Indice de contenidos
- 1 La Biblia no dice que los judíos estuvieron 70 años desterrados en Babilonia…
- 2 Como interpretan algunos movimientos milenaristas los tiempos de Daniel
- 3 Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 1)
- 4 Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 2)
- 5 Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 3)
- 6 Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 4)
- 7 Más información sobre los 70 años
La Biblia no dice que los judíos estuvieron 70 años desterrados en Babilonia…
Muchos lectores nos piden que maticemos algo más el asunto de los 70 años que algunos movimientos milenaristas recientes entiende como 70 años de destierro judío después de la destrucción de Jerusalén. Entiende también que esos 70 años transcurrieron entre el 607 y el 537 a.e.c. porque añade al 537 los supuestos 70 años de destierro.La Biblia no dice que los judíos estuvieron 70 años desterrados en Babilonia después de que Nabucodonosor destruyó Jerusalén. No lo dice por ninguna parte.
Por ejemplo, Jeremías 25:11 no dice: “Y después de que sea destruida Jerusalén, los judíos serán llevados al destierro por setenta años”. No, sino que expresa: “Y todas estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años”. Jeremías se refiere a todas las naciones que Babilonia había conquistado a Asiria. Servir al rey de Babilonia no era ir al destierro. Las naciones al completo, salvo selectos individuos, no fueron al destierro, sino solamente la nación de Judá, por no haber servido al rey de Babilonia.
Jeremías 27:11 dice que servir al rey de Babilonia es someterse a él, sin necesidad de salir de la propia tierra. Se lee: “Y en cuanto a la nación que ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y realmente le sirva, yo también ciertamente la dejaré descansar sobre su suelo -es la expresión de Jehová- y ciertamente lo cultivará y morará en él”. Servir al rey de Babilonia significaba someterse a las leyes y tributos de Babilonia, tal como antes se había estado en servidumbre al rey de Asiria mediante acatar sus leyes y pagar los correspondientes tributos. Servir al rey de Asiria no significó el destierro.
Tampoco Jeremías 29:10 dice: “Conforme ustedes, los desterrados de Jerusalén del año en que Nabucodonosor destruyó la ciudad, cumplan setenta años en el destierro, yo los libertaré”. No dice eso, sino: “Conforme se cumplan setenta años en Babilonia, yo los libertaré”. Esos setenta años los aplica Jeremías a los desterrados de once años antes de que Nabucodonosor regresara para destruir Jerusalén; es decir, Jeremías se dirigía a los desterrados del año 7/8 de Nabucodonosor y no a los del año 18/19, cuando arrasó la ciudad y el templo. Jeremías 29:2 aclara que la carta a los de Babilonia la dirige el profeta a los desterrados del tiempo del rey Jeconías o Joaquín y no a los del tiempo de Sedequías.
Si los desterrados del año 18/19 de Nabucodonosor, cuando destruyó Jerusalén, hubieran estado 70 años desterrados, los del año 7/8 del rey babilonio habrían estado 81 años en el destierro. Eso está en disconformidad con Jeremías 25:12, que indica que el tiempo máximo de servicio al rey de Babilonia era de 70 años. “Conforme se cumplan los setenta años, pediré cuentas al rey de Babilonia”, dice el texto. Pedir cuentas a un rey significa que ya no va a reinar más. Y como al rey babilonio se le pedían cuentas justamente al pasar 70 años, quiere decir que nadie podía servirle más allá de esos 70 años. Daniel el profeta, por ejemplo, no pudo haberle servido por más de 80 años, ni tampoco los desterrados del año 7/8 de Nabucodonosor pudieron haber estado en Babilonia 81 años, como se insinúa al aplicar 70 años de destierro a los judíos cautivos en el año 18/19 de Nabucodonosor, lo que significa que los desterrados de 11 años antes habrían permanecido 81 años en el destierro.
Los movimientos milenaristas enseñan que al rey de Babilonia se le pidieron cuentas en el 537 a.e.c., cuando fueron libertados los judíos. Al rey de Babilonia no se le pudieron pedir cuentas en el 537 a.e.c. porque para ese año ya no existía el rey de Babilonia. Había dejado de ser rey un año y medio antes, en octubre del 539 a.e.c., que fue cuando realmente se le pidieron cuentas. El rey de Babilonia ahora era Ciro y a él no se le pidieron cuentas.
Los 70 años habían comenzado en el 609 a.e.c… Cuando Babilonia terminó de conquistar Asiria y todas las naciones entraron en servidumbre a, o bajo el dominio de, Babilonia. La fecha del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia la hallaron los historiadores precisamente porque partieron del 609 a.e.c. como año de la toma de la ciudad de Harrán, que fue el último reducto de Asiria. A partir de ese año Babilonia se constituyó en imperio absoluto tras anexionarse toda Asiria y las naciones que habían estado bajo su dominio. Dado que la parte gloriosa del imperio babilonio duró 70 años, los historiadores aplicaron esos 70 años al 609 y así llegaron en principio al 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia. Después esas fechas se corroborarían por otros medios.
Los 70 años de los que habla Jeremías no se refieren al destierro de los judíos, sino al tiempo en que Babilonia mantuvo en servidumbre a las naciones conquistadas a Asiria. Esta servidumbre terminó cuando Ciro conquistó Babilonia y ahora las naciones debían servir al rey de Persia. Jeremías 29:10 se malinterpreta porque despista la preposición “en” que aparece en la Traducción del Nuevo Mundo. Todas las traducciones bíblicas importantes han corregido esa preposición de acuerdo con los manuscritos hebreos. En estos manuscritos la preposición que ahí aparece se traduce por “a, de, para”. De ahí que se lea, sobre todo en las biblias que traducen directamente de los manuscritos antiguos: “Cuando a Babilonia se le cumplan los setenta años…” “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia…”
Las Biblias de, B.Jerusalén. Reina Valera. Biblia Peshitta. Vierte el texto de Jeremías 29:10 así: “Conforme se cumplan setenta años para Babilonia…” Así, pues, los 70 años de los que habla Jeremías se refieren a Babilonia y no al destierro de los judíos. Por lo tanto es incorrecto interpretar que los judíos del tiempo en que Jerusalén fue destruida estuvieron 70 años en el destierro y añadir esos 70 años al 537 a.e.c. para así llegar al 607 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén. Pero los movimientos milenaristas defiende con uñas y dientes esas fechas porque, sin ellas, no puede predicar el año 1914 como la fecha del fin del tiempo de los gentiles y el invisible establecimiento real de Cristo en el cielo, así como lo que todo ello significa. Sin las fechas de 607, 537 a.e.c. y 1914, la entera doctrina de ellos se viene abajo
Como interpretan algunos movimientos milenaristas los tiempos de Daniel
Los movimientos milenaristas creen que desde que fue interrumpida la monarquía judaica, presumiblemente en el año 607 a.e.c., hasta 1914, transcurrieron 2.520 años. En ese año de 1914 suponen que la monarquía fue reinstaurada en la persona de Jesucristo en el cielo.
A los 2.520 años los llaman los ‘tiempos de las naciones o de los gentiles’ -aunque los dos términos son diferentes- y para ellos estos tiempos tienen la misma duración que los siete tiempos del profeta Daniel. Quiere decir que los siete tiempos y los tiempos de los gentiles son una misma cosa para estos movimientos milenaristas. Esta identificación de ambos tiempos como si fueran uno solo procede del adventista Nelson Horatio Barbour, que así se lo inculcó al fundador de los Estudiantes Internacionales de la Biblia, Charles Taze Russell, quien ciegamente aceptó de Barbour todas las doctrinas que tienen que ver con tiempos y fechas y no investigó si eran ciertas o no.
Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles, cuando en realidad no tienen relación entre sí. Los siete tiempos de Daniel aplicaron única y exclusivamente a Nabucodonosor y se supone que duraron siete años de 360 días, no de 365 días, aunque la Historia no da razón de ellos. Y los tiempos de los gentiles se cuentan a partir de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 de nuestra era, cuando fue definitivamente suprimido el servicio sacerdotal en el Templo. La Biblia no indica cuánto duran estos tiempos de los gentiles ni dice que sean lo mismo que los siete tiempos de Daniel. Pero las elites o dirigentes de estos movimientos milenaristas han ido aleccionado para que se acepten como si fueran lo mismo, prohibiéndoseles que utilicen su intelecto para investigar libre o independientemente la verdad que aquí se les oculta.
Sea que los 2.520 años se refieran a los siete tiempos de Daniel o a los tiempos de los gentiles, surge una pregunta: ¿Se basan esos 2.520 años en la Biblia o son simplemente especulación humana fundamentada en la pseudocienca de la numerología esotérica? El esoterismo es para estos movimientos milenaristas sinónimo de demonismo.
Ya en la Edad Media los judíos especulaban, mediante barajar números y aplicar cifras de tiempos a los textos bíblicos, que el Mesías aparecería en tal o cual año del futuro. Una de las aplicaciones de su numerología tenía su base en la interpretación de los textos del profeta Daniel relacionados con el sueño de Nabucodonosor.
Daniel le aseguró al rey babilonio que sería destronado y comería hierba como si fuera una bestia durante siete tiempos, al cabo de los cuales volvería a ocupar el trono. Los exégetas han entendido que estos siete tiempos fueron siete años proféticos de 360 días, diferentes de siete años solares de 365 días cada uno. Pero algunos estudiosos judíos quisieron ir más allá de lo escrito e interpretaron que esos siete tiempos tendrían una mayor aplicación en el futuro y se referían a la venida del Mesías como rey liberador de la tierra de Israel.
Para ello sacaron de contexto cierto pasaje de las Escrituras (Números 14:34) donde se dice que los israelitas pagarían por sus errores ‘un año por cada día’. De la misma manera interpretaron Ezequiel 4:6 en el sentido de que habría que contar un año por cada día. Sin embargo el texto de Ezequiel no habla de observar un año por cada día, sino ‘un día por cada año’. Estimando ambos textos como una regla para medir ciertos días bíblicos, aunque Ezequiel habla de observar días en vez de años, aplicaron esto como norma general para medir tiempos bíblicos, aunque en el caso de los siete tiempos de Daniel no la aplicaron rigurosamente. Los siete tiempos los entendieron como periodos variables de 1.260, 1.290 y 1.335 días, que elevaron a años. Así creyeron calcular que el Mesías aparecería en tal o cual fecha, algo que no sucedió.
Esta interpretación judaica de los tiempos bíblicos la copiaron algunos estudiosos de la cristiandad para tratar de saber cuándo vendría Jesucristo por segunda vez, en tanto que los judíos esperaban a su Mesías por primera vez. Particularmente fueron los protestantes los que tomaron en serio este cómputo basado en especulación numérica humana, creyendo que se trataba de entendimiento oculto basado en las Escrituras, lo cual inflaba de orgullo a quienes se sumían en la tarea.
Pasados los tiempos sin que apareciera ningún Mesías o Cristo (y no apareció porque todo era teoría sin fundamento bíblico), en 1823 se dio un definitivo entendimiento al asunto de los siete tiempos de Daniel. El escrutador bíblico John Aquila Brown publicó en 1823 su obra ‘El Atardecer’ y en ella dio a conocer que los siete tiempos duraban exactamente 2.520 años, siendo Brown el primero en apuntar a esta cantidad de años. Hasta su tiempo se aceptaba por lo general que los siete tiempos duraban 1.260 años. Brown lo que hizo en principio fue duplicar esa cifra y la elevó a 2.520 años.
Sin embargo, la realidad es que los 2.520 años salieron de realizar el siguiente cálculo: Los 7 tiempos que Daniel aplicó a Nabucodonosor se contaban como 7 años de 360 días, por lo que constaron de 2.520 días. Estos días los elevó Brown a años y así llegó a los 2.520 años. Pero estos 2.520 años los contó después erróneamente como años solares de 365 días, en lugar de 360, y así estableció que los 2.520 años comenzaron en el 604 a.e.c. y terminarían en 1917, año en que según Brown brillaría la gloria de Israel. Casualmente el ejército inglés liberó a Jerusalén a finales de 1917 y la teoría profética de Brown fue tomada demasiado en serio por algunos indagadores bíblicos.
Esos 2.520 años fueron definitivamente aceptados por la mayoría de los escrutadores bíblicos del siglo XIX, aunque todos siguieron cometiendo el error de contarlos como 2.520 años solares de 365 días, en lugar de años proféticos (por llamarlos de alguna manera) de 360 días. De ser el caso, Brown debió haber operado con años de 360 días, ya que los 2.520 días de los 7 tiempos correspondían a años de 360 días y no de 365.
Si los 7 tiempos de Daniel se hubieran contado por años solares, hubieran arrojado 2.556 días y no 2.520. Paralelamente, si Brown hubiera procedido en consonancia con los 2.520 días de Daniel, los 2.520 años hubieran terminado en 1880 y no en 1917. Para llegar a la fecha de 1917 Brown calculó años solares de 365,25 días. Si hubiera aplicado años ‘proféticos’ de 360 días hubiera llegado a la fecha de 1880, que hubiera sido lo más lógico.
Por los años treinta venía predicando un tal William Miller, fundador del adventismo, que Cristo vendría como rey y juez en 1843, que era el año al que en conclusión llegaba tras aplicar los 2.520 años de rigor al 677 a.e.c. Como el Cristo no llegó, pospuso su venida para 1844 y tampoco llegó el esperado. Eso hizo que el movimiento adventista de Miller se fraccionase en varios grupos. Uno de sus discípulos fue Nelson H. Narbour, que se separó decepcionado.
En ese mismo año de 1844 el escrutador Edward O. Elliot publicó su libro ‘Horas con el Apocalipsis’. Elliot fue el primero en afirmar que los siete tiempos de Daniel, contrariamente a lo que había publicado Brown, iban del 606 a.e.c. a 1914, esperando que en 1914 regresase Cristo a reinar en la tierra, una vez destruidos los gobiernos humanos. Pero Elliot se equivocó en un año de menos al realizar el cálculo, ya que entre el 606 a.e.c. y 1914 no mediaban 2.520 años, sino 2.519. Escrutadores y teólogos posteriores a Elliot aceptaron las fechas 606 a.e.c. y 1914 como el lapso de 2.520 años de los siete tiempos de Daniel.
El libro de Elliot lo leyó el adventista Barbour hacia los años 1870 y aceptó del mismo, entre otras, la fecha del 606 a.e.c., pero no como la del inicio de los 2.520 años de los siete tiempos. Con reservas aceptó la de 1914, aunque para él no era el año del regreso de Cristo, sino el 1873, año en que, no habiendo llegado Cristo como Barbour esperaba, lo trasladó a 1874, que tampoco llegó. Finalmente concluyó que Jesucristo si había comenzado su reinado, aunque en el cielo. En 1876 contactó con él Russell, quien aceptó sin rechistar las fechas y doctrinas de Barbour. Ya para entonces Barbour había admitido el año 1914 como el del regreso visible de Cristo a la tierra, en tanto que el año 1874 lo predicó como el de la invisible toma de poder real de Jesucristo en el cielo, algo que no pudieron ver ojos humanos.
Russell predicó el año 1914 como el del advenimiento de Cristo a la tierra en la batalla de Armagedón. No obstante, unos años antes se dio cuenta de que entre el 606 a.e.c. y 1914 no mediaban 2.520 y pensó trasladar la fecha del Armagedón a 1915. En esa cuenta andaba cuando estalló la Gran Guerra y Russell pensó que la universal contienda desembocaría en el Armagedón aquel mismo año. Pasó 1914 y, constatando que Cristo no había venido a la tierra, trasladó la fecha de 1914 a 1915, que también pasó sin ver la llegada de Cristo.
Todos los predicadores del siglo XIX, especialmente Brown, Miller, Elliot, Barbour y Russell constataron amargamente que no se habían realizado sus expectativas de regreso de Cristo a la tierra, a pesar de la extensa predicación que con tanto entusiasmo habían escenificado. No pudo hacerse realidad lo que esperaban, sencillamente porque fueron más allá de las cosas escritas en la Biblia y aceptaron y predicaron que Jesucristo aparecería tras cumplirse 2.520 años a partir de cierto año antes de la era presente. No pudo hacerse realidad lo que esperaban porque los 2.520 años fueron producto de la mente humana, que se basó en esa pseudociencia de la numerología esotérica que tanto enorgullece a quienes se consideran que tienen una mente privilegiada y creen saber más que la propia Biblia y que los propios congéneres.
En 1943 la sociedad Watch Tower adelantó un año la fecha de la supuesta destrucción de Jerusalén, así como otro año la hipotética salida del destierro de los judaítas que se hallaban en Babilonia. Las fechas del 606 y 536 fueron adelantadas respectivamente al 607 y 537 a.e.c. De acuerdo con la lógica matemática, estas últimas fechas, basadas en fechas incorrectas, son también incorrectas.
Del estudio imparcial de la Historia, la Arqueología y la Astronomía, aplicadas las tres ciencias al imperio neobabilonio, se deduce que Nabucodonosor subió al trono en el 605 a.e.c… siendo su primer año de reinado el 604 a.e.c., y por tanto su año 18, en que se acercó a destruir Jerusalén, correspondió al 587 a.e.c. Esta fecha está de acuerdo también con lo que escribe Josefo en su obra ‘Contra Apión’, donde dice que el nuevo templo, refiriéndose a los cimientos, se inició en el año segundo de Ciro, transcurridos cincuenta años desde la destrucción del templo anterior. Todos los historiadores están de acuerdo en que el segundo año de Ciro, en referencia a la colocación de los cimientos del templo, correspondió al 537 a.e.c. Cincuenta años atrás llevan por consiguiente al 587 a.e.c. como año de la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén.
En conclusión, los 2.520 años que continúan predicando los milenaristas son el resultado de acomodar el esoterismo, en este caso la numerología esotérica, a ciertos textos bíblicos. De aplicar realmente los 2.520 años, éstos habrían concluido en 1877, ya que se trata de ‘años proféticos’ de 360 días cada uno, y no de años solares de 365 días. Por tanto la fecha de 1914 es del todo errónea y en tal año no aconteció ninguna toma de poder real por parte de Jesucristo. El ya tenía toda autoridad real en el cielo y sobre la tierra al tiempo de su ascensión, por lo que no precisaba un tiempo futuro específico en que fuera hecho rey, porque ya lo era desde que ascendió al cielo. Mateo 28:18. Efesios 1:20-23. Hechos 17:7. Revelación 1:5.3:21
La fecha de 1914, así como otras, las recibió Russell en herencia del adventista Barbour y Russell no se paró a investigar si eran verídicas o no. El año 1914 continúa siendo la piedra angular de la doctrina de estos movimientos milenaristas. No aconteció en aquel año la llegada de Cristo ni aconteció en 1925, 1941, 1975 o finales del siglo XX, como se predicaba, por la evidente razón de que todo cálculo aplicado a tales fechas está basado en numerología y especulación humana, y no en la Biblia
Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 1)
Hasta principios del siglo XIX, o por lo menos en algún tiempo previo a 1823, los historiadores creían que la caída de Babilonia había acontecido en el año 536 antes de la era cristiana (a.e.c.). Como sabían que el imperio babilonio había durado 70 años desde la toma del último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, hasta la caída de Babilonia, aplicaron retrospectivamente esos 70 años al 536 a.e.c. y llegaron al 606 a.e.c. como año probable de la ocupación de Harrán y conclusión de la conquista de Asiria.
Babilonia ya había conquistado la capital de Asiria, Nínive; pero le quedaba por anexionarse este importante bastión, la ciudad de Harrán, donde se había parapetado el rey asirio Asurubalit II. El rey babilonio Nabopolasar, padre de Nabucodonosor II, acudió con sus tropas a tomar Harrán, mientras el faraón de Egipto Necao II hacía lo propio con su ejército, dirigiéndose hacia Harrán para ayudar a los asirios.
Este faraón Necao es el Nekó del que habla la Biblia. Cuando Nekó enfiló hacia Harrán, el rey Josías de Jerusalén trató de impedirle el paso; pero, según relata el historiador judío Flavio Josefo, un arquero disparó una flecha contra Josías, quien gravemente herido se retiró a Jerusalén, donde falleció. Necao siguió su camino y ayudó a los asirios, aunque no logró vencer a los babilonios, que finalmente tomaron la ciudad. Con la conquista de Harrán, libre ya de los asirios, se iniciaban los 70 años gloriosos de dominio absoluto de Babilonia, y por tanto de servidumbre de las naciones a su imperio, tal como asienten los historiadores.
Ahora bien, hacia principios del siglo XIX los historiadores corrigieron las fechas 606 y 536 a.e.c., gracias a la cronología independiente de Egipto. En esta cronología hay una serie de fechas que los científicos han calculado rigurosamente exactas. Casi se puede decir que sean absolutas. Una de ellas es la del 610 a.e.c. En ese año subió al trono de Egipto el faraón Necao II o Nekó, hijo de Psamético I. Necao acudió en ayuda de los asirios de Harrán en el año primero de su reinado, es decir, a partir de la primavera del 609 a.e.c. Con la primavera daba entonces comienzo el nuevo año.
Por tanto los historiadores ya tenían una fecha segura, la del 609 a.e.c., tomada a partir de la fecha exacta del 610 a.e.c. Como la conquista de Harrán se dio en ese concreto año, los historiadores aplicaron al 609 a.e.c. los 70 años de duración del imperio neobabilonio tras anexionarse Harrán. Así, en principio, llegaron al 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia.
Si los historiadores se hubieran equivocado en la fecha del 609 a.e.c. también se habrían equivocado en la del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia. Por ejemplo, si la fecha de la toma de Harrán hubiera sido la del 629 a.e.c., la caída de Babilonia se habría fijado en el año 559 a.e.c., ya que entre una y otra mediaban 70 años, que fue el lapso de duración del imperio babilonio tras la conquista total de Asiria. Pero, dado que el 539 a.e.c. es fecha exacta, también lo es la del 609 a.e.c., año en que realmente aconteció la toma de Harrán y el inicio de los 70 célebres años de Babilonia como imperio absoluto tras vencer a Asiria, sometiendo así a servidumbre a todas las naciones del área.
Los historiadores, pues, corrigieron las fechas 606 y 536 a.e.c. y en su lugar establecieron las del 609 y 539 a.e.c., respectivamente. Ambas están relacionadas y entre ellas tercian 70 años. Se recalca que si la fecha del 609 fuera errónea, lo sería también la del 539 a.e.c. Por tanto, fue preciso cerciorarse de que ambas fechas eran correctas. La corroboración más importante se realizó a partir de la fecha de ascenso al trono de Nabucodonosor. Este rey ascendió al trono de Babilonia cuatro años después de la toma de Harrán, por tanto en el 605 a.e.c. El ascenso de Nabucodonosor coincidió con el año de la batalla de Karkemis, después de cuatro años de haber sido conquistada la ciudad de Harrán.
Los egipcios planeaban quitarle a Babilonia las tierras que había ganado a Asiria y presentaron batalla contra los babilonios en la ciudad de Karkemis, junto al Eufrates, no muy lejos de Harrán. El rey Nabopolasar se hallaba enfermo y envió a su hijo Nabucodonosor, heredero del trono, a pelear a Karkemis. Nabucodonosor venció a los egipcios y poco después de la batalla le llegó la noticia de que su padre había muerto. De vuelta a Babilonia, Nabucodonosor fue hecho rey, tras las exequias de su progenitor. Corría el año 605 a.e.c., año que además está comprobado, entre otras, por la fecha científica absoluta del 568 a.e.c., de acuerdo con la ciencia astronómica.
El año 539 a.e.c., que es fecha exacta pero no absoluta, se corrobora como correcto a partir del 605 a.e.c., en que Nabucodonosor subió al trono. Para ello los historiadores sumaron los años de reinado de los monarcas que rigieron Babilonia desde los días de Nabucodonosor. De acuerdo con los listados de Beroso y Tolomeo -que después fueron corroborados como exactos por otros importantes documentos, como la lista de los reyes en Uruk, la estela de Adad Gupi y decenas de miles de tablillas cuneiformes-, Nabucodonosor reinó 43 años; su hijo Evil Merodac, 2 años; un yerno de Nabucodonosor, Neriglisar, 4 años; el hijo de éste, Labashi Marduk, unos meses, que se cuentan como cero años por no haber llegado al año de ascenso; y finalmente Nabonido, otro yerno de Nabucodonosor, reinó 17 años.
La suma de los tiempos de reinado de estos monarcas da un total de 66 años. Los historiadores aplicaron esos 66 años al 605 a.e.c., en que inició su reinado Nabucodonosor, y así cotejaron el 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia. Lo hicieron también por otros medios, como el cómputo de las olimpiadas griegas, que al complementarse con las tablillas cuneiformes llevan al 539 a.e.c. (Continuará).
Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 2)
Los historiadores sabían que desde la toma de la ciudad asiria de Harrán hasta la caída de Babilonia habían transcurrido 70 años. Gracias a la cronología egipcia, que da fechas rigurosamente exactas, pudieron establecer que la toma de Harrán acaeció en el 609 antes de la era cristiana (a.e.c.). Aplicados al 609 a.e.c. los 70 años de dominio absoluto de Babilonia o 70 años en que el imperio mantuvo en servidumbre a todas las naciones que había conquistado a Asiria, se llegó inicialmente al 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia.
Si el año 609 a.e.c. hubiera sido incorrecto, también lo habría sido el 539 a.e.c.; pero, dado que el 539 a.e.c. es correcto, también lo es el 609 a.e.c., pues entre ambas fechas mediaron 70 años, que fueron los gloriosos 70 últimos años de supremacía del imperio babilonio tras conquistar Asiria. El año 539 a.e.c. no es fecha absoluta, ya que no está comprobada astronómicamente, aunque sí es fecha exacta, basada en otra fecha exacta. Fecha absoluta comprobada por la ciencia de la Astronomía es la del 568 a.e.c., que se considerará en el próximo capítulo. El año en cuestión entra dentro del tiempo de reinado de Nabucodonosor y fue establecido gracias al diario astronómico denominado VAT 4956, que es una de las decenas de miles de tablillas procedentes de las excavaciones de Babilonia.
Se corroboró en principio la fecha del 539 a.e.c. partiendo del año de subida al trono de Nabucodonosor en el 605 a.e.c. Sus años de reinado fueron 43, los de su hijo Evil Merodac 2 años; 4 años los de Neriglisar; unos meses los de Labashi Marduk (que se cuentan como 0 años por no haber llegado este rey a su primer año de reinado), y finalmente fueron 17 los años de reinado de Nabonido. En total todos ellos reinaron 66 años, que aplicados al 605 a.e.c. alcanzan la fecha del 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia.
Otra corroboración de la fecha 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia se debe al cómputo de las olimpiadas griegas. La primera olimpiada que como tal se cuenta -que no significa que haya sido la primera celebrada, pues antes que en Grecia se celebraban en la Península Ibérica, de donde los griegos las copiaron- es la celebrada en el año 776 a.e.c. Como las olimpiadas tenían lugar cada cuatro años, el cómputo del tiempo se realizaba de la siguiente manera: año primero de la olimpiada primera, año segundo de la olimpiada primera, año tercero de la olimpiada primera, año cuarto de la olimpiada primera, año primero de la olimpiada segunda, año segundo de la olimpiada segunda, y así sucesivamente.
El historiador Diodoro de Sicilia escribe que Ciro subió al trono en el año primero de la olimpiada 55, y su último año de reinado en Babilonia fue el año segundo de la olimpiada 62. Dado que las olimpiadas se celebraban cada cuatro años, los historiadores realizaron el pertinente cálculo y sentaron que Ciro había subido al trono de Persia en el año 559 a.e.c., siendo su último año de reinado el 530 a.e.c. Debido a que las tablillas cuneiformes dan a Ciro un reinado de 9 años sobre Babilonia, añadidos esos nueve años al 530 a.e.c., se llega al 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia y comienzo del reinado de Ciro sobre dicho imperio.
La lista de los reyes en Uruk y la estela de Adad Gupi corroboran la exactitud de los listados de Beroso y Tolomeo, que en un tiempo fueron criticados como erróneos. La lista de los reyes en Uruk es un tablilla cuneiforme hallada en las excavaciones de la antigua Babilonia. En ella se facilita una relación de reyes y sus años de reinado. La parte que aquí interesa es la que lista los nombres y años de reinado entre Nabucodonosor y Nabonido, y da 43 años de reinado a Nabucodonosor, 2 años a Evil Merodac, 4 años a Neriglisar, unos meses a Labashi Marduk (0 años) y 17 años a Nabonido. En total, 66 años. Como Babilonia cayó en el 539 a.e.c., sumados esos 66 años al 539 se llega al 605 a.e.c. como año del ascenso de Nabucodonosor.
A mediados del siglo XX se descubrió en tierras de Babilonia la estela de Adad Gupi, quien fue la madre del rey Nabonido. Su hijo le compuso la estela, en la cual se menciona que Adad Gupi vivió, entre otros, los 43 años de reinado de Nabucodonosor, los 2 años de Evil Merodac y los 4 de Neriglisar, cumpliendo ella entonces 95 años de edad. La estela omite el breve reinado de Labashi Marduk (que no influye en el cómputo) y continúa diciendo que Adad Gupi murió a los 104 años, en el año noveno de Nabonido. Como el año noveno de Nabonido corresponde al 547 a.e.c., y la suma de los años de reinado entre Nabucodonosor y el año nueve de Nabonido da 58 años, aplicados éstos al 547 a.e.c. se llega al 605 a.e.c. como año de la subida al trono de Nabucodonosor.
Otros documentos que corroboran como correctos los listados de Beroso, de Tolomeo, de los reyes en Uruk y de la estela de Adad Gupi son las más de cincuenta mil tablillas cuneiformes descubiertas en las excavaciones de Babilonia. Dichas tablillas principian su relato con el nombre y año de reinado del rey en funciones. Las tablillas se catalogan grosso modo en documentos de negocios, crónicas reales y diarios astronómicos.
Se han descubierto tablillas, entre otras, para los 43 años de reinado de Nabucodonosor y no hay tablillas más allá de esos años de reinado; tablillas para los 2 años de reinado de Evil Merodac, no habiendo documentos cuneiformes más allá de los 2 años de dicho rey; tablillas para los 4 años de Neriglisar, sin que existan más fuera de ese tiempo para el citado monarca; tablillas para algún mes de Labashi Marduk; y tablillas para los 17 años de reinado de Nabonido, sin que se descubran tablillas que indiquen que el monarca en cuestión reinó más tiempo de esos 17 años. El propio historiador Josefo cita los reyes y años del listado de Beroso en su obra ‘Contra Apión’. (Continuará).
Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 3)
En los dos artículos precedentes hemos visto cómo la lista de los reyes en Uruk y la estela de Adad Gupi, descubiertas hacia mediados del siglo XX en tierras de la antigua Babilonia, así como las decenas de miles de tablillas cuneiformes que se van descubriendo en dichos lugares, señalan como correctos los listados de Beroso y Tolomeo, listados que algunos críticos aún pretenden señalar como incorrectos. De acuerdo con la lista de los reyes en Uruk y la estela de Adad Gupi, los listados de Beroso y Tolomeo dan 43 años de reinado a Nabucodonosor; 2 años a Evil Merodac; 4 años a Neriglisar; unos meses a Labashi Marduk, y 17 años a Nabonido.
No es posible encajar algún rey más ni más años de reinado entre los citados -de Nabucodonosor a Nabonido- por la lista de los reyes en Uruk ni por la estela de Adad Guppi. Tampoco se pueden encajar más reyes y tiempos de reinado en las decenas de miles de tablillas que comienzan su escritura con el nombre del rey en funciones y su año de reinado. Ordenadas la tablillas convenientemente según los listados históricos, las mismas dan a Nabucodonosor un reinado de 43 años; 2 años a Evil Merodac; 4 años a Neriglisar; algún mes a Labashi Marduk, y 17 años a Nabonido.
Siempre se llega a la cifra de 66 años de reinado entre los monarcas Nabucodonosor, Evil Merodac, Neriglisar, Labashi Marduk y Nabonido. Las nuevas tablillas que se descubren están todas de acuerdo con los listados de Beroso, Tolomeo, la lista de los reyes en Uruk y la estela de Adad Gupi. Como Babilonia cayó en el 539 a.e.c., sumados esos 66 años al 539 se alcanza el 605 a.e.c. como año de ascenso de Nabucodonosor al trono de Babilonia, si bien los historiadores lo confirman aplicando esos 66 años al 605 a.e.c., llegando así al 539 a.e.c., fecha de la caída de Babilonia. También llegan al 539 a.e.c. aplicando al año 609 a.e.c. los 70 años de duración del imperio neobabilónico, que comenzó con la toma del último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, y concluyó con la caída de Babilonia en 539 a.e.c.
Una tablilla que confirma la fecha del 605 a.e.c. como año de la subida al trono de Nabucodonosor es el diario astronómico VAT 4956. Este diario comienza informando que fue escrito en el año 37 de Nabucodonosor. Algunos religiosos que veían que esta tablilla les echaba por tierra su teología, aducían que se trataba de una invención de escribas posteriores al tiempo de Nabucodonosor. Sin embargo en una parte de la tablilla se puede leer el texto que dice: ‘Está roto’. Ello significa que el escriba que la copió no pudo inventar nada, ya que de lo contrario no habría incluido el texto mencionado. Ahora esos religiosos críticos opinan que, efectivamente, el diario astronómico VAT 4956 es fidedigno, pero solamente en lo que concierne a las posiciones lunares.
En el diario se relacionan veintiocho posiciones astronómicas de los cinco planetas entonces conocidos. Trece de ellas muestran la situación de la Luna con respecto a los planetas. Los astrónomos tradujeron los datos del diario, es decir, las veintiocho posiciones estelares, a nomenclatura moderna e introdujeron todo en un sofisticado programa informático que da las posiciones astronómicas e informa de los eclipses que hubo y habrá en un lapso de tiempo de 25.920 años.
Como desde los tiempos de Nabucodonosor hasta hoy apenas han transcurrido 2.600 años, al programa le fue fácil calcular en qué año de nuestro cómputo se dieron esas posiciones astronómicas del año 37 de Nabucodonosor. El programa arrojó que solamente pudieron haberse dado en el año 568 a.e.c., lo que significa que ese año corresponde al 37 de reinado de Nabucodonosor. Quiere decir que Nabucodonosor ascendió al trono 37 años antes del 568 a.e.c., por tanto en el 605 a.e.c. (568 + 37 = 605). El 568 a.e.c. está unánimemente calificado por los historiadores como fecha científica absoluta, por estar rigurosamente amparada por la ciencia astronómica.
La razón por la que las posiciones astronómicas sean diferentes en un lapso de 25.920 años y después de ese largo tiempo vuelvan a repetirse, está en el movimiento de precesión de la Tierra. Este movimiento consiste en el cabeceo del eje terrestre, movimiento similar al de un trompo. El eje terrestre apunta hoy a la estrella Polar. Cada 2.160 años apunta a una estrella diferente. Al cabo de 12 ciclos de 2.160 años o 25.920 años el eje terrestre volverá a señalar a la estrella Polar, salvo que algún cataclismo lo impida.
Si solamente se tuvieran en cuenta las posiciones lunares, no sería posible saber a qué año de nuestro cómputo corresponde el 37 de Nabucodonosor. Ello es debido a que la Luna tiene un periodo de recorrido denominado Saros, el cual dura 18 años y 10 días. Al cabo de ese tiempo la Luna vuelve a encontrarse en la misma posición de 18 años atrás. Como desde los tiempos de Nabucodonosor se han dado infinidad de periodos lunares Saros, no hay manera de saber a qué periodo en particular correspondería el año 37 de Nabucodonosor. Para saberlo es imprescindible tener en cuenta todo el conjunto de datos recogidos en el diario astronómico VAT 4956, tanto las posiciones lunares como las planetarias.
Todos los programas astronómicos profesionales dan el 568 a.e.c. como año 37 de Nabucodonosor, por lo que se confirma con total seguridad que el 605 a.e.c. (568 + 37) fue el año de ascenso de este rey babilonio, quien reinó durante 43 años, hasta el 562 a.e.c. Le sucedió Evil Merodac, que reinó 2 años, hasta el 560 a.e.c. A continuación lo hizo Neriglisar, durante 4 años, hasta el 556 a.e.c. En ese año ascendió Labashi Marduk, que reinó unos meses, y en el mismo año subió Nabonido, que reinó 17 años, hasta la caída de Babilonia en el 539 a.e.c. (Continuará).
Los 70 años de Babilonia, del 609 al 539 a.e.c. (parte 4)
Los historiadores sabían que el imperio neobabilonio había durado 70 años desde la toma del último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, hasta que cayó ante Ciro. Averiguada gracias a la cronología egipcia la fecha del 609 a.e.c. para la toma de Harrán, los historiadores le aplicaron a esa fecha los 70 años de Babilonia y llegaron al 539 a.e.c. como año de la caída del gran imperio del Eufrates.
Una corroboración del 539 a.e.c., y por tanto del 609 a.e.c., se realizó gracias a los listados de Beroso y Tolomeo, avalados como exactos por la lista de los reyes en Uruk, la estela de Adad Gupi y decenas de miles de tablillas cuneiformes descubiertas en Babilonia. En dichos listados se comprueba que Nabucodonosor reinó 43 años; Evil Merodac, 2 años; Neriglisar, 4 años; Labashi Marduk, unos meses (se cuentan 0 años por no haber llegado este rey al año de ascenso), y Nabonido reinó 17 años hasta que Babilonia cayó en el año 539 a.e.c. En total reinaron todos ellos 66 años, lo cual está acorde con las tablillas cuneiformes, que indican en qué año del monarca reinante fueron escritas.
Como el inicio del reinado de Nabucodonosor coincidió con el año de la batalla de Karkemis y ésta tuvo lugar cuatro años después de la toma de Harrán, la batalla aludida y la subida al trono del rey babilonio acaecieron por tanto en el año 605 a.e.c. Aplicados al 605 a.e.c., año de ascenso de Nabucodonosor, los 66 años de reinado de los soberanos precitados, se alcanza el 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia. Las fechas 609, 605 y 539 a.e.c. están íntimamente enlazadas y es imposible separarlas sin alterar la cronología. El 539 a.e.c. no es fecha absoluta, al no estar comprobada por la Astronomía; pero sí es fecha tan exacta como las del 609 y 605 a.e.c. Es más, el año 539 depende en buena parte de la exactitud de las fechas 609 y 605 a.e.c.
La única fecha que los historiadores y los astrónomos dan como científica absoluta es la del 568 a.e.c., cuya exactitud reafirma las fechas 609, 605 y 539 a.e.c. Se deriva del diario astronómico VAT 4956, una tablilla babilonia que principia su relato especificando que se escribió en el año 37 de Nabucodonosor. El diario da veintiocho posiciones astronómicas de los planetas conocidos y la luna. Los astrónomos tradujeron los datos del diario a nomenclatura actual e introdujeron toda la información en un programa informático profesional que calcula exactamente los eclipses y las posiciones astronómicas en un lapso de tiempo de 25.920 años.
El programa arrojó que el único año en que pudieron darse las posiciones indicadas en el diario astronómico VAT 4956 correspondió al 568 a.e.c. Por tanto el año 37 de Nabucodonosor fue el 568 a.e.c. Si se suman 37 años al 568 se llega inexorablemente al 605 a.e.c. como año de subida al trono de Nabucodonosor. Es por tanto la del 568 a.e.c., junto con las del 609, 605 y 539 a.e.c., una cuarta fecha básica para el cómputo del tiempo en la historia del imperio neobabilonio.
En la Biblia se lee que Nabucodonosor hizo destruir Jerusalén y su templo en el año 18 de su reinado. Un texto del profeta Jeremías indica que fue en el año 19 de su reinado. Los eruditos concluyen que ambas menciones son correctas y se refieren al mismo año. La explicación está en que los babilonios, los persas y otros pueblos aplicaban el primer año de reinado a partir de la primavera siguiente del año en que los reyes ascendían al trono. Ese tiempo se denominaba ‘año o tiempo de ascenso’, que no significa que fuera un año completo. Los judíos en cambio aplicaban el primer año de reinado desde el mismo momento del ascenso del rey. Para los persas el primer año de Ciro como rey de Babilonia comenzó a en la primavera del 538 a.e.c., mientras que para los judíos principió en el otoño del 539 a.e.c., cuando fue tomada Babilonia.
Si Nabucodonosor arremetió contra Jerusalén en el año 18/19 de su reinado y ascendió al trono en el 605 a.e.c., eso significa que el año de la destrucción de la ciudad correspondió al 587 a.e.c. Tal fue el entendimiento de historiadores y religiosos hasta que en los años setenta del siglo XIX el adventista Nelson H. Barbour, debido a un malentendido, creyó que el arrasamiento y principal destierro de los judaítas sucedieron en el 606 a.e.c., año que salió de un error de cálculo de los historiadores anteriores al siglo XIX, aunque posteriormente lo corrigieron, y error que fue definitivamente instituido entre los religiosos protestantes por el teólogo Thomas Rawson Birks.
Birks publicó en 1843 su obra ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. En ella creyó confirmar la fecha 606 a.e.c. como año de subida de Nabucodonosor, en contra de lo que afirmaban los historiadores, quienes probaban que el ascenso ocurrió en el 605 a.e.c. Birks sabía que la destrucción de Jerusalén aconteció en el 587 a.e.c., de acuerdo con los hechos históricos. Pues bien, este Birks había leído en la Biblia que Nabucodonosor fue contra Jerusalén en el año 19 de su reinado. Entonces se le ocurrió sumar esos 19 años al 587 y así llegó al 606 a.e.c., fecha que para él se evidenciaba como la de subida al trono de Nabucodonosor.
Sin embargo Birks se equivocó en el cálculo, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. El año 19 significaba que transcurrieron 18 años desde que Nabucodonosor comenzó a reinar. Por tanto Birks debió haber sumado 18 años al 587 y así hubiera llegado a la fecha correcta de ascenso del rey babilonio. La fecha del 606 a.e.c. fue mantenida por teólogos posteriores a Birks, hasta que llegó Barbour y confundió ese año con el de la destrucción de Jerusalén. De Barbour pasó el error a otros religiosos, que lo defendieron con uñas y dientes. (Continuará)
Más información sobre los 70 años
La expresión ‘70 años de Babilonia’ es entendida por algunos religiosos como ’70 años del destierro de los judaítas después del arrasamiento de Jerusalén por Nabucodonosor en el año 18/19 de su reinado’. Nada tiene que ver este último concepto con el anterior. Los 70 años de Babilonia se iniciaron en el año 609 a.e.c., cuando por los babilonios fue conquistado el último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, y concluyeron en el 539 a.e.c. con la caída de Babilonia. Fueron los 70 años de dominio de Babilonia como imperio absoluto tras conquistar todas las tierras de Asiria, o los 70 años en que Babilonia tuvo en servidumbre a todas las naciones que antes habían estado bajo el dominio de Asiria, entre ellas la propia Judá.
Dado que por la cronología egipcia los historiadores averiguaron que Harrán fue tomada por los babilonios en el 609 a.e.c., estos mismos historiadores aplicaron a esa fecha los 70 años en que Babilonia dominó la escena tras la conquista total de Asiria. De esta manera llegaron en principio al 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia. Esta fecha la corroborarían principalmente por los listados de Beroso y Tolomeo, que coinciden con los que posteriormente se descubrieron en tierras de la antigua Babilonia, a saber, la lista de los reyes en Uruk, la estela de Adad Gupi y las miles de tablillas cuneiformes que muestran en sus cabeceras el nombre del rey en funciones y su año de reinado. Si los historiadores se hubieran equivocado en la fecha del 609 a.e.c., también se habrían equivocado en la del 539 a.e.c… Pero, puesto que el 539 a.e.c. es año correcto para la caída de Babilonia, también lo es el 609 a.e.c. para el inicio de su nuevo imperio, que duró 70 años.
Todos estos documentos están completamente de acuerdo en que los monarcas habidos entre Nabucodonosor y Nabonido reinaron un total de 66 años, distribuidos de la siguiente manera: Nabucodonosor, 43 años; Evil Merodac, 2 años; Neriglisar, 4 años; Labashi Marduk, unos meses (que se computan como cero años), y Nabonido, 17 años. En el año 17 de Nabonido cayó Babilonia. Los historiadores aplicaron esos 66 años a la fecha del 605 a.e.c., en que Nabucodonosor subió al trono, y así corroboraron el 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia.
Documento vital para saber que Nabucodonosor ascendió al trono en el 605 a.e.c. es el diario astronómico VAT 4956, una tablilla cuneiforme descubierta en las excavaciones de Babilonia. El diario da cuenta de ciertas posiciones astronómicas cuyos datos los astrónomos introdujeron en un sofisticado programa informático. El programa arrojó que esas posiciones solamente pudieron darse en el 568 a.e.c. Este año está fijado como año científico absoluto, más exacto aún que el 539 a.e.c. El diario menciona en su cabecera que fue escrito en el año 37 de Nabucodonosor. Quiere decir que el año 568 a.e.c. es el 37 de Nabucodonosor, y para saber cuál fue su año de inicio no hay más que sumar 37 años al 568 y así se alcanza la fecha del 605 a.e.c. como el año en que Nabucodonosor ascendió.
Las fechas 609, 605, 568 y 539 están, pues, relacionadas estrechamente entre sí y es imposible separarlas sin que se desajuste la verdadera cronología del imperio neobabilonio. Contar, por ejemplo, el inicio del reinado de Nabucodonossor en fecha distinta de la del 605 a.e.c. es desajustar las demás fechas, incluso la del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia. Quienes desconocen estos datos históricos comprobados científicamente están a merced de especuladores que tratan de imponerles sus propios y equivocados criterios doctrinales. Fue lo que hizo el adventista N. H. Barbour en los años setenta del siglo XIX, quien transmitió sus errados cálculos y doctrinas a individuos que los aceptaron sin investigación alguna y cuyos herederos aún continúan defendiéndolos como verídicos, cuando se ha demostrado que se basan en cálculos erróneos y en creencias basadas en tales cálculos no verídicos.
Una de esas creencias es la suposición de que los judaítas estuvieron desterrados 70 años en Babilonia tras la invasión de Jerusalén en el año 18/19 de Nabucodonosor. El error parte de que Barbour creyó que Jerusalén había caído en el año 606 a.e.c., cuando en realidad su destrucción acaeció en el año 18/19 de reinado de Nabucodonosor. Y como el año de la subida al trono de Nabucodonosor aconteció históricamente en el 605 a.e.c., su año 18/19 fue inequívocamente el que iba del 587 al 586 a.e.c. Como el arrasamiento de Jerusalén se dio en el mes de julio, el año en cuestión fue el 587 a.e.c., que principió con la primavera.
El historiador Josefo escribe en su obra ‘Contra Apión’ que el nuevo templo de Jerusalén, refiriéndose a sus cimientos, fue iniciado en el año segundo de Ciro como rey de Babilonia, 50 años después de la destrucción del templo anterior. Esto fue en el mes de julio. Como el año segundo de Ciro en Babilonia se contó por el sistema judío como iniciado en octubre del 538 a.e.c., y por el sistema persa a partir de la primavera del 537 a.e.c., la inauguración de los cimientos del nuevo templo en el año segundo de Ciro cae por ambos sistemas en el 537 a.e.c. Si en ese año y mes hacía 50 años que se había destruido el templo, eso significa que, sumados 50 años al 537, nos da el año 587 a.e.c. como fecha de la fatal destrucción. Josefo está de acuerdo con la Historia comprobada, así como con la Arqueología y la Astronomía en lo respectivo a la cronología neobabilónica.
A la culminación de los 70 años de Babilonia, a finales del 539 o principios del 538 a.e.c., Ciro dio la orden de libertar a los judaítas y estos partieron hacia su tierra madre en la primavera del 538 a.e.c. No estuvieron, pues, 70 años en el destierro. La Biblia no lo dice. Los 70 años se refieren siempre a Babilonia.