalidad del fuego la palabra ἄσβεστος (asbestos) y quiere decir “inextinguible”, donde “ ἄ ” se usa como una partícula negativa, que en nuestro idioma equivale, en ciertas ocasiones, a “in” (o a cualquier otra partícula que tenga por papel mostrar negación) como insatisfecho (no satisfecho) y “ σβεστος ” que es un aparente derivado de la palabra “ σβέννυμι ” que quiere decir “apagar”. Esta palabra (asbestos) da la idea de algo que no se apaga, y en este caso se aplica a la palabra anterior “fuego”. De ahí que algunas Biblias traduzcan “con fuego que nunca se apagará” (RVR), “con un fuego que no se apaga” (Biblia Jerusalén), “en un fuego que no se apaga” (Nueva Biblia de los hispanos), “en fuego inextinguible” (Nácar Colunga).
Este fuego es uno que no podrá ser apagado en el sentido de que ningún esfuerzo humano será capaz de extinguirlo hasta que su divino propósito se haya cumplido. Esta conclusión está respaldada por al menos dos razones:
- El texto de Marcos 9:43, como ya dijimos, se haya en forma paralela con Mateo 18:8. Es decir, la frase “fuego eterno” y “fuego inextinguible” se refieren a lo mismo. Con el primer término claramente definido notamos que el sentido del pasaje no puede ser otro que el ya expuesto.
- En la Biblia podemos encontrar sentencias a base de un fuego que no se apaga. Dios, en manos de Nabucodonosor (Jeremías 21:10), antiguamente destruyó las puertas de Jerusalén y sus palacios con fuego del que dijo “y no se apagará” (Jeremías 17:27) y no significó, obviamente, que ese fuego ardería para siempre. (Véase también Isa 34:10 donde encontramos la frase “no se apagará ni de noche ni de día” refiriéndose a la tierra de Edom).
Todo lo dicho anteriormente podemos corroborarlo al analizar el texto de Apocalipsis 14:11 donde se dice de los que adoran a la imagen de la bestia: “y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos (en griego “eis aionas aionon”) y no tienen reposo de día ni de noche…”.
Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Esta imagen podemos entenderla teniendo en cuenta que el libro de Apocalipsis contiene varias citas relativas al Tanaj (antiguo testamento). Según el erudito Jacques B. Doukhan este libro “contiene más de dos mil alusiones a las Escrituras hebreas, incluyendo cuatrocientas referencias explícitas y noventa citas literales del Pentateuco y los Profetas” [3]. Isaías describe el destino de Edom en un lenguaje muy similar al de Apoc 14:11 diciendo: “Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente. No se apagará de noche ni de día, perpetuamente (Olam) subirá su humo” (Isaías 34:9-10). Aquí, al igual que en Apoc 14:11, tenemos azufre, un humo que sube para siempre, día y noche ¿y significó que Edom sería quemada para siempre? Por supuesto que no, pues el texto señala prontamente que “se adueñarán de ella (de la tierra de Edom) el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarán en ella” (versos 11,13-15). Es decir, la tierra luego es convertida en morada para animales salvajes. Además, en este mismo pasaje de Isaías, nos encontramos otra vez con la expresión “no se apagará”, pero resulta evidente que el término no posee un sentido de continuidad eterna. La frase solo indica que el castigo “no se apaga” hasta que el objetivo de la sentencia es destruido. Es claro también que la expresión “perpetuamente subirá su humo” del mismo texto de Isaías tampoco tiene la idea de un proceso de tortura sin fin (pues no vemos un humo subiendo desde donde se encontraba Edom), sino que es un símbolo para expresar el resultado de la consumación. Esto nos da razones para sostener que esta misma imagen del humo en el texto de Isaías tiene el mismo significado en el texto de Apoc 14:11, pues ya hay un ejemplo claro de su uso que no da pie a la idea de un castigo sin fin.
John Stott comenta lo siguiente: “El fuego en sí es calificado como ‘eterno’ y ‘que no se apaga’, pero sería muy raro si lo que es arrojado en él resultara indestructible. Nuestra expectativa sería precisamente lo opuesto: que sería consumido para siempre, no atormentado para siempre. De ahí que es el humo (evidencia de que el fuego ha hecho su obra) lo que ‘sube para siempre jamás’ (Apocalipsis 14:11; ver cap. 19:3)” [4]
En efecto, Salmos 37:20 dice que “los impíos perecerán…Serán consumidos; se disiparán como el humo”. Según este texto, que el impío se “disipe como humo” se debe al hecho de que fue consumido previamente. Es decir, el “humo” no es un símbolo de tortura sino de algo que fue consumido. Por tanto, la frase de “el humo de su tormento subiendo para siempre” (es decir, el humo resultante del tormento que sube para siempre) es un símbolo para mostrar que los impíos fueron consumidos para siempre.
El uso que Juan hace del fuego y el humo da aún más legitimidad a la idea que expresamos. La ciudad es “quemada en fuego” (Apoc 18:8) y “el humo de ella sube por los siglos de los siglos” (Apoc 19:3). Obviamente que esto no significa que Babilonia sería quemada para siempre porque a través de la imagen de reyes y mercaderes se expresa la lamentación por el “tormento” que observan (Apoc 18:16-18) y se agrega que la ciudad “nunca más será hallada” (Apoc 18:21). Evidentemente que el humo del tormento de Babilonia “que sube por los siglos de los siglos” representa la consumación total ya debidamente explicada, pues la ciudad “no se hallará más” (Apoc 14:21).
Además, la similitud del destino final de los impíos malvados apóstatas y el de Babilonia, donde ambos se caracterizan por ser atormentados por el fuego cuyo humo “sube por los siglos de los siglos” (Apoc 14:10-11 cf 18:8; 19:3) nos dan razones para concluir que el destino de Babilonia es también el destino de los que han participado de sus pecados.
No tienen reposo de día ni de noche. Esta frase es regularmente atribuida a la tortura eterna del pecador. La frase, sin embargo, denota la continuidad y no la duración eterna de la acción. Harold Guillebaud correctamente explica que la frase “sin duda dice que no habrá descanso o interrupción en el sufrimiento de los seguidores de la bestia, mientras este continúe, pero en sí no dice que continuará para siempre” [5]. Apoyo para esta conclusión es proporcionado por el uso de la frase “día y noche” en Isaías 34:10, donde, como hemos visto, el fuego de Edom no se apaga “día y noche” y “su humo subirá por siempre” (Is 34:10). Las imágenes son diseñadas para transmitir que el fuego de Edom continuará hasta que se halla consumido todo lo que había, y luego desaparecería. El resultado sería la destrucción permanente, no fuego eterno. “De generación en generación será asolada” (Is 34:10).
El ya citado Stott mencionó un hecho importante al cual debemos prestar atención. Sería raro si lo que es echado en el fuego resultara ser indestructible, pues nosotros no poseemos esa condición. El impío debería poseer vida eterna para que continúe ardiendo para siempre, pero solo los seguidores del Mashiaj (Cristo) tendrán esta condición de vivir por la eternidad:
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” 1Juan 5:11-12
Los pecadores “no tienen al Hijo” y por tanto, no poseerán una vida eterna. Esto a todas luces indica que un tormento eterno es incompatible con la clara enseñanza de la Escritura.
Literatura intertestamentaria
En el periodo entre el Antiguo y Nuevo Testamento fueron escritos algunos libros que traen referencias al tormento eterno del pecador, y son muchos quienes recurren a citar estas fuentes con el propósito de ratificar que los hebreos creían en un castigo sin fin.
Los documentos intertestamentarios, sin embargo, están lejos de ser unánimes en este asunto. Por ejemplo, los oráculos sibilinos describen como Dios llevará a cabo la destrucción total de los impíos “El quemará la tierra entera, y consumirá completa la raza de los hombres… y serán polvo de hollín” (Sib. Or. 4:76).
Un grupo de judíos sectarios llamados esenios son descritos por Flavio Josefo como quienes creen en el tormento eterno. Pero existen documentos (los rollos del mar muerto) que sugieren discrepancias de este grupo sobre el asunto.
Un importante rollo del mar muerto, el documento de damasco, dice que con el castigo de Dios, de los pecadores “no quedan restos de ellos o de sobrevivientes” (CD 2, 6, 7). Ellos serán “como si no hubiesen sido” (CD 2, 20). La misma idea se encuentra en otro rollo, el manual de la disciplina, que habla del “exterminio” de los hombres de Belial (Satanás) por medio del fuego eterno” (1QS 2, 4-8) [6]. Este último documento describe de forma aparentemente contradictoria el destino del impío que sigue “el espíritu de perversidad” en vez de “el Espíritu de verdad” como un castigo interminable que finaliza con la extinción total diciendo “y en cuanto a la visitación de todos lo que caminan en este [espíritu de perversidad] consiste de una abundancia de golpes administrados por todos los ángeles de la destrucción en la fosa eterna por la ira furiosa del Dios de la venganza, de temor interminable y vergüenza sin fin, y de la desgracia de la destrucción por el fuego de la región de las tinieblas. Y todo su tiempo por todas las edades están en la más triste mortificación y en la más amarga desgracia, en las calamidades de las tinieblas hasta que son destruidos sin que ninguno de ellos sobreviva o escape” (1QS 4. 11-14).
Nótese la preposición “hasta” que hemos resaltado. El texto indica que el “temor interminable” y la “vergüenza sin fin” junto con todas las penurias solo duran hasta que los impíos son destruidos sin que queden sobrevivientes. Este hecho demuestra que en los tiempos Bíblicos, la gente utilizaba términos tales como “interminable”, “sin fin”, “eterno” de un modo distinto al de nosotros. Es decir, si ellos se referían a un tormento sin fin, no tenían en mente un castigo que perpetúa por la eternidad, sino a uno que no termina hasta que la persona es destruida.
La misma idea se encuentra en las frases Bíblicas “fuego que no se apaga” y “fuego eterno”. La primera, como ya se ha demostrado, contiene la expresión “no se apaga” que no es para definir la continuidad sin fin del fuego, sino que simplemente quiere decir que el castigo “no se apaga” hasta que el objetivo de la sentencia es destruido, mientras que la segunda frase, como también ya se ha comprobado, indica que el fuego es “eterno” solo hasta que consume todo lo que quema, luego se apaga.
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga
“Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” Marcos 9:47-48
Para la palabra infierno resaltada, en el lenguaje original, se usó la palabra gehenna (usada 12 veces en el Nuevo Testamento Mat 5:22 ; 5:29 ; 5:30 ; 10:28 ; 18:9 ; 23:15; 23:33 ; Mar 9:43 ; 9:45 ; 9:47 ; Luc 12:5 ; Stg 3:6). Los eruditos concuerdan por unanimidad que gehenna es un término para referirse a un valle ubicado antiguamente al sur de Jerusalén llamado “valle de hinóm”. El diccionario bíblico de James Strong dice respecto a gehenna: “de origen hebreo [גַּיְא y הִנֹּם]; valle del (hijo de) Hinón; gehena (o Ge-hinón), valle de Jerusalén, usado (figurativamente) como nombre del lugar (o estado) de castigo eterno:- infierno.”
Este valle, también llamado “valle de Tofet”, era usado como basurero. Aquí se echaban los cuerpos difuntos de los delincuentes, de animales y de personas sin familia. Hubo en algunos periodos de la historia israelita una gran apostasía que convirtió este lugar en un valle donde se cometieron actos sacrílegos en honor a deidades paganas, como en el tiempo del rey Acaz (2Crónicas 28:3 cf. 2Reyes 16:3) y de Manasés (2Crónicas 33:1,6 cf Jeremías 32:35), pero años después, el Rey Josías puso fin a estas herejías (2Reyes 23:10). Flavio Josefo nos informa que en el mismo valle se amontonaban los cadáveres de los judíos después del año 70 D.C [7]
Debido a los constantes pecados de parte de Israel, Dios profetizó que el valle de Hinóm se convertiría en un “valle de matanza” como destino para los israelitas impenitentes (Jeremías 7:32-33; 19:6). Esto contribuyó, sin duda, a que posteriormente el valle se transformara en un símbolo para describir metafóricamente el destino final de los impíos. Un ejemplo de ello lo encontramos en Isaías 30:33 donde Dios usa la imagen del valle de Hinóm para retratar el cruento final de Asiria, y El Mashiaj (Cristo) hace lo mismo en el Nuevo Testamento cuando usa la palabra gehenna.
Ahora observemos que luego de hablar del gehenna, en Marcos 9:48, encontramos inmediatamente la palabra “donde…”indicando que en ese lugar (figuradamente el valle de hinóm) hay “gusano [8] y fuego”. Es imposible que un gusano viva en presencia del fuego. Estamos, pues, ante una metáfora. Cristo la citó de Isaías 66:24. Por el uso que Jesús hizo de la cita al ligar el gehenna (valle de Hinóm) con el “fuego” y el “gusano” notamos que la metáfora de Isaías está basada en lo que implica el valle de Hinóm (hecho conocido por los eruditos que creen en la eternidad del infierno). Como en muchos basurales, se prendía fuego para consumir su contenido, y lo que el fuego no consumía, terminaba siendo comido por los gusanos. De allí que la cita de Isaías hable de “gusanos” en el contexto de “cadáveres” (no de almas), pues, es una figura poética común la de gusanos comiendo cadáveres como medio para la descomposición y para la asociación con muertos (Job 17:14; Isa 14:11; Hch 12:23).
El gusano en condiciones normales moriría por el fuego, y por eso se le describe como uno “que no muere”. Esto es para crear una imagen cruda del humillante destino del malvado donde le veríamos siendo quemado a fuego y comido por gusanos en un lugar donde se hecha la basura y los cadáveres de animales.
El fuego no se apagará repentinamente dejando algún cadáver a medio consumir, pues se nos dice que el fuego “no se apagará”. Es decir, el vocabulario empleado describe, no una consumación parcial como podríamos apreciar en muchos basurales donde animales son hallados a medio quemar debido a que el fuego se apagó, sino a una consumación total.
El hecho de que en la cita de Isaías se diga que los salvos: “saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí…”, indica que estos observarán la pena capital promulgada a los impíos, que será, como vimos, una que no es eterna.
Cristo usó muchas metáforas. Una que es similar a la que vemos dice “donde ladrón no llega, ni polilla destruye” (Lucas 12:33).
Daniel 12:2 “Vergüenza y confusión perpetua”
Muy frecuentemente es usado este texto para corroborar el sufrimiento eterno del pecador. Quienes ven esto en el pasaje sostienen lo mismo que Peterson cuando afirma: “Daniel nos enseña que mientras los justos serán resucitados a la vida sin fin, los impíos serán resucitados a la desgracia sin fin (Daniel 12:2)”[9].
El término traducido como “confusión” viene de la palabra hebrea deraón que tiene el sentido de aborrecimiento ¿pero a qué se debe esté aborrecimiento? En el mismo contexto acerca del destino final de los malvados, en Isaías 66:24, encontramos de forma más detallada lo que será este “deraón”, donde se nos dice que los cadáveres de los impíos serán “abominables a todo hombre”. Para la palabra “abominables” se usa el mismo término deraón. “Aquí [Daniel 12:2] y en Isaías 66:24 es la descomposición de los malvados” [10]. Esto significa que el “deraón” (aborrecimiento) es causado por la repugnancia de la descomposición de sus cuerpos, y no por el sufrimiento sin fin de los perdidos. Es un “aborrecimiento eterno” lo que recibirán los impíos por parte de los adoradores de Dios, y antes de eso habrán recibido “vergüenza” al ser resucitados en la tierra sólo para contemplar su eventual ruina en contraposición a la dicha de los santos salvos.
También podríamos decir que este aborrecimiento se debe a que los santos, una vez lograda la victoria, aborrecerán el pecado y todo lo que este haya contaminado. Dicho aborrecimiento garantizará que el problema del pecado no vuelva a emerger. Esto no implica, obviamente, un sufrimiento sin fin, sino un repruebo a todo lo pecaminoso que durará para siempre.
Castigo eterno Mateo 25:46
A menudo esta declaración de Cristo que dice que los impíos “irán al castigo eterno, y los justo a la vida eterna” es citada como una prueba del sufrimiento eterno. Quienes sostienen esta manera de ver el texto interpretan que castigo eterno es igual a castigando eternamente. Sin embargo, la Biblia no refleja el pensamiento de algunas de las confesiones religiosas de la cristiandad respecto a su visión de una tortura sin fin, y menos en este pasaje de la Escritura.
Atkinson, muy inteligentemente afirma que “cuando el adjetivo aionos significa ‘para siempre’, es usado en el griego con palabras de acción que hacen referencia al resultado de la acción, no al proceso. Así, la frase ‘castigo eterno’ es comparable a ‘redención eterna’ y ‘salvación eterna’, ambas frases de la Biblia. Nadie supone que estaremos siendo redimidos para siempre, o que estaremos siendo salvados para siempre, pues fuimos redimidos y salvados de una vez por todas por el sacrificio del Mashiaj (Cristo) con resultados eternos. Del mismo modo, los perdidos no estarán pasando a través de un proceso de castigo para siempre, sino que serán castigados una vez por todas con resultados eternos. Por otro lado, la palabra ‘vida’ no es una palabra de acción, sino una palabra que expresa un estado. Así, la propia vida es eterna.”[11]
El castigo eterno, entonces, viene a ser el resultado de una acción (en este caso sería el resultado del fuego eterno -Mt 25:41,46-). En el libro de Apocalipsis, al lago de fuego donde serán arrojados los malvados, se le llama “la muerte segunda” (Apoc 20:14; 21:8), y esto es porque el resultado del fuego que destruye a los pecadores trae como consecuencia, al final de su proceso, la muerte. Así, deducimos que el “castigo eterno” se refiere a una “muerte eterna” como castigo que durará para siempre.
Todo lo expuesto está acorde al destino final del impío que “no será más” (Salmos 37:10) al igual que Satanás del que se dice “para siempre dejarás de ser” (Ez 28:19), ambos serán consumidos no quedando de ellos “raíz ni rama” (Mal 4:1,3; Sal 21:9; 37:20; Ez 28:18). Hay armonía con la justicia de Dios quien “pagará a cada uno según sea su obra” (Ap. 22:12). El salmista tenía en mente está clara justicia divina cuando dice “Dales conforme a su obra, y conforme a la perversidad de sus hechos; Dales su merecido conforme a la obra de sus manos” (Salmos 28:4).
Meditación final
El salmista escribió “Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Yahweh me sustentaba” Salmos 3:5. La vida del hombre es sustentada solo por la voluntad del Creador. Muchos podrán aplicar argumentos a modo de decoraciones recurriendo a la “lógica” y a una sofisticada retórica para solventar el supuesto castigo eternal del pecador, pero sólo serán argucias casuísticas que de ninguna manera justificarán el hecho de que Dios sustente la vida de billones de personas con el único propósito de que eternamente sufran penas indecibles a fuego. Este hecho es incompatible con la naturaleza justa de Dios del que se dice “no hay injusticia” (Salmos 92:15; Romanos 9:14) “justo eres tú” y “justos y verdaderos son tus juicios” (Apocalipsis 16:5,7).
Un estereotipo de padre jamás castigaría a su hijo golpeándolo por dos horas, pero se nos quiere hacer creer que Dios, quien es un “padre” (Salmo 103:13) y una “madre” (Isaías 66:13), puede castigar a los desobedientes, no por dos horas, sino para siempre. Con esto no es de extrañar cuantos ateos, gnósticos y personas anti-religión hay y habrá en el mundo, pues se está mostrando a un Dios con vestiduras que no le corresponden. Si el apóstol Pablo aún viviera, seguramente repetiría: “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.” Romanos 2:24
El castigo final será de acuerdo a las obras de cada quien, y no un castigo donde el pecador sufra para siempre. Después de todo “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Génesis 18:25). También puede interesarte el tema El Infierno, ¿Qué es y Dónde Está?
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Referencias:
[1] Strong’s Hebrew and Greek Dictionaries. Versión electrónica
[2] Diccionario de W. E. Vine. Versión electrónica. Algunas Biblias traducen correctamente la idea del pasaje como: “Estaba callado desde hace tiempo” (Biblia Castillian), “por mucho tiempo he guardado silencio” (Biblia al Día), etc.
[3] Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis, 1° ed. Florida: Asoc. Casa editora Sudamericana, 2008, pag 11. Algunos ejemplos que podemos citar de estas alusiones veterotestamentarias (del antiguo testamento), serían Apoc 18:2 con Isaías 21:9; Apoc 18:7 con Isaías 47:8, entre muchas otras.
[4] Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue (London: Hodder y Stoughton, 1988), pag 316.
[5] Harold E. Guillebaud, The Righteous Judge: A Study of the Biblical Doctrine of Everlasting Punishment (Taunton, England, n. d.), pag 24.
[6] El texto de los rollos del mar muerto es citado de: André Dupont-Sommer, ed., The Essene Writings from Qumran, trans. G. Vermes (New York, 1962)
[7] Josephus, War of the Jews 6, 8, 5; 5, 12, 7.
[8] σκώληξ (skolex). Gusano que se alimenta de cadáveres. Diccionario de W. E. Vine. Versión electrónica
[9] Robert A. Peterson, Hell on Trial! The Case for Eternal Punishment (Phillipsburg, New Jersey, 1995), nota 8, pag 36.
[10] André Lacoque, The Book of Daniel (Atlanta, 1979), pag 241.
[11] Basil F. C. Atkinson, Life and Immortality. An Examination of the Nature and Meaning of Life and Death as They Are Revealed in the Scriptures (Taunton, England, n. d.), pag 101