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En Génesis 2:7 se describe la creación del primer hombre, Adán, como sigue: Gen 2:7 “Entonces YHWH Elohim formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz el aliento de vida, y el hombre vino a ser un ser respirador.”
Puede decirse que las Escrituras muestran de manera clara que al ‘insuflar en Adán el aliento de vida’ Elohím dio al cuerpo que Él había formado, el aliento que era necesario para sostener la vida de ese ser.
Podemos tener un mejor entendimiento de esto si primeramente notamos, de la Biblia, otros detalles acerca de la “Rúach.”
La palabra hebrea que a menudo se traduce “espíritu” es Rúach. Esta puede tener una variedad de significados distintos, según el contexto. Por ejemplo, en algunos casos rúaj denota un movimiento invisible del aire y por eso se puede traducir como “un viento.” (Éxo. 10:13; Zac. 2:6) Además, la palabra también puede usarse con relación a una persona que sea “espíritu,” un ser invisible tal como un ángel o malaj, o aun para Elohím. (1 Rey. 22:21, 22)
Finalmente, rúaj puede referirse a la invisible fuerza en acción de Elohím (su espíritu Kodesh o de santidad), como sucede en Salmo 104:30, que menciona el “espíritu,” o fuerza impulsora, que utiliza en su acción creadora como un aliento de vida. Sal 104:30 S vuelves a enviar tu aliento (heb: rúaj), son creados, y renuevas la faz de la tierra. Sin embargo, Salmo 104:29 ilustra otro significado de Rúach … fuerza vital o fuerza de vida.
Leemos: “ocultas tu rostro, se aterrorizan; les quitas el aliento, perecen y se vuelven polvo;” Sí, como lo demuestran este texto y muchos otros, tanto los humanos como los animales poseen una fuerza de vida impersonal, o espíritu, que está presente en toda célula viviente del cuerpo. La Biblia muestra que sin este espíritu que da vitalidad tanto el humano como el animal mueren, por lo tanto es un hecho demostrable que el cuerpo sin aliento de vida sin espiritu deja de existir como ser.—Ecl. 3:19; 9:10; Sal. 146:4.
Uno posee ese espíritu de vida, o fuerza de vida. ¿Cómo puede uno sostenerlo? Bueno, necesita alimento, bebida y descanso. Pero, con mayor urgencia, es vital que reciba oxígeno, que respire, pues si dejara de respirar por solo unos cuantos minutos, moriría. En realidad, la respiración es la principal evidencia visible de que uno está vivo o tiene en sí el espíritu de vida. Por eso, la Biblia establece una relación estrecha entre el “aliento de vida” (hebreo, neshamah) y el“espíritu” (Rúach), o hasta los pone en paralelo. Por ejemplo, hablando acerca de los hombres y los animales, dice: Gén 7:22:”do lo que tenía en su nariz el más leve aliento de vida, todo lo que había en tierra seca, murió.” אשׁרנשׁמת־רוחחייםבאפיומכלאשׁרבחרבהמתו׃Gén 7:22bJob 27:3 “Mientras haya vida en mí y esté en mi nariz el aliento de Elohim” כי־כל־עודנשׁמתיביורוחאלוהבאפי׃Job 27:3
Por lo tanto, ¿qué sucedió cuando Yahwéh creó a Adán? Primeramente formó un cuerpo humano. Pero éste estaba sin vida ¿Qué necesitaba para llegar a tener vida y ser alma viva? El simplemente introducir un soplo de aire o de aliento en los pulmones sin vida no hubiera bastado, tal como no bastaría el usar métodos de respiración artificial en los pulmones de un cadáver. Para que aquel cuerpo recién creado tuviera vida y siguiera viviendo se necesitaba tanto la chispa encendedora o el espíritu de vida como la respiración. Por consiguiente, cuando en Génesis 2:7 se relata que Yahwéh sopló en el cuerpo “el aliento de vida,” esta expresión debe denotar, en dicho caso, más que simplemente aliento o aire que entrara en unos pulmones. Se trataba del“aliento de vida.” Sí, Eloah ha debido dotar a Adán del “espíritu” o chispa encendedora de la vida a la misma vez que le sopló en las narices el aliento necesario para mantenerlo vivo. Pero, ¿qué sucede cuando muere una persona? Deja de respirar. Pronto cesa de funcionar la chispa de la vida, o fuerza de vida, en las células. Cuando la persona llega a este punto, los métodos de respiración artificial son ineficaces.
Eclesiastés 12:7dice: “Es que el polvo vuelve a la tierra, como era; y el espíritu vuelve a ha’Elohim, quien lo dio.” וישׁבהעפרעל־הארץכשׁהיהוהרוחתשׁובאל־האלהיםאשׁרנתנה׃Ecl 12:7 el “espíritu” es manifiestamente una fuerza vital invisible, activa en toda célula viviente del cuerpo del hombre. No se trata de una invisible alma inmortal ni de ninguna otra cosa que literalmente salga del cuerpo, vaya subiendo por el cielo y sea recibido por El Sadday. Eso simplemente significa que el que la persona muerta vuelva a vivir en algún tiempo en el futuro depende de Yahweh haElohím quien puede recordarla y resucitarla… por medio de hacerle un cuerpo nuevo glorioso y colocar en éste el espíritu o fuerza de vida.
EL ESPÍRITU QUE VUELVE A YAHWÉH
No tiene por qué haber dudas en la mente de ningún investigador sincero en cuanto a que lo que la Biblia llama “alma” no es ninguna parte inmortal del hombre que continúe una existencia consciente después de la muerte. Sin embargo, cuando a algunas personas se les presenta la evidencia arrolladora acerca de la verdadera naturaleza del alma, éstas presentan otros argumentos en un esfuerzo por apoyar su creencia de que algo dentro del hombre tiene una existencia que continúa después de la muerte.
Es interesante saber, que doctos católicos romanos y evangélicos presentan de forma correcta lo que la Biblia dice En el Glosario de términos de teología bíblica que salió en la católica New American Bible (publicada por P. J. Kenedy & Sons, de Nueva York, 1970), leemos: “Cuando ‘espíritu’ se usa en contraste con ‘carne,’… el propósito no es distinguir una parte material del hombre de una parte inmaterial… ‘Espíritu’ no significa alma.” En Eclesiastés 12:7 esta traducción no usa la palabra “espíritu,” sino la expresión “aliento vital.” La Interpreter’s Bible evangélico hace esta observación en cuanto al escritor de Eclesiastés: “Koheleth no quiere decir que la personalidad del hombre continúa existiendo.” En vista de estas conclusiones ¿podemos estar seguros de qué precisamente es el espíritu y en qué sentido vuelve a Dios? En Eclesiastés 12:1-7 se pintan en lenguaje poético los efectos de la vejez y la muerte. Después de la muerte, el cuerpo con el tiempo se descompone y llega a ser de nuevo parte del polvo de la tierra. El “espíritu,” por otra parte, “vuelve al Dios verdadero.” De modo que la muerte del hombre se enlaza con la vuelta del espíritu a Dios, lo cual indica que la vida del hombre depende de alguna manera de ese espíritu.
En el texto de Eclesiastés 12:7 en el lenguaje original, la palabra hebrea traducida “espíritu” o “aliento vital” es rúaj. El término griego correspondiente es pneuma. Aunque nuestra vida sí depende del proceso de la respiración, la palabra española “aliento” (como muchos traductores suelen verter las palabras rúaj y pneuma) no es siempre una apropiada traducción sustituta para “espíritu.” Además, otras palabras hebreas y griegas, a saber, neshamah (hebreo) y pnoé (griego), también se traducen “aliento.” (Vea Génesis 2:7 y Hechos 17:25.) No obstante, es digno de notarse el hecho de que, al usar “aliento” como versión sustituta para “espíritu,” los traductores están mostrando que los términos en el lenguaje original aplican a algo que no tiene personalidad pero que es vital para la continuidad de la vida. Pero esta fuerza animadora no es sencillamente aliento. ¿Por qué no? Porque la vida permanece en las el “espíritu” es manifiestamente una fuerza vital invisible, activa en toda célula viviente del cuerpo del hombre. ¿Está activa solo en el hombre esta fuerza vital? Lo que se declara en la Biblia nos puede ayudar a llegar a una sólida conclusión en cuanto a esto. Sobre la destrucción de la vida humana y animal en un diluvio global, la Biblia informa: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento [neshamah] de la fuerza [rúach, espíritu] de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió.” (Génesis 7:22) En Eclesiastés 3:19 se señala el mismo punto fundamental con relación a la muerte. “Porque lo que ocurre con los humanos y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte de éstos, así es la muerte de aquéllos. Todos tienen un mismo aliento; [Rúach], el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad.” Por consiguiente, el hombre no es superior a los animales en lo que tiene que ver con el espíritu que anima su cuerpo. El mismo espíritu invisible o fuerza vital en común a ambos En cierto sentido, el espíritu o la fuerza vital activa tanto en los animales como en el hombre pudiera compararse a un flujo de electrones o forma de energía.
De manera similar, tanto las criaturas humanas como los animales “tienen un solo espíritu,” una sola fuerza activadora. El espíritu o fuerza vital que le hace posible al hombre ejecutar funciones de la vida de ninguna manera difiere del espíritu que les hace posible a los animales hacer eso. Ese espíritu no retiene las características de las células del cuerpo muerto. Por ejemplo, en el caso de las células cerebrales, el espíritu no retiene la información almacenada allí y continúa los procesos del pensamiento por separado de estas células. La Biblia nos dice: “Sale su espíritu [rúach], él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.”—Salmo 146:4. Puesto que esto es lo que sucede, la vuelta del rúach o espíritu a Elohím sencillamente no podría querer decir que la existencia consciente continúa. El espíritu no continúa los procesos del pensamiento humano. Es solo una fuerza vital que no tiene existencia consciente por separado de un cuerpo.
¿CÓMO VUELVE A DIOS EL ESPÍRITU?
Entonces, ¿cómo vuelve a Dios esa fuerza invisible, impersonal, o espíritu? ¿Vuelve a su presencia literal en el cielo?
La manera en que la Biblia usa la palabra “volver” no exige en todo caso que pensemos en un movimiento efectivo de un lugar a otro. Por ejemplo, a los israelitas infieles se les dijo: “‘Vuelvan a mí, y yo ciertamente volveré a ustedes,’ ha dicho Yahwéh de los ejércitos.” (Malaquías 3:7) Obviamente esto no quería decir que los israelitas hubieran de salir de la Tierra y entrar en la presencia misma de Elohím. Tampoco quería decir que Yahwéh dejaría su posición en los cielos y comenzaría a morar en la Tierra con los israelitas. Más bien, el “volver” los israelitas a Yahweh significaba volverse de un proceder incorrecto y amoldarse de nuevo al camino justo de El. Y el “volverse” de Yahwéh a Israel significaba que volvería su atención favorable a su pueblo de nuevo. En ambos casos la vuelta implicaba una actitud, no un movimiento literal de una ubicación geográfica a otra.
En la muerte no tiene que haber un traslado efectivo de la Tierra a la región celestial para que ‘vuelva a Elohim.’ Pero la dádiva o concesión de existencia como criatura inteligente, de que disfrutaba antes la persona que ha muerto, ahora revierte a Yahweh. Lo que se necesita para animar a la persona, a saber, el espíritu o fuerza vital, está en las manos de Elohim.—Salmo 31:5; Lucas 23:46.
La situación pudiera compararse con la del acusado que le dice al juez: ‘Mi vida está en sus manos.’ Quiere decir que lo que le pase a su vida depende del juez. El acusado no puede hacer nada en el asunto. Ha salido de sus manos.
De manera similar, en el caso de un muerto, él no tiene control sobre su espíritu o fuerza vital. Ésta ha regresado a Yahwéh en el sentido de que él controla la posibilidad de vida en el futuro para el individuo. Le toca a Elohím decidir si le ha de restaurar el espíritu o fuerza vital al difunto proporcionarle un cuerpo nuevo distinto y glorioso pero un recuerdo de todo lo que era como persona. Véase 1ª Corintios capítulo 15. S.LL.M.