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Las escrituras están repletas de pasajes orientados a tener amor por nuestro prójimo, como por ejemplo estos que citamos. Lucas 6:31: “Traten a la gente como quieren que ellos los traten. Romanos 13:8-10 No le debas nada a nadie, excepto el amarse el uno al otro, porque cualquiera que ame a su prójimo a cumplido con la ley, Pues los mandamientos: “No cometas adulterio,” “No asesines,” “No robes,” “No codicies,”[Ex 13-17, De 5:17-18] y cualquier otro, están resumidos en una : “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”[Le 19:18] 10 El amor no hace daño al prójimo; por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley.
Gálatas 5:13,14 Porque vosotros, hermanos, fueron llamados para ser libres, Sólo que no dejen que esa libertad se convierta en una excusa para permitir que su vieja naturaleza haga lo que quiera. Por el contrario, sirvan el uno al otro con amor. Porque toda la ley está resumida en una oración: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”,
Al analizar esta Palabra, nos damos cuenta de que el amor no es una simple emoción, más allá del misticismo y de la religiosidad, es una decisión, pero una decisión práctica.
En el Evangelio de Lucas 10:25-37 Un legista en la Ley se levantó y trató de tenderle una trampa, preguntando: “Rabí, ¿qué debo hacer para obtener vida eterna? El le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lo lees?” El respondió: “Amarás a YAHWEH tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza, y con todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.”[De 6:5, Le 19:18] 28 “Esa es la respuesta correcta,” Jesús le dijo: “Haz eso, y tendrás vida:” Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Con respecto a la pregunta, Jesús le dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cuando fue atacado por ladrones. Lo despojaron hasta desnudarle; y lo golpearon, dejándolo medio muerto, se fueron. casualmente, un sacerdote pasaba por el camino; pero cuando lo vio, pasó por el lado opuesto. Asimismo un Levi llegó al lugar, lo vio, y también pasó por el lado opuesto. “Pero un hombre de Samaria, que viajaba, llegó a él; y cuando lo vio, fue movido a compasión. Así que se acercó, puso aceite y vino en sus heridas, y las vendó. Entonces le montó en su propio asno, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó el jornal de tres días, se lo dio al mesonero, y le dijo: ‘Cuídale y si gasta más que esto, te pagaré cuando regrese. De estos tres, ¿cuál, te parece a ti, que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?” El respondió: “El que tuvo misericordia de él.” Jesús le dijo: “Ve y haz tú lo mismo.”
Aquí vemos tres actitudes, la del Sacerdote, la del Levita, hombres religiosos que tenían conocimiento de la Ley, y uno lo rodea y sigue adelante y el segundo también pasó de largo, cuando llega el hombre de Samaria, una raza despreciada por los Judíos, él se acerca a aquel hombre y fue movido a misericordia, su reacción no fue el resultado de una emoción sino del amor por su prójimo, ¿ qué hace por él?, vendó sus heridas, le pone aceite y vino, (un medicamento que se utilizaba en aquellos tiempos), lo montó en su asno, lo lleva al mesón, lo cuida, luego saca el jornal de tres días y pagó para que lo siguieran cuidando.
Jesucristo nos dice en: “Lucas 6: 36 Sean misericordiosos, así como su Padre es misericordioso. La misericordia producirá un fruto práctico para ayudar a otros, más que sentir una emoción cariñosa; si un pariente o cualquier persona tiene una necesidad no solo material, puede ser afectiva o espiritual, y nosotros la podemos suplir, la misericordia nos impulsará a ayudarlo, totalmente independiente de nuestras emociones, será una decisión práctica movida por el amor hacia el prójimo.
Mucho se ha escrito en torno al AMOR, pero yo diría que la síntesis real del AMOR está bien demostrada en la profundidad de las palabras inspiradas y que Saulo de Tarso nos transmite en su Primera Epístola a los Corintios capitulo 13 , todo lo demás que se pueda añadir ya se basa precisamente en cada faceta de esta clase de AMOR; y es que Amar, darse uno mismo sin esperar nada a cambio.
Deberíamos de dar por el placer de dar, y no para recibir el agradecimiento de la persona a quien le damos algo.
La mejor manera de dar, es hacerlo con discreción, sin que nadie se de cuenta: este es el verdadero obsequio que proviene del “ser” en vez de un obsequio proveniente del “tener”. Tal vez este pensamiento te haga recordar las célebres palabras del Señor que dijo: “…que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”.
Hacer un obsequio por “tener”, no tiene más fin que el reconocimiento de la persona que lo hace, es decir, es ir a que a uno le den las gracias: “yo te doy algo, y por ello espero de ti que me des las gracias, lo cual me hará sentir importante”. Esto es lo contrario de la humildad.
Aquel quien más ama, es aquel quien más da. Quien más ama, es aquella persona que se pregunta como hacer para traer la felicidad a los demás. Y al mismo tiempo, es también quien se enriquece más, al contrario de lo que pasa con el dinero: cuanto más dinero uno da, con menos dinero uno se queda. Con el amor es a la inversa: mientras más amor uno reparta, más amor uno tendrá. Si uno reprime su amor, éste se empobrece, se disminuye, se vuelve mezquino, se atrofia, y se desvanece. Pero si damos amor, entonces como por arte de magia éste se multiplica y recibimos más todavía.
Demos nuestro amor de manera que la persona que lo reciba se sienta lo más feliz posible. Den felicidad a los demás, denles armonía, incrementen su felicidad, y no sólo eso, sino ayúdenles a que sean más felices que ustedes mismos.
Den amor, ofrezcan pequeñas atenciones siempre. Conviertan cada día en un día de amor hacia el semejante
Nosotros somos fruto del AMOR entregado como un regalo divino. ¡Es un regalo divino! Hemos sido creados del polvo o elementos químicos de nuestro planeta. Podríamos continuar siendo simplemente tierra o polvo y ello no tendría gran repercusión en relación con el universo infinito. Sin embargo, nuestros creadores, Yahweh y Su Obrero Maestro Jesucristo, en su existencia pre-terrestre, decidieron algo distinto. Ellos tomaron este polvo del planeta y le dieron conciencia, o mejor dicho, otorgaron al polvo la.oportunidad de ser consciente. ¡Hay una gran diferencia entre las dos cosas!, dado que si no utilizamos nuestra conciencia, uno no deja de ser más que materia en movimiento. En realidad sería mejor que continuáramos siendo polvo, si lo único que somos capaces de hacer es desplazarnos dentro del espacio y el tiempo…puesto que cuando vamos esparciendo polvo, lo único que hacemos es ensuciar. Si Elohim nos ha creado, es para pasarnos el turno de otorgar la conciencia al polvo, permitiendo de esta manera que otras motas de polvo en el universo puedan ser conscientes. Nosotros, los seres humanos, tenemos como misión el crear la vida, pero más importante todavía, tenemos la misión de transmitir la conciencia a esa vida. Una conciencia capaz de adorar y de tener una relación intima con El Creador y Su Hijo Jesucristo. Esta es la razón principal de nuestra existencia.
Desde el momento en que uno toma conciencia de lo que es, junto con la toma de conciencia de que hay otras personas o conciencias alrededor, el amor entra a formar parte del hábitat. Es entonces cuando llegas a entender que la persona que está a tu lado es una creación de Dios, y que en realidad todos los seres humanos somos extensiones los unos de los otros. Amar, significa dejar de considerar como extrañas a las demás conciencias que viajan contigo en este mismo instante de eternidad. Y es que en verdad, como indica las Escrituras “somos linaje de Aquel”.
Lo que ocurre, es que muchas veces nos cegamos por nuestra falta de humildad, y no queremos ver la realidad. El engreimiento humano que cree saberlo ya todo nos impide reconocer la profundidad del verdadero AMOR. Y lo contrario, la humildad en si misma, eso es precisamente una de las manifestaciones del AMOR.
¿Podremos algún día calcular el nivel de amor? Hoy difícilmente. Algún día comprenderemos a plenitud la realidad de tal AMOR, y así” cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado”. Comprenderemos que en realidad, no hay ninguna separación real entre los seres humanos. Todos constituimos una masa viviente en la que vivimos. No hubiera sido muy difícil que una o uno fuera otra persona, o que esa otra persona fuera “yo”. Sin embargo en estos momentos uno es uno mismo y no hay otro igual a si en el sentido más pleno de la palabra.
La cosa que ilumina más nuestra existencia, más allá de la sabiduría, más allá de todas las grandes enseñanzas filosóficas de los mayores profetas, es el AMOR.
DIOS ES AMOR
El amor, es una palabra que se puede utilizar de muchas maneras. En Las Escrituras se nos enseña que Dios no tiene simplemente AMOR, sino que “ES AMOR” (1Jn 4:8): “Los que no aman, no conocen a YAHWEH, porque YAHWEH es amor.” Nosotros por estar ligados en semejanza a El podemos y debemos también “SER AMOR” cuando tomamos conciencia de la conexión que tenemos con los demás, en vez de quedarnos fijos en nosotros mismos. ¿Cómo podemos dar amor a los demás si no lo tenemos para nosotros mismos?. Nosotros no podemos dar aquello que no tenemos. Amar a nuestro vecino es bueno. Pero amar a aquellos que están lejos de nosotros es todavía mejor.
En la época del Mesías, como vimos por la lección magistral que él dio mediante la parábola del Buen Samaritano, el amar al prójimo era sumamente importante, era una cosa urgente. La gente en el mundo greco-romano de los días de Jesucristo y los apóstoles, no consideraba la vida como algo importante. En aquella época, la gente no tenía reparos en matar a su vecino o a si mismo suicidándose. Sin embargo, hoy en día estamos conscientes de que debemos ser personas civilizadas, bueno, al menos un poco… Esta es la siguiente etapa, en la que uno debe de poner los intereses de los demás delante de los intereses personales.
Hay que amar al extranjero más que a nuestro próximo. Las guerras siempre son creadas por aquellas personas que pretender amar a sus prójimos. Amamos a los nuestros pero no a aquellos que habitan en el otro lado del río, y luego amamos a los nuestros pero no aquellos que habitan en la frontera… Esta forma de pensar es la causante de las guerras y los genocidios.
La única manera de cambiar a la humanidad, es amando a los extraños más que a nuestros conocidos. Todos hemos estado orgullosos en un momento u otro de pertenecer a nuestro grupo étnico, o religioso, orgullosos de ser de tal o cual país, y luego quizás también, orgullosos de ser seres humanos. Esto es normal, y es la evolución personal de cada uno. Sin embargo, hay que ir más allá de estas cosas y ello precisa de tiempo. Hay que esforzarse para ir a conceptos más elevados. Abandonen este tipo de amor basado en la discriminación que causa separaciones, entre un pueblo y otro, entre un país y otro, entre un planeta y otro, hasta que poseamos un amor universal que lo abarque todo.
Hay que ir más allá del racismo. Eliminar el racismo significa no ver la diferencia de colores… Eliminar la discriminación. Eliminarla es no percibir las diferencias físicas, las diferencias de comportamiento, las diferencias entre sexos. No hay que verse a si mismos sino percibir a las otras conciencias que se comunican con la propia conciencia.
El racismo, la falta de amor, la discriminación, todos estos perjuicios nos ponen límites, nos privan de tener una comunicación completa entre conciencias. ¡Y cada vez que nos ponemos límites, somos nosotros los que salimos perdiendo!
Jesucristo nos enseñó a “SER UNO”, tal como él y su Padre Yahweh SON UNO por tanto, no hay separación alguna entre nosotros, excepto la que nos inventamos nosotros mismos y que nos separa a unos de los otros. Somos UNO y el resto no es más que pura falacia.Todos somos UNO y es muy hermoso el sentir esta fluidez cuando estamos amando.
AMARSE FIRMEMENTE EL UNO AL OTRO
El apóstol Pedro, uno de los presentes en la última cena pascual judía con Jesucristo, captó bien el punto. Años más tarde, poco antes de la destrucción de Jerusalén (70 D.C.), destacó en sus cartas la importancia del amor cuando aconsejó a los cristianos: “Más que nada, permanezcan amándose el uno al otro firmemente” 1 Pedro 4: 8. Pero ¿qué es“amarse firmemente el uno al otro”? ¿Por qué es importante que sintamos ese amor por los demás? ¿Cómo lo demostraremos?
Pedro no se refería a cualquier tipo de amor, sino al más noble. La palabra amor empleada en 1 Pedro 4:8 traduce el término griego AGÁPE, Un amor altruista basado en principios o gobernado por ellos.
Eso no significa que debamos amarnos por pura obligación, pues la palabra a·gá·pe abarca los matices de cariño y afecto. De hecho, Pedro dijo que debíamos tener “amor firme” [literalmente, la palabra griega que se vierte aquí es “que se extiende”] unos para con otros”. Claro está, mostrar dicho amor exige esfuerzo. Cierto especialista dijo lo siguiente sobre el vocablo griego que se traduce “intenso”: “Evoca la imagen de un atleta que tensa los músculos al máximo cuando hace el último esfuerzo para cruzar la meta”.
Así pues, no es asunto de amar solo a unas cuantas personas o hacer únicamente lo que nos resulte fácil. El amor cristiano exige “extender” el corazón, amar más, aunque resulte difícil (2 Corintios 6:11-13). Es evidente que tal amor es una cualidad que ha de cultivarse, al igual que un deportista debe entrenarse para mejorar su rendimiento. ¿Por qué es vital tener esa clase de amor mutuo? Existen al menos tres razones.
¿POR QUÉ DEBEMOS “AMARNOS FIRMEMENTE” UNO AL OTRO?
En primer lugar, “porque el amor es de Dios” (1 Juan 4:7). Fue YAHWÉH, la Fuente de esta atrayente cualidad, quien nos amó primero. El apóstol Juan dice: “Así es como YAHWEH mostró Su amor para con nosotros: YAHWEH mandó su único Hijo al mundo, para que por medio de El pudiéramos tener vida. Esto es lo que el amor significa: no es que nosotros amemos a YAHWEH, sino que El nos amó a nosotros, y envió a su Hijo para ser Kapparah por nuestros pecados.” 1 Juan 4: 8, 9.
Elohim “envió a su Hijo” para que este viviera como un ser humano, cumpliera con su ministerio y muriera en la cruz: todo esto con el objetivo de que “nosotros consiguiéramos la vida”. ¿Cómo deberíamos responder a esta expresión suprema del amor divino? Juan nos contesta: “Amados amigos, así es como YAHWEH nos amó; asimismo nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Juan 4:11). Notemos que Juan no escribió: “Si Dios te amó así”, sino: “Si [Dios] nos amó asimismo a nosotros”. Está claro, pues, que si el Saddai ama a nuestros santos amados hermanos, nosotros también deberíamos amarlos.
EL AMOR ES ACCIÓN
El amor, como ya se ha dicho, nos va a impulsar a socorrer a los necesitados, en ocasiones veremos como no solo nosotros sino también nuestros hermanos necesitarán ayuda material (1 Juan 3:17, 18). Por ejemplo, ¿hay alguien que haya perdido el empleo o sufrido un fuerte revés económico? En tal caso, es cuando debemos acudir de inmediato para ayudarle materialmente, no es preciso preguntar siquiera si quiere ayuda, más bien debemos darla si está en nuestra mano hacerlo (Proverbios 3:27, 28; Santiago 2:14-17). ¿Necesita reparaciones la casa de cualquier y por cualquier circunstancia adversa no hay nadie para que se la repare o es tan costoso que difícilmente uno puede pagárselo? Entonces debemos tomar la iniciativa y ayudar (Santiago 1:27).
Pero no debemos limitarnos a manifestar amor tan solo a quienes viven cerca de nosotros o solo a nuestros hermanos de creencia. Existen muchas necesidades a nuestro alrededor que debemos socorrer sean o no de nuestras mismas creencias. También a veces nos enteramos de que de otros países han sufrido a causa de fuertes tormentas, terremotos o disturbios civiles o guerras. Quizá necesiten con urgencia comida, ropa y otros artículos. Sin importar su raza o etnia, mostramos amor y por eso las Escrituras nos estimulan diciendo:“permanezcan amando la fraternidad” 1 Pedro 2:17 . De modo que, al igual que las iglesias del siglo primero, estamos deseosos de apoyar las labores de socorro que se organizan (Hechos 11:27-30; Romanos 15:26). Es cierto que hay diversas instituciones que ejercen sus tareas de socorro y acciones humanitarias, pero nosotros como amados debemos ir más allá y tomar acción de inmediato siempre de modo organizado y siguiendo las pautas de las autoridades gubernamentales cuando hay desastres naturales o epidemias en la zona donde vivimos. Cuando manifestamos el amor de esas maneras, estrechamos nuestros vínculos de hermandad cristiana.
LAS CUATRO CLASES DE AMOR EN LAS ESCRITURAS
Es interesante el hecho de que los griegos de la antigüedad tenían cuatro palabras para “amor”. storge, phileo, ágape, y eros.
El AMOR ÁGAPE
Agápē aparece con más frecuencia que los otros términos en las Escrituras
Las Escrituras, hablan del amor que se basa en principios, como por ejemplo: amor por la justicia o incluso por los enemigos, por quienes normalmente no se sentiría afecto. Esta faceta o expresión del amor consiste en un despliegue desinteresado de actos hacia todo lo que es justo y en un interés sincero por el bienestar duradero de otras personas.
Las palabras hebreas que se utilizan principalmente para denotar amor en los sentidos supra citados son: ’a·hév y ’a·háv (amar), junto con el sustantivo ’a·haváh (amor), y es el contexto lo que determina el sentido específico de amor que representan.
El N.T. emplean principalmente formas de las palabras agápē, y phileo y dos palabras derivadas de storge.
El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento (de W. E. Vine, 1984, vol. 1, pág. 87) dice sobre el sustantivo agápē y la forma verbal agapáō: “El amor sólo puede ser conocido en base de las acciones que provoca. El amor de Dios se ve en la dádiva de Su Hijo, 1 Jn 4:9, 10. Pero es evidente que no se trata de un amor basado en la complacencia, ni afecto, esto es, no fue causado por ninguna excelencia en sus objetos, Ro 5:8. Se trató de un ejercicio de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin otra causa que aquella que proviene de la naturaleza del mismo Dios, Dt 7:7, 8”.
EL AMOR PHILÉO
Luego hay la palabra griega filía, que denota afecto (sin aspectos sexuales) entre amigos, como entre dos hombres o mujeres maduros. Tenemos un excelente ejemplo de esto en el amor mutuo entre David y Jonatán. Cuando se dio muerte a Jonatán en una batalla, David expresó esta lamentación por él: “Estoy angustiado por ti, hermano mío, Jonatán, muy agradable me fuiste. Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres”. 2 Samuel 1:26. También nos enteramos de que Mesías mostró cariño especial al apóstol Juan, quien fue conocido como el discípulo “a quien le tenía cariño Jesús”. Juan 20:2.
Con respecto al verbo philéō, Vine comenta: “Se debe distinguir de agapaō en que phileō denota más bien un afecto entrañable […]. Además, amar (phileō) la vida, en base de un deseo indebido de preservarla, con olvido del verdadero propósito de vivir, se encuentra con la reprobación del Señor, Jn 12:25. Al contrario, amar la vida (agapaō) tal como se usa en 1 P 3:10, significa considerar el verdadero motivo de vivir. Aquí, la palabra phileō sería totalmente inapropiada” (vol. 1, pág. 88)
La Exhaustive Concordance of the Bible (de James Strong, 1890, págs. 75, 76) hace la siguiente observación en la sección del diccionario griego bajo el término filéō: “Ser un amigo de (tener cariño a [un individuo o un objeto]), es decir, sentir afecto por (en el sentido de apego personal, bien por sentimiento o emoción; mientras que [a·ga·pá·ō] es más amplio, y abarca especialmente la decisión de amar después de un juicio y asentimiento deliberado sobre la base de los principios, el deber y el decoro […])”.
Se trata pues, del cariño Intenso o apego afectuoso, como el que existe entre amigos verdaderos.
La palabra hebrea ja·scháq, traducida ‘mostrar afecto’ en Deuteronomio 7:7, tiene el significado básico de “apegarse a”. (Gé 34:8.) Es como el verbo griego philéō se traduce ‘tener cariño’, ‘gustar’, ‘tener afecto’ y ‘besar’. (Mt 10:37; 23:6; Jn 12:25; Mr 14:44.)
‘Tener cariño’ expresa un vínculo muy estrecho, como el que existe en una familia unida. Jesucristo sintió este gran cariño por su amigo Lázaro, de modo que “cedió a las lágrimas” cuando este murió. (Jn 11:35, 36.) Se usa la misma expresión para denotar el fuerte apego afectuoso que Yahweh tiene a su Hijo y a los discípulos de este, así como el afecto de estos por el enviado de Dios. (Jn 5:20; 16:27; compárese con 1Co 16:22.)
EL AMOR STORGUÉ
Una de las raíces de este término compuesto, stérgō, se usa con frecuencia para denotar cariño natural, como el que existe entre una madre que cria y su bebé. El término griego, es el fuerte amor entre parientes, o el afecto natural, que se basa en consanguinidad, para el cual los griegos tenían esta palabra STORGUÉ. Por eso en países anglosajones dicen que “la sangre es más espesa que el agua”. Tenemos un excelente ejemplo de esto en el amor que le tenían las hermanas Myriam y Marta a su hermano Lázaro. El hecho de que él significaba mucho para ellas se puede ver por la gran angustia que sintieron debido a la muerte súbita de él. ¡Y cuánto se regocijaron cuando Jesucristo resucitó al hermano amado de ellas, Lázaro! (Juan 11:1-44.)
El amor de una madre a su hijo o hija es otro ejemplo de esta clase de amor. (Compárese con 1Tesalonicenses 2:7.) Así, Yahwéh, para subrayar el gran amor que le tenía a Sión, declaró que era mayor que el de una madre a su hijito. (Isaías 49:15.)
El apóstol Pablo animó a los cristianos a cultivar esta cualidad. (Ro 12:10.) La falta de amor en la familia hace que ciertos jóvenes huyan de su hogar, y que algunos hijos ya crecidos descuiden a sus padres de edad avanzada. (Compárese con Proverbios 23:22.) También se ve falta de cariño natural en la abundancia del abuso de menores… el que algunos padres golpeen tan cruelmente a sus hijos que estos necesiten hospitalización. También se ve la falta de amor por parte de los padres por el hecho de que muchos de ellos no disciplinan a sus hijos. El dejar que los niños hagan lo que les plazca no es prueba de amor; más bien, es escoger el camino más fácil. El padre que verdaderamente ama a sus hijos los corrige cuando esto es necesario. (Proverbios 13:24; Hebreos 12:5-11.)
EL AMOR ÉROS
La palabra éros denotaba amor romántico asociado con la atracción sexual. La Versión de los LXX usa formas de ese término en Proverbios 7:18 y 30:16, y hay otras referencias al amor romántico en las Escrituras Hebreo arameas
En el A.T. Lemos que Isaac “se enamoró” de Rebeca. (Génesis 24:67.) Un ejemplo verdaderamente notable de esta clase de amor se halla en el caso de Jacob, pues parece que él se enamoró a primera vista de la hermosa Raquel. De hecho, “Jacob procedió a servir siete años por Raquel, pero a sus ojos resultaron como unos cuantos días debido al amor que le tenía”. Génesis 29:9-11, 17, 20.
El Cantar de los Cantares también trata sobre el amor ÉROS entre un pastor y una doncella un amor que era una fuente constante de mucha felicidad y gozo. En Proverbios 5:15-20. Nos dice que es solo con el amor de la mujer y el hombre que puede estar“en un éxtasis constante”.
LA DIFERENCIA ENTRE AMOR PHILÉO Y AMOR ÁGAPE
Debe notarse que hay una diferencia entre los verbos griegos philéō y agapáō, aunque muchos traductores no hagan una distinción entre ellos. Sobre esta desemejanza, F. Zorell (Lexicon Graecum Novi Testamenti, París, 1961, col. 1402) dice: “[Agapáō] significa una clase de amor, por alguien o algo, que nace libremente y con nuestro consentimiento debido a razones claramente perceptibles; [philéō] difiere en que indica una clase de amor tierno y afectuoso como el que surge de forma espontánea en nuestra alma por parientes y amigos, o por cosas que consideramos agradables”.
Es digno de mención el uso de estos dos verbos en Juan 21:15,16 verbo agapáō cuando en dos ocasiones le preguntó a Pedro si lo amaba dos veces Pedro encarecidamente que le tenía cariño, para lo que usó la palabra más íntima fi·lé·ō. (Jn 21:15, 16.) Por fin, Jesucristo preguntó: “¿Me tienes cariño?”, y Pedro de nuevo le aseguró que así era. (Jn 21:17.) De este modo demostró el apego afectuoso y personal que le tenía a su Maestro.
Todos debemos de tenemos esa clase de amor fraternal (gr. Philadelfía, literalmente, “cariño de hermandad” o “cariño hacia el hermano” ). (Ro 12:10; Heb 13:1; ver también 1Pe 3:8.) Así, las relaciones deberían ser íntimas, fuertes y muy afectuosas, más incluso que si fuese como en una familia natural pues por experiencia, sabemos que muchas veces la familia natural no se porta como una verdadera familia. Aunque ya manifestemos ese amor fraternal, se nos recuerda e insta a los que formamos parte de la familia cristiana a que lo hagamos en medida más plena,, pues 1Te 4:9, 10. Dice:
“En lo que concierne al amor fraternal no necesitamos escribirles, porque vosotros mismos habéis sido enseñados por Dios a amarse los unos a los otros,y vosotros amáis a todos los hermanos por toda Macedonia. Pero les instamos, hermanos, hacerlo más y más”
La palabra griega philóstorgos, cuyo significado es “que tiene tierno cariño”, se emplea para referirse a una persona que disfruta de una relación íntima y afectuosa con otra.
El sustantivo griego filía (amistad) solo se emplea una vez en el N.T. , cuando Santiago advierte que “la amistad con el mundo es enemistad con Dios. […] Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo [gr. phílos] del mundo está constituyéndose enemigo de Dios”. Santiago 4:4
Por lo tanto, a·gá·pē conlleva el significado de amor basado o gobernado por principios. Tanto puede ser que incluya afecto y cariño, como que no, aunque en muchos pasajes está claro que sí lo incluye. En Juan 3:35 Jesús dijo: “El Padre ama [agapái] al Hijo”, y en Juan 5:20 afirmó: “El Padre le tiene cariño [philéi] al Hijo”. Ciertamente el amor que Dios siente por Jesucristo está lleno de afecto. Jesucristo también explicó: “El que me ama [agapen] será amado [ágapēthsetai] por mi Padre, y yo lo amaré [agapesō]”. (Jn 14:21.) A este amor del Abbá ,lo acompaña un tierno afecto hacia esas personas que les muestran amor. Los adoradores de Yahweh debemos amar a Yahweh y a Su Hijo Jesucristo y de corazón unos a otros, de la misma manera. (Jn 21:15-17.)
Sin embargo, si bien agápē se refiere al amor gobernado por principios, estos pueden ser buenos o malos. Cabe la posibilidad de expresar una clase incorrecta de a·gá·pē, guiado por principios malos. Por ejemplo, Jesucristo dijo:
“Si ustedes aman [agapáte] a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan sin interés a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan sin interés a los pecadores para que se les devuelva otro tanto”. Lu 6:32-34.
“Pero YAHWEH demuestra su propio amor [agápēn] por nosotros en que aun siendo pecadores, Jesucristo murió por nosotros. De modo que ya que hemos sido considerados justificados por medio del sacrificio de su muerte, ¡cuánto más seremos liberados, por medio de El de la ira del juicio de YAHWEH! Porque si siendo enemigos, hemos sido reconciliados con YAHWEH por medio de la muerte de su Hijo, ¡cuanto más seremos liberados por su vida, ahora que estamos reconciliados!” (Ro 5:8-10. DA)
Un ejemplo sobresaliente de ese amor se ve en los tratos de Dios con Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo. (Hch 9:1-16; 1Ti 1:15.) Por lo tanto, el amar a nuestros enemigos debería regirse por el principio que Yahweh ha establecido, y ese amor debería ejercerse en obediencia a sus mandamientos, tanto si entraña cierto cariño o afecto, como si no. S.LL.M.