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QUE QUISO TRASMITIR MATEO EN SU EVANGELIO EN LA PRIMERA PARTE DEL CAPITULO 24 CON RELACION A LA DESTRUCCION DEL Bet HaMikdash (TEMPLO) Y LAS CIRCUNTANCIAS QUE OCURRIERON EN JERUSALEN DURANTE EL PRIMER SIGLO.
Sobre el final del siglo diecinueve y durante todo el siglo veinte y todo el periodo que llevamos del siglo veintiuno, algunas religiones milenaristas de reciente creación, ante cualquier acontecimiento en la tierra de gran significado, sean guerras, catástrofes, movimientos políticos, etc., han relacionado estos acontecimientos en señales que marcan que la Parousía o segunda Venida de Yahshua está ya actuando, otros movimientos religiosos ante cualquier acontecimiento en la tierra, esperan que de manera inminente suceda la Parousía o segunda Venida ¿ Pero qué quiso decir Yahshua y que pudo comprender Matuya sobre la primera parte del capítulo de Mateo 24?
La evidencia histórica del primer siglo, demuestra que estas profecías fueron cumplidas en aquel tiempo, (como se mostrara a lo largo de este articulo) Aplicarlas al tiempo presente (Siglos xx y xxI) o pautar su cumplimiento para tiempos futuros, es ignorar o querer obviar las evidencias textuales y el testimonio histórico que sostienen su cumplimiento en el siglo primero.
Para quien escribió Matuya su Evangelio y en qué lengua lo escribió.
Matuya, (Mateo), escribió su Evangelio en el idioma y caracteres hebreos, los manuscritos común mente conocidos como Mateo Hebreo de Shem Tov, hallados en el tratado Even Bojan del rabino y doctor Shem Tov Ben Itzjaq Ibn Shaprut. Así como El historiador Eusebio de Cesárea (263-339) heredero de la extensa biblioteca Pamphilus, que conserva una copia del texto original de Mateo, sino el texto original mismo, confirma también en el capítulo 24 del tercer libro de su Historia Eclesiástica, que Mateo ” escribió en hebreo el Evangelio que lleva su nombre”. Jerónimo (331-420) autor de la versión latina de las Escrituras conocida como” La Vulgata”, confirma la existencia del evangelio hebreo de Mateo y declara: “Mateo, que es también Levi… compuso un evangelio… en el idioma y caracteres hebreos… Además, el mismo esta preservado hasta este día en Cesárea, en la biblioteca tan diligentemente coleccionada por Pamphilus” (Catalogo de Escritores Eclesiásticos).
Desde fechas tempranas es conocido que el Evangelio de Mateo fue escrito en hebreo, y que dicho texto hebreo con caracteres arameos era utilizado por los Nazoreos como se les llamaba a los seguidores de Yahshua ha Mashiyah; Hechos 24:5; 26:9.
La introducción del capítulo 24; dice>> Cuando salió Jesús del Bet HaMikdash, caminaba y se le acercaron sus discípulos para mostrarles las construcciones del Templo. Pero él les respondió:>> ¿Veis todo esto? Yo os aseguro: no quedara aquí piedra sobre piedra que no sea destruida. << Estando luego sentado en el monte de los olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: >> Dinos cuando sucederá eso <<. Esta es la parte que queremos analiza, para saber qué es lo que ocurrió en aquel tiempo.
Al ir dirigido a los de su raza, y a los seguidores de Yahshua, los acontecimientos que sucederían en la pregunta del Capi 24:3, >>Dinos cuando sucederá esto <. Ellos comprendieron muy bien lo que sucedería dentro de esa generación y lo que deberían de hacer para escapar de la tribulación que se acercaba.
Yahshua sabía muy bien lo que les decía a estos sus seguidores, y Mateo supo trasmitir en esta parte de su Evangelio lo que el Rabino y Santo Maestro les dijo. Porque él, Mateo es el único que narra este relato como testigo presente de dicha conversación.
Ahora bien aquí surge la pregunta de todos aquellos que vinculan los textos 6,7,8 sobre los acontecimientos que han sucedido en el siglo veinte y que seguirán sucediendo en el siglo veintiuno, ¿ No sucedieron estos acontecimientos de guerras, y de lucha de nación contra nación, hambres ,terremotos antes de la destrucción de Yerushalayim y su Bet HaMikdash? ¿Hubo cumplimiento de estos sucesos en el primer siglo? .Tenemos que recordar que el Evangelio fue escrito para Israelitas y los seguidores de Yahshua que podían entender y comprender que estos acontecimientos tenían que suceder dentro de la generación de ellos, Mateo 24:34, para que se cumplieran todos los hechos proféticos que Yahshua les había dicho.
Evidentemente si repasamos todo el contenido del capítulo 24 de Matuya, observamos que todos los rasgos que el evangelista nos narra en la primera parte del capítulo, son términos que solo sus discípulos judíos podían identificar, porque estaban dirigidos a la ciudad y su templo, un goin o gentil nunca hubiera podido identificar los rasgos que se pronunciaron en el principio este capítulo 24.No estamos diciendo con esto que aquellos hechos no se anunciasen más tarde al resto del mundo de los goin o gentiles como cumplimiento de aquella profecía y que en el mismo verso 3 la parte >> el signo de tu venida y el fin del mundo << no apuntaran a el tiempo de su SEGUNDA VENIDA.
Rasgos completamente judaicos que solamente ellos podrían comprender.
Ejemplos, que los Israelitas y Nazoreos seguidores de Yahshua el Mashiyah, comprenderían perfectamente ante los acontecimientos que sobrevendrían sobre Yerushalayim. Verso. 5 Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo Yo soy el Mashiaj.(solo el pueblo judío espera un Mashiyah) 15 la abominación de la desolación anunciada por el profeta Daniel. 16 Los que estén en Yehudah, huyan a los montes. 20 orad para que su huida no sea en invierno ni en día del Shabat. 21 etc. Nunca más habrá otra tribulación sobre Jerusalén como la que sucedió aquellos días, sobre las guerras y rumores de guerras, y la lucha de nación sobre nación que narra el evangelista debemos de remitirnos a los acontecimientos que sucedieron en el tiempo de antes de la destrucción de Yerushalayim y su Bet HaMikdash.
En el capítulo 24 de Mateo los textos del 1 al 26 aplican a los acontecimientos que ocurrirían antes de la destrucción e incluida la destrucción de Jerusalén y su templo, y todo lo relacionado con ello, estos acontecimientos que ocurrirían dentro de la generación de aquellos días, tenían que anunciarse >> Se proclamara esta Mazoret del Maljut (Buena Nueva del Reino) en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin 24.14. << Es decir el mundo habitado entonces, el mundo grecorromano. Hera preciso que antes del castigo sobre Israel su Templo y su ciudad Yerushalayim, todos los judíos del Imperio hayan oído La Mazoret (Buena Nueva), Hch 1:8; Rm 10:18. La Mazoret (El Evangelio) llego efectivamente a todas las partes vitales del Imperio romano antes de la destrucción del Templo el año 70 E.M. 1ª Ts 1:8; Rm 1:5.8; Col 1: 6.23. Todo esto probo de manera inequívoca que Yahoshua era el verdadero, Mashiaj esperado, cumpliendo los patrones proféticos de ser un profeta verdadero.
CITAS DE HISTORIADORES QUE NARRAN LOS SUCESOS QUE OCURRIERON ANTES DE LA DESTRUCCION DE JERUSALEN Y SU TEMPLO SOBRE GUERRAS Y INFORMES DE GUERRAS.
Las guerras de 66 y 132: el fin de Israel
Las primeras comunidades Mesiánicas tuvieron que padecer las dos revueltas de los judíos contra Roma. Dos guerras crueles hasta extremos inconcebibles y cuyo previsible desenlace supuso la aniquilación del judaísmo en su propia tierra.
El origen de la revuelta del año 66 d.C. es doble: la situación político-social de los judíos, sus enfrentamientos internos y los clamorosos errores provocados por el loco Nerón habían llegado a un punto en el que sólo cabía una solución: que todo el país estallara como una bomba. Y estalló. Con la excusa de la guerra contra la ocupación romana cada grupo religioso, bien surtido de fanáticos sanguinarios y todos ellos creyéndose ser el “mesías”, se dedicó a sacar el mayor partido posible del caos sin comprender lo que realmente habían hecho: iniciar una guerra contra Roma, la potencia militar más poderosa del mundo.
Unos incidentes provocados por el incompetente prefecto Gesio Floro y que costaron la vida de más de tres mil judíos sirvieron para que los zelotes, la secta más extremista de todas, consiguiera apoderarse de la fortaleza de Masada y pasar a cuchillo a la desprevenida guarnición auxiliar romana (en Israel no había destacadas legiones romanas, sino tropas auxiliares sirias que servían en el ejército romano pero que no eran ciudadanos romanos) para a continuación, hacerse con el control de Jerusalén. Una Jerusalén ya repleta de judíos dispuestos ya a lo que hiciera falta y que tomaron la fortaleza Antonia matando a toda la guarnición auxiliar romana y obligaron a las tropas del palacio de Herodes a refugiarse en las torres hasta que sin víveres se rindieron a cambio de la promesa de dejarles marchar. Pero todos fueron asesinados, y no sólo los auxiliares romanos, sino centenares de judíos “sospechosos”, entre ellos el Sumo Sacerdote. Todo el odio contenido durante siglos salió a la superficie. Por todo el Imperio Romano se sucedieron las matanzas de judíos y gentiles que se acuchillaban en las calles en medio de una orgía de sangre en la que, pasado el primer momento de sorpresa, siempre llevarían las de perder los judíos. Así, en Alejandría los judíos, que atacaron a los egipcios con saña fueron después masacrados sin piedad por la población que estuvo al borde de exterminarlos.
El legado propretor de Siria era Cestio Galo, un incompetente que bajó hacia Jerusalén con un tercio de sus tropas pero tuvo que retirarse al no poder asegurar sus suministros en el invierno del año 66. Este militar de opereta cometió los típicos errores del incapaz y se aventuró con sus tropas por las colinas de Beth Horon. Los romanos, que eran imbatibles en terreno despejado por su disposición táctica formando tres líneas intercambiables, tenían un punto débil: si les atacaban en plena marcha no podían formar las líneas y podían ser derrotados. Y eso fue precisamente lo que ocurrió. Los romanos, haciendo uso de su soberbia disciplina, consiguieron reagruparse y salir del atolladero, pero tuvieron que abandonar su caravana de provisiones y equipo pesado que los judíos llevaron en triunfo a Jerusalén. Ebrios con su triunfo pero sabiendo que Roma era imbatible en campo abierto, se dispusieron a resistir atrincherados tras los muros de la Ciudad Santa sin comprender que los romanos, maestros absolutos del arte del asedio, tenían todas las de ganar. En la primavera del año 67 el emperador Nerón ordenó a su general Flavio Vespasiano que iniciara la reconquista de Israel. Vespasiano tenía entonces 57 años y era el mejor soldado de Roma en aquellos momentos. Veinte años antes, siendo legado (comandante en jefe) de la Legión Augusta se había destacado heroicamente durante la conquista de Britania (Inglaterra) siendo emperador Claudio. Era un militar nato, con una tremenda experiencia de décadas de servicio en las legiones y un instinto guerrero ante el que los judíos nada podían oponer. Vespasiano tenía con él a su hijo Tito, un oficial de 27 años que había heredado las virtudes militares de su padre. Vespasiano tenía el mando de nueve legiones (cada legión se componía de unos 5.000 hombres) y aproximadamente el mismo número de auxiliares. Como los estados aliados estaban obligados a aportar sus tropas, el total de fuerzas a las órdenes de Vespasiano era de unos 100.000 hombres, aunque sólo utilizó para invadir Israel las legiones V, X y XV, unidades curtidas que nada tenían que ver con las tropas auxiliares sirias a las que los judíos habían derrotado. La legión X estaba al mando del legado español Trajano, el padre del futuro emperador.
Su sofisticado equipo, su soberbia disciplina y su superioridad táctica hacían de las legiones romanas unas auténticas máquinas de picar carne, pero aunque algunos judíos elevaron sus voces sensatas pidiendo llegar a un acuerdo con Roma, fueron acusados de traición y asesinados por los radicales que se habían hecho con el poder. Mientras, Vespasiano conquistaba Galilea al modo romano: ciudades arrasadas, decenas de miles de hombres ejecutados y mujeres y niños vendidos como esclavos. Con Roma no se jugaba, pero ya era tarde para que los judíos lo descubrieran… Ante aquella respuesta, el ejército judío que debía defender Galilea desertó aterrorizado ante el avance de las legiones y sus jefes, liderados por un noble llamado José, se refugiaron en una cueva donde decidieron suicidarse, pero José, que se las arregló para quedar el último, decidió entregarse a los romanos. Llevado ante Vespasiano, José predijo que en menos de un año el general sería emperador romano, lo que a Vespasiano le debió hacer gracia, porque le perdonó la vida, influido también por el hecho de que José tenía influyentes amistades en Roma y que siempre había manifestado su público rechazo a la guerra contra Roma. Este tal José no es otro que el famoso historiador Flavio Josefo, que se convertirá en el consejero judío de Tito y escribirá después la importantísima obra “La Guerra de los Judíos” que es el documento más preciso que tenemos sobre esta época y una auténtica maravilla historiográfica.
El modo de actuar de los romanos causó tal terror en las ciudades judías que la mayoría se rindieron sin oponer resistencia mientras miles y miles de judíos huían aterrorizados hacia Jerusalén. En la Ciudad Santa, el jefe de los zelotes, Juan de Giscala, inició una purga de “sospechosos” en la que fueron asesinados centenares de judíos. Los sacerdotes, apoyados por la mayoría del pueblo, les atacaron en el Templo y quedaron asediados allí, pero en su ayuda llegaron los idumeos que les liberaron y ambos grupos, zelotes e idumeos, se dedicaron a asesinar a centenares de sacerdotes y “sospechosos”. Jerusalén se tiñó de sangre. Los cristianos, horrorizados ante las matanzas, huyeron hacia el sur mientras Vespasiano cerraba poco a poco el cerco sobre la Ciudad Santa conquistando Samaria. En esos momentos de zozobra, los esenios de Qumrán escondieron sus textos en la gruta en la que serían hallados 1.879 años más tarde. En otoño del año 68 llegó la noticia de la deposición y muerte del loco Nerón y el nombramiento de Galba como emperador. Vespasiano envió a Tito a Roma para presentarle sus respetos al nuevo César, pero en Grecia se enteró del asesinato de Galba y regresó junto a su padre.
Mientras tanto, otro iluminado sediento de sangre llamado Simón Bar Giora, consiguió reunir una gran fuerza de judíos descontentos y atacó Idumea devastándola en represalia por las matanzas de Jerusalén. En medio de la guerra contra Roma, el pueblo de Israel se desangraba en inútiles guerras civiles. Cuando Simón Bar Giora llegó a Jerusalén se enfrentó a Juan de Giscala en una horripilante matanza que duró días y días y en la que murieron miles de judíos inocentes, atrapados entre los dos bandos. Para entonces se habían sucedido en Roma Galba, Otón y Vitelio como emperadores en un año y Vespasiano, harto del caos, se hizo proclamar emperador por sus tropas y dejando la guerra al cuidado de su hijo partió para Roma no sin antes poner en libertad a José, el que le había profetizado un año antes que sería emperador y al que se otorgaría más tarde la ciudadanía romana tomando el nombre de Flavio Josefo en agradecimiento a su salvador Flavio Vespasiano. Tito, magnífico general y un auténtico lujo de persona, completó el cerco de Jerusalén con las legiones XII, V y X.
En Jerusalén, los zelotes andaban a espadazos entre sí divididos en dos grupos que se dedicaban a quemarse las provisiones unos a otros. Esas provisiones que hubieran podido ayudar a mantener alimentada a la enorme población refugiada y que ahora veía como los romanos rodeaban la ciudad sin remedio… y sin alimentos. La conquista de Jerusalén fue terrible. Los romanos avanzaron metro a metro sobre un terreno defendido fanáticamente por los judíos en medio de un hambre atroz que mataba más judíos que los propios romanos mientras los hombres de Juan de Giscala, enloquecidos por el hambre, se dedicaban a torturar y asesinar a más y más judíos en medio de una sanguinaria orgía que parecía no tener fin. Tras conquistar la Antonia, Tito ordenó el asalto del último baluarte: el Templo. A pesar de las órdenes expresas de Tito para evitar su destrucción, en medio de la lucha se incendió y quedó destruido. Todos los zelotes fueron ejecutados salvo 700 que fueron enviados a Roma para figurar en el Triunfo de Tito en el que se mostraron al pueblo de Roma los tesoros sagrados del Templo tomados como botín. Simón Bar Giora fue ejecutado en Roma y Juan de Giscala condenado a cadena perpetua.
El resto de los sublevados fueron vendidos y acabaron muriendo en los juegos de gladiadores. Jerusalén fue destruida. En el año 73 el legado Flavio Silva conquistó la fortaleza de Masada acabando con la última resistencia de los 960 zelotes que prefirieron suicidarse antes que ser capturados.
La guerra del 66 al 73 fue desastrosa para Israel: Jerusalén destruida, la tierra de Israel bajo administración de guerra, todos los derechos del pueblo judío anulados, la obligación de pagar un impuesto especial por el simple hecho de ser judíos (el fiscus iudaicus), centenares de miles de muertos y un país completamente arrasado que tuvo que volver a empezar desde las cenizas de la total destrucción. Con el Templo destruido, el judaísmo pierde la referencia de culto que pasará a las sinagogas, por lo que la secta de los saduceos desaparece y toma mayor importancia la de los fariseos que, a partir de entonces, liderarán espiritualmente a los judíos. A partir de ese momento, los fariseos excluirán definitivamente a los cristianos de su concepto de nación. Los cristianos nacidos judíos ya no serán considerados sino como un pueblo aparte. Este apartamiento se ve claramente en el evangelio de Juan escrito quince años después de la toma de Jerusalén.
Roma contra Judea, Judea contra Roma—las guerras judeo-romanas
En 64, Nerón manda a Gesio Floro como procurador a la provincia de Judea. El historiador Flavio Josefo culpa a Floro de absolutamente todos los tumultos sucedidos en la zona, pero lo cierto es que, como hemos visto, no comenzaron con él —y, por ser judío y saduceo, las obras de Flavio Josefo siempre han de ser leídas con cautela (por ejemplo, tiene un escrito llamado “Contra los griegos”, en el que hace apología del judaísmo).
En Cesárea (ver el mapa del reino de Herodes), un judío simpatizante del helenismo sacrificó varios pájaros frente a la sinagoga, lo cual, en la mentalidad tradicional judía, “contaminaba” el edificio, como ya hemos visto antes varias veces. Con este precedente, pero con un largo historial de hostilidad anterior, las comunidades griega y judía de Cesárea se enzarzaron en una disputa judicial en la que, con mediación romana, ganaron los griegos. Bajo consejo de Gesio Floro, Nerón revocó la ciudadanía de los judíos de la ciudad —lo cual los dejaba a merced de la muy antijudía población griega.
Los griegos no tardaron en iniciar un masivo pogromo durante el cual masacraron a miles de judíos. Floro y los militares romanos (que lógicamente se identificaban antes con los griegos que con los judíos, y que quizás incluso planeaban utilizar a los griegos como vanguardia de limpieza étnica en la zona) no intervinieron para proteger a la judería ni pacificar a la ciudad, permitiendo que se asesinasen judíos y se profanasen sinagogas a babor y a estribor. Según Josefo, cuando los rabinos se llevaban los pergaminos sagrados para salvarlos de ser pasto de las llamas, Floro ordenó que se les arrojase en mazmorras. Esto fue demasiado para un grupo tan cohesionado como los judíos, y reaccionaron con más violencia, lo cual no hizo más que intensificar el pogromo y hacer que se extendiese a otras poblaciones, con las consiguientes represalias romanas.
Jerusalén, pues, comenzó a llenarse de refugiados judíos procedentes de Cesárea y otras zonas cuyas casas habían sido quemadas y cuyos bienes habían sido confiscados por los romanos, clamando venganza y rezumando resentimiento por todos los poros. La masacre de judíos en Cesárea resultó ser la desencadenante de una gran guerra que, de todos modos, llevaba tiempo gestándose.
PRIMERA GUERRA JUDEO-ROMANA: LA GRAN REVUELTA JUDÍA (66-73 EC)
El Oriente se quiere sublevar y Judas se quiere posesionar del dominio mundial.
(Tácito).
En el año 66, Floro llegó a Jerusalén, donde exigió un tributo de diecisiete talentos de la tesorería del templo. Eleazar ben Ananías, el hijo del sumo sacerdote, reaccionó cesando los rezos y sacrificios en honor al emperador de Roma, y mandó atacar a la guarnición romana. Ésta respondió matando alrededor de 3.600 judíos, saqueando el mercado, entrando en casas, arrestando a muchos de los dirigentes judíos, haciéndolos azotar en público y crucificándolos.
Al día siguiente, empero, la concentración de judíos había aumentado. El polvorín estaba a punto de saltar.
El 8 de Agosto de 66 EC los zelotes y sicarios dieron un rápido golpe de mano en Jerusalén: asesinaron al destacamento romano y pasaron a cuchillo a todos los griegos. De forma sincronizada, se alzaron los judíos de todas las provincias y colonias romanas. En Jerusalén se formó un consejo que envió 60 emisarios por todo el Imperio, con el trabajo de levantar a las diversas juderías. Cada uno de estos emisarios se declaraba el Mesías y proclamaba el comienzo de una suerte de “nuevo orden”. Herodes Agripa II, el etnarca de Judea, en vista de que las masas populares estaban en plena ebullición, optó por coger sus maletas y largarse de la provincia una buena temporada.
El efecto de esto fue la vuelta de levantamientos judíos y, como reacción, más pogromos antijudíos en Cesárea, Damasco y Alejandría, sin contar la intervención de las legiones romanas, que reprimieron duramente a las juderías de las mencionadas ciudades y también en Ascalón, Hipos, Tiro y Tolomaida (ver los mapas del anterior artículo). Los sectores judíos más moderados y sensatos aconsejaron apresurarse para llegar a un acuerdo con Roma, pero el criterio que iba a prevalecer en la dirección de la judería era el de los sicarios y zelotes, quienes, fanatizados, juraron luchar hasta la muerte, atrincherándose en las inexpugnables fortalezas de Jerusalén, fortificando las murallas de la ciudad y movilizando a toda la población.
A las órdenes de Nerón, Cestio Galio, el legado romano en Siria, concentró tropas en Acre (una plaza que sería muchos siglos después un centro estratégico importante de los cruzados europeos) con el objetivo de marchar sobre Jerusalén, devastar las poblaciones judías que hallase en su camino y aplastar la revuelta. Galio tomó la ciudad de Joppe, matando a 8.400 judíos (más adelante los refugiados se reagruparían en la ciudad y se dedicarían al bandolerismo y a la piratería, atrayendo sobre sí una segunda intervención romana, en la que la ciudad sería definitivamente arrasada y se matarían otros 2.400 judíos). Tras haberse topado con las sólidas fortificaciones de Jerusalén, las fuerzas de Galio se retiraron, y fueron interceptadas por los fanáticos judíos en una emboscada dirigida por elementos procedentes de los zelotes y los sicarios, que masacraron a 6.000 romanos en el mismo lugar en el que los macabeos habían derrotado a los macedonios siglos antes. Los judíos, emocionados por la simbólica repetición del acontecimiento, formaron un gobierno dirigido por los elementos más fundamentalistas, y acuñaron monedas con la inscripción “libertad de Sión”.
Este trágico desastre inicial sin duda hizo que las autoridades romanas se tomasen más en serio las operaciones de extinción de la rebelión. Nerón puso al general Vespasiano al mando de la represión. Con cuatro legiones (la V Macedonica, X Fretensis, XII Fulminata y XV Apollinaris, un total de 70.000 soldados, es decir, una fuerza formidable, aunque se enfrentaba a un enemigo muy superior en número), Vespasiano sofocó la revuelta judía en el norte de la provincia, reconquistando Galilea en el año 67 (capturando allí a Flavio Josefo, el famoso historiador) y Samaria e Idumea en el 68. Los líderes judíos Juan de Giscala (zelote) y Simón ben Giora (sicario) huyeron a la fortificada Jerusalén.
Tito Vespasiano.
Los disturbios étnicos en Egipto
En Alejandría, los griegos organizaron en el anfiteatro una asamblea pública para enviar una embajada al emperador. Los judíos, a los que les interesaba parlamentar con Nerón, acudieron en grandes multitudes, y en cuanto los griegos los vieron, empezaron a gritar, los llamaron sus enemigos, los acusaron de ser espías, corrieron hacia ellos y los atacaron (versión de Flavio Josefo). Otros judíos fueron asesinados mientras huían, y tres fueron apresados y quemados vivos. El resto de judíos no tardó en llegar para defender a sus correligionarios, comenzando a tirar piedras a los griegos y luego amenazando con incendiar el anfiteatro.
Tiberio Julio Alejandro, el gobernador de la ciudad, intentó convencer a los judíos de que no provocaran al Ejército romano, pero este consejo fue tomado como una amenaza: los tumultos prosiguieron y, en consecuencia, el gobernador, ya sin paciencia, introdujo dos legiones en la ciudad (la III Cyrenaica y la XXII Deiotariana) para castigar a la judería. Se les dio a las legiones carta blanca para matar a los judíos y también para saquear sus bienes, con lo cual los soldados entraron en el gueto y, según fuentes judías, quemaron casas con judíos dentro, matando también a mujeres, niños y ancianos hasta que todo el barrio estaba lleno de sangre y yacían muertas 50.000 personas.
Los supervivientes, desesperados, suplicaron a Alejandro pidiendo clemencia, y el gobernador se apiadó de ellos. Ordenó a las legiones que cesasen la masacre, y éstas obedecieron en el acto. Alejandro participaría después en el asedio de Jerusalén.
Asedio y caída de Jerusalén ―la destrucción del Segundo Templo
Ese mismo año 68, Nerón fue asesinado en Roma y estalló una guerra civil. Todo el Imperio Romano estaba en jaque. Por un lado, las numerosísimas masas judías, en plena ebullición, desafiaban su poder en Judea, y por otro, lo hacían en el seno de la misma Roma. Si el poder romano en Oriente flaqueaba, los partos hubieran podido aprovechar rápidamente para conquistar Asia Menor y fortificarse en la zona, lo cual hubiera sido una catástrofe descomunal para Roma. El gobierno estaba tambaleándose suavemente, pero Vespasiano volvió a Roma y luchó contra Vitelio, que pretendía ser sucesor de Nerón. Tras vencerle, Vespasiano fue nombrado emperador y confió a su hijo Tito las operaciones militares de represión y el asedio de la capital judía.
El hijo de Vespasiano era el General Tito. Mientras su padre fue a Roma a arrebatarle el trono a un gordo, él, con una edad de 26 años, quedó a cargo de la represión antisemita en Judea.
Tito rodeó Jerusalén con las cuatro legiones, cortando los suministros de agua y comida. Asimismo, incrementó las presiones sobre las necesidades de la ciudad permitiendo que los peregrinos entrasen a celebrar el Passover (la pascua judía) y luego impidiéndoles salir. En la Jerusalén asediada, la hambruna y las epidemias se cobraban miles y miles de vidas. Los judíos que constituían el núcleo duro de la rebelión —zelotes y sicarios— arrojaban muralla abajo a los pacifistas o los “contra-revolucionarios” sospechosos de no comulgar con la causa sionista, o de buscar un entendimiento con Roma para lograr condiciones favorables para su gente. Según algunos pasajes del mismo Talmud, los sicarios y zelotes (líderes como Menahem ben Jair, Eleazar ben Jair, y Simón Bar Giora) llegaron a cometer atrocidades contra la población civil judía, incluso impidiéndoles la llegada de alimentos, para forzarlos a ser obedientes y comprometerse con su causa.
Los defensores que constituían el elemento activo de la resistencia debieron ser en torno a 60.000 hombres, divididos en zelotes (al mando de Eleazar ben Simón, ocupaban la fortaleza Antonia y el templo) los sicarios (al mando de Bar Giora, centrados en la ciudad alta), y los idumeos y otros (al mando de Juan de Giscala). Existía una rivalidad manifiesta entre las facciones combatientes, que estallaba de vez en cuando en combates abiertos. La población de la Jerusalem fortificada superaba los tres millones de personas, de las cuales la mayor parte estaba dispuesta a luchar, esperando que su dios les echase una mano contra los infieles.
Mientras los romanos atacaban una y otra vez las fortificaciones con inmensas bajas por su parte, los zelotes salían de cuando en cuando de las murallas a hacer razzias en las que conseguían asesinar a soldados romanos desprevenidos. Tras una de estas acciones, Tito, en una táctica de intimidación muy patente, hizo desplegar, al pie de la ciudad, a su ejército en su totalidad, con el objetivo de amedrentar y desesperar a los asediados, y recurrió a Flavio Josefo, quien gritó a los asediados cosas bastante razonables, como “Dios, que hace pasar el Imperio de una nación a otra, está ahora con Italia” o “nuestro pueblo no ha recibido el don de las armas, y para él, hacer la guerra acarreará forzosamente ser vencido en ella”. Esto, al parecer, en los oídos de los resistentes judíos, dominados por sus supersticiones y seguramente esperando en cualquier momento una intervención del mismísimo Yahvé, sólo logró enardecerlos más, y le dispararon una flecha, hiriéndole en un brazo.
Flavio Josefo descendía de una larga línea sacerdotal saducea relacionada con la dinastía hasmonea de los tiempos pre-romanos. Durante la Gran Revuelta Judía, el Sanhedrín lo hizo gobernador de Galilea. Tras defender por tres semanas la fortaleza de Jotapata, se rindió a los romanos, quienes mataron a casi todos sus hombres. Él, que se escondió en una cisterna con otro judío, se salvó demostrando su gran formación e inteligencia, y prediciéndole al general Vespasiano su futuro nombramiento como emperador de Roma. Posteriormente, acompañaría a Tito y los romanos, quienes lo utilizaron para intentar negociar con el Sanhedrín.
Después de esto, los judíos lanzaron otra razzia súbita en la que casi logran capturar al mismísimo Tito. Los romanos estaban entrenados para los choques frontales con ejércitos enemigos, pero no estaban acostumbrados a la lucha sucia de la guerra de guerrillas, en la que la caballerosidad del combate quedaba totalmente anulada. En Mayo del 70, los romanos abrieron con sus arietes una brecha en la tercera muralla de Jerusalén, tras lo cual rompieron también la segunda y penetraron como un enjambre de avispas en la ciudad. La intención de Tito era dirigirse a la fortaleza Antonia, que estaba al lado del templo y constituía un punto estratégico vital de la defensa judía, pero en cuanto las tropas romanas superaron la segunda muralla, se vieron enzarzadas en violentísimos combates callejeros contra los zelotes y la población civil por ellos movilizada, y que a pesar de perder miles de hombres ante la superioridad del entrenamiento legionario en el cuerpo a cuerpo, siguieron atacando, hasta que se les ordenó retirarse al templo para evitar bajas inútiles. Josefo intentó, una vez más sin éxito, negociar con las autoridades asediadas para evitar que el baño de sangre siguiese creciendo.
La fortaleza Antonia había sido construida por Herodes en honor a Marco Antonio, quien le había apoyado. Las legiones de Tito, enfrentadas a una edificación construida con eficacia romana, tuvieron que sobrepasar mil calamidades para tomarla. En la imagen superior se aprecia cómo la fortaleza se encontraba pegada al templo.
Los romanos intentaron varias veces romper o escalar los muros de la fortaleza sin éxito. Finalmente, lograron tomarla en un asalto encubierto, durante el cual una reducida partida romana asesinó silenciosamente a los guardias zelotes, que estaban durmiendo. La fortaleza se llenó de legionarios. Aunque Tito planeaba utilizar la fortaleza como base para abrir una brecha en los muros del templo y tomarlo, un soldado romano (según Josefo, los romanos estaban enfurecidos contra los judíos por sus ataques traicioneros) arrojó una antorcha que le prendió fuego al muro. El Segundo Templo resultó arrasado, y para colmo de la judería, las llamas se extendieron rápidamente a otras zonas residenciales de Jerusalén. Al ver su templo siendo pasto del fuego, muchos judíos se suicidaron, pensando que Yahvé se había encolerizado con ellos, abandonándolos y mandándoles una suerte de apocalipsis.
“Destrucción del templo de Jerusalem”, Francesco Hayez.
En este momento, las legiones aplastaron rápidamente la resistencia, mientras algunos judíos escapaban por túneles subterráneos, y otros, los más fanáticos, se atrincheraban en la ciudad alta y la ciudadela de Herodes. Tras construir torres de asedio, lo que quedaba del elemento combativo fue masacrado por los pilum y las gladius romanas, y la ciudad quedó bajo control efectivo romano el 8 de Septiembre.
Caída de Masada
En la Primavera del 71, asegurada Jerusalén, Tito marcha a Roma, dejando a la Legión X Fretensis (al mando del nuevo gobernador de Judea, Lucio Flavio Silva) a cargo de darle el toque de gracia a la resistencia judía. El último bastión de toda la rebelión fue la ciudad fortificada de Masada, que había sido erigida por los macabeos en una zona estratégica. Herodes la había mejorado en su intento de mantener contenta a la judería, pero cuando éste murió, decayó su comercio y quedó desocupada. Ahora hospedaba a lo que quedaba del núcleo duro sionista: zelotes y sicarios dirigidos por Eleazar ben Yair.
En el año 72, Silva se encontraba al pie de Masada. Cuando, tras un penoso asedio, penetraron en la fortaleza al año siguiente, descubrieron que los 953 defensores se habían suicidado.
Consecuencias de la Gran Revuelta Judía
En el año 73, tras siete largos años de una guerra increíblemente encarnizada y sanguinaria contra la mayor potencia militar del planeta, Judea entera quedó devastada, Jerusalén reducida a ruinas cenicientas y el templo totalmente destruido, salvo un muro que quedó en pie —el muro de las lamentaciones. Judea pasó a ser una provincia aparte, y la Legión X Fretensis quedó acampada permanentemente en la capital judía.
Siempre según fuentes antiguas, 1.100.000 judíos murieron a lo largo del asedio y durante la irrupción de las legiones, y otros 97.000 (incluyendo los líderes Simón Bar Giora y Juan de Giscala) fueron capturados y vendidos como esclavos por todo el Imperio Romano. Los vestigios de independencia y unidad política de la judería fueron pulverizados, y los judíos se convirtieron de nuevo en un pueblo sin país
. “Y oirés de guerras y rumores de guerras…”
Mateo 24:6-7. “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino…”
Evidencias del cumplimiento de estas profecías durante el Siglo I, antes de la destrucción de Jerusalén y el templo judío en el año 70 d. C.
Tácito, historiador romano del Siglo I, divulga muchas noticias de guerras, rumores de guerras, sediciones, crímenes y desastres.
Fecha: Años 29 – 31.
Lugares: Asia, Acaya, Macedonia, Egipto y Siria.
Se rumora que Drusus, hijo de Germanicus, fue visto en Ciclades, y luego en Grecia. Los crédulos esparcen la noticia no confirmada que Drusus se hubiese escapado de los que le custodiaban, e iba a reunirse con los ejércitos de su padre, con la intención de invadir a Egipto o Siria. Poppaeus Sabinus, gobernador de Macedonia y Acaya, toma pasos para enfrentarse a la situación. Sus investigaciones revelan que se trata de rumores infundados (Los anales de Tácito, Libro V, No. 10, Página 85).
Fecha: Años 32 – 37.
Lugar: Roma.
Annius, Pollio, Apius Silanus, Scauus Mamercus, Sabinus Calvisius, Vinicianus, más otros hombres ilustres de alta distinción política, son acusados de traición. El pánico se adueña de los senadores, pues la mayoría se conecta mediante alianza o amistad con los acusados (Los anales de Tácito, Libro VI, No. 9, Página 88).
Fecha: Años 32 – 37.
Lugares: Partia, Persia y Macedonia.
Al principio de su reinado, el rey Artabanus, de Partia, había sido fiel a Roma y justo para con sus súbditos, pero se volvió insolente hacia Roma y tirano para su propio pueblo. Guerreó contra las naciones aledañas, triunfando, a la vez que desdeñaba al viejo emperador romano Tiberio, a quien tenía por falto de agallas bélicas, codiciando al país de Armenia, colocando sobre el trono a su hijo Arsaces, al morir Artasicas, el rey de Armenia. Hizo traer de Siria y Cilicia los tesoros dejados por Vonones. Insistió en que se respetaran las antiguas fronteras de Persia y Macedonia, intimando que iba a adueñarse del país poseído primero por Ciro, y luego por Alejandro el Magno.
¡Guerra en el medio oriente! Una gran multitud de Iberianos, capitaneado por Pharasmanes, se lanza sobre Armenia, capturando la ciudad de Artaxata. Los atacados reaccionan: Artabanus encarga a su hijo Orodes el ejército de los partios y procura mercenarios. Pero, de repente, los Sarmateanos, aliados de los Iberianos, invadieron rápidamente a Armenia por la ruta del Mar Caspio. Ambos bandos se retan, irrumpiéndose una fiera batalla. En medio del conflicto se rumora que Orotes fuera muerto, y se huyen los partios. Pero, Artabanus (partio) reorganiza su ejército, empeñado en vengarse contra los Iberianos y Samateanos. Interviene el romano Vitellius, teniendo sus legiones preparadas, y amenaza con invadir a Mesopotamia. Temiendo pelear contra el ejército romano, Artabanus se retira (Los anales de Tácito, Libro VI, No. 31, Página 94-95).
El emperador romano Tiberio: hombre sumamente corrupto y cruel.
Fecha: Años 32-37.
Lugar: España.
Acusan a Sextus Marius, el hombre más rico de España, de incesto con su hija. Fue arrojado de la peña Tarpeian, adueñándose el emperador Tiberio de las minas de Marius. (Los anales de Tácito, Libro VI, , No. 19, Página 90)
Fecha: Años 32-37.
Lugar: Roma.
Referente al emperador Tiberio, “las ejecuciones sirvieron de estímulo a su furor, y ordenó la muerte de todos cuantos fueron encarcelados bajo acusación de complicidad con Sejanus. Allí se quedó un sinnúmero de muertos, bien sea tirados en montones o apartados individualmente, de toda edad y sexo, los ilustres juntamente con los humildes. A los familiares y amigos no se les permitió que se les acercaran, ni que los lloraran; es más, que ni siquiera las miraran por buen rato. Hubo espías alrededor de los muertos, tomando nota de las lamentaciones de cada doliente, y siguieron los cadáveres putrefactos hasta que fueron arrastrados al Tíber, donde, o flotando o atascados en la ribera, nadie se atrevió a quemarlos o tocarlos. La fuerza del terror había extinguido totalmente el sentido de comunión humana, y con el aumento de la crueldad, la piedad fue echada a un lado” (Los anales de Tácito, Libro VI, No. 19, Página 90, 91)
-“Roma fue la escena del incesante derramamiento de sangre (Los anales de Tácito, Libro VI, Años 32-37, No. 29, Página 93)
Hay mucha más información sobre estos temas. Adam Clarke en su Comentario de La Santa Biblia, da unos excelentes comentarios sobre el capítulo 24 de Mateo.
El historiador judío Flavio Josefo (37-101 d.M.). En su obra Antigüedades de los Judíos, nos da una detallada información sobre los acontecimientos ocurridos en aquellos años.
Siglo I.
“Habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.”
Mateo 24:7. “Habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.” Evidencias de su cumplimiento durante el Siglo I, antes de la destrucción de Jerusalén y el templo judío en el año 70 d. C.
Pestes
-Año 65. El historiador romano Tácito atestigua: “Este año, deshonrado por tantos hechos de horror, los dioses lo distinguieron aún más mediante tempestades y pestes. Campanía fue devastada por un huracán que tumbó edificios, árboles y los sembrados dondequiera, aun las puertas de la ciudad, dentro de la que una peste redujo todo rango de la población, aunque sin rasgo de disturbio atmosférico que ojo pudiera detectar. Las casas estaban llenas de muertos, los caminos obstruidos de funerarios, no escapando nadie, irrespectivo de sexo o edad. Esclavos y libres todos perecieron igualmente en medio de las lamentaciones de esposas e hijos, quienes también fueron llevados enseguida a la misma pira al lado de la que se habían sentados, llorando, y todos fueron consumidos de una vez. La muerte de los caballeros y senadores, promiscuos estos como lo eran, no mereció ser lamentada mucho, ya que como víctimas también del destino común de la humanidad, parecieron anticipar la crueldad del príncipe” (Tácito. Los Anales, XVI, 10-13).
Hambres
-¡Hambre en Roma! Fecha: Años 32-37.
-El precio del maíz sube tanto que por poco se desata una insurrección. Durante unos cuantos días, clamaron en el teatro contra el emperador, con expresiones aun soeces. Esto provocó al emperador Tiberio a censurar a los magistrados y el Senado por no haberse valido de la autoridad del Estado para reprimir al gentío (Los anales de Tácito, Libro VI, No. 13, Página 89).
-Cuatro hambrunas se registran durante el reinado del César Claudio:
(1) En Roma, Años 41 y 42.
(2) En Judea, Año 44. Parece probable que esta sea la misma profetizada por Agabo ( Hechos 11:28 ).
(3) En Grecia, Año 50.
(4) De nuevo, en Roma, Año 52. Esta última hizo que el gentío de Roma se rebelara, amenazando aun la vida del Emperador. Tácito cuenta que fue acompañada por frecuentes terremotos que tumbaron casas.
Terremotos
-Año 46 después de Cristo: gran terremoto en la isla de Creta.
-Año 52: frecuentes terremotos en Roma que tumbaron casas, según el historiador romano Tácito.
-Año 53: terremoto en Apameia, de la provincia romana de Frigia, “a causa del que se eximieron del tributo por cinco años” , relata Tácito.
-Año 60: terremoto que afectó en particular a Laodicea.
-Año 63: en Campanía, terremoto que destruyó la mayor parte de Pompea, según Tácito
Profecías de Jesucristo sobre Jerusalén y el templo. Mateo 24.
Durante los años anteriores a la guerra Judío-romana que comenzó en el 67 d. C., multitudes de ladrones y fanáticos contra Roma pulían por las calles de Jerusalén, mezclándose con los demás ciudadanos. Primero, el fornido ladrón Eleazar con sus secuaces, capturados por el procónsul Félix. Luego, miles de sicarios, los que mataban a plena luz de día, mayormente durante las festividades judías, sembrando pavor y pánico entre el populacho. Sus crímenes figuran entre las tantas acciones y circunstancias que desembocaron en la guerra de los judíos contra Roma, cumpliéndose la profecía de Jesucristo acerca del “principio de dolores”.
“…principio de dolores”
Mateo 24:8; Marcos 13:8
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:6-8).
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos” (Marcos 13:8).
Evidencias del cumplimiento del esta profecía durante el Siglo I, antes de la destrucción de Jerusalén y el templo judío en el año 70 d. C.
Noticias alarmantes de Jerusalén, Judea, Galilea y Samaria.
El tiempo de estas noticias: Siglo I de la Era Cristiana.
Félix es el procónsul romano en Judea; el romano Cumano es procónsul de ciertas áreas del Levante. Este Félix es el mismo ante quien el apóstol Pablo hace defensa (Hechos 23:23), espantándose aquel romano al oír acerca “de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero”, y diciendo a Pablo: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré” (Hechos 24:25).
Jerusalén
Primera Plana
“¡Diez mil mueren atropellados en motín causado por soldado romano!”.
-Los judíos celebran la Fiesta de los Panes sin Levadura en Jerusalén, siempre vigilados por un cohorte romano armado. Uno de los soldados desnuda su trasera como gesto de desprecio hacia los judíos, diciéndoles palabra insultantes. Se indigna grandemente la multitud de judíos, reclamando que Cumano castigue al soldado. Cumano, temiendo que todo el gentío le asalte, manda a llamar a más soldados, quienes, respondiendo, caen sobre los judíos, sacándolos del templo. Consternados los judíos, y amedrentados, huyen del templo con tanto pavor y prisa que se atropellan los unos a los otros, muriendo diez mil. Así fue que la Fiesta se tornó causa de lamentación en toda la nación judía.
Galilea y Samaria
Titular
“Homicidio provoca disturbios y matanza”
-Al pasar gran número de judíos por la planicie de Samaria rumbo a Jerusalén para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, algunos samaritanos mataron a cierto galileo. De Galilea salió un vasto número de gente para pelear contra los samaritanos. Los hombres principales del pueblo acudieron al procónsul Cumano, suplicándole que llamara a justicia a los perpetradores del crimen, para así aplacar a las multitudes. Cumano pospuso el asunto. Dado a conocer el crimen en Jerusalén, se amotinó una multitud, abandonando la Fiesta y marchando a Samaria, donde mataron a muchos, no importando su edad, y quemaron villas enteras. Cumano reaccionó, y con una tropa de soldados montados, se lanzó sobre los judíos, matando a muchos. Los principales judíos, vestidos de cilicio, salieron rogando a su gente a no seguir provocando a los romanos, y la gente se dispersó, pero un gran número se aprovechó de la situación para seguir robando, acaeciendo rapiñas e insurrecciones en todo el país.
-Entonces, los hombres poderosos, tanto samaritanos como judíos, fueron a Tiro donde se comparecieron ante Ummidius Quadratus, presidente de Siria, acusándose los unos a los otros. El presidente no quiso tomar ninguna decisión antes de hacer investigaciones diligentes en los lugares afectados. Después, Quadratus fue a Cesarea donde crucificó a todos los que Cumano había capturado vivos. De ahí, subió a Lidia, y mandando a traer a dieciocho de los judíos que habían encabezado a los que salieron de Jerusalén contra los samaritanos, los decapitó. Luego, mandó a Roma a dos de los caudillos más poderosos de los judíos, juntamente con los sumos sacerdotes Jonatán y Ananías, además, a Cumano, el procónsul y Celero, el tribuno, para que contaran al César Claudio lo sucedido. Informado Claudio, condenó a muerte a tres de los samaritanos más poderosos, desterró a Cumano y devolvió a Celero, encadenado, a Jerusalén para que los judíos lo torturaran y decapitaran.
Circunstancias políticas
El emperador Claudio nombra a Félix procónsul de Galilea, Samaria y Perea. Claudio fallece. Nerón sube al trono de Roma en el Año 54 d. C.
Judea
Titular
“Eleazar, el gran jefe de ladrones, capturado. Gran número de ladrones crucificados”.
-El Procónsul Félix capturó al fornido ladrón Eleazar, con muchos de sus cómplices, quienes habían devastado al país por más de veinte años, enviándolos a Roma. Además, a otros ladrones, innumerable la multitud de ellos, los crucificó o castigó.
Jerusalén
Titular espantoso
“¡Los sicarios matan a muchos!”
-Purgado el país de Eleazar y sus secuaces, apareció en Jerusalén un nuevo tipo de ladrón aún más temible, a saber, los sicarios. Estos mataban a plena luz del día, mayormente en las festividades, cuando se colaron en las multitudes. Con dagas que escondían en sus vestimentas apuñalaban a sus enemigos, confundiéndose luego entre la multitud y pretendiendo unirse a la indignación de los demás. La primera víctima era Jonatán, el sumo sacerdote. Entonces, cada día mataban a unos cuantos, sembrando terror y malas sospechas aún entre amigos, pues nadie confiaba en nadie.
-El tribuno que prendió al apóstol Pablo en Jerusalén se aludió a estos sicarios al preguntar al apóstol: “¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?” (Hechos 21:38).
Judea
“¡Toda Judea bajo el flagelo de engañadores y ladrones!”
-Una compañía de engañadores y ladrones persuadió a los judíos a rebelarse, exhortándolos a declararse libres de Roma, y matando a quienes siguieran sumisos al gobierno romano. Formaron bandas, asechando en todo el país y matando a los hombres principales, saqueando sus casas y quemando las aldeas. Su locura afectó a toda Judea. Así, aumentaban cada vez más las llamas hasta desembocar en guerra.
Cesarea
“¡Judíos y sirios pelean por la ciudad! Félix mata a más judíos.”
-No solo muchos judíos sino también muchos sirios residían en la ciudad de Cesarea, en la costa del Mediterráneo. Ambas razas se enfrascaron en una contienda por la ciudad, los judíos reclamándola porque un judío, Herodes, la había fundado, y los sirios alegando que la ciudad era griega ya que contaba con estatuas y templos que eran del anatema para los judíos. Se calentó la contienda al extremo de estallar en combate armado. Las autoridades de la ciudad, en el intento de calmar la situación, arrestaron y castigaron a los más agresivos, pero no dio resultado. Al llegar Félix al mercado, mandó a los judíos a dispersarse, amenazándolos, pero no le hicieron caso. Así pues, comandó a sus soldados a caerles encima, lo cual hicieron matando a muchos. Aun así, no se apagó la sedición, optando Félix por enviar a representantes eminentes de ambos bandos a César.
-Florus se portó como si fuera el verdugo enviado para castigar a todo malhechor condenado.
-No omitió ninguna clase de rapiña o irritación.
-Arruinó a ciudades enteras.
-Destruyó a grupos de hombres, todos a la vez, jactándose en todo el país de sus barbaridades.
-Su crueldad hizo que muchos ciudadanos se huyeran del país, refugiándose en otras provincias.
El tiempo para los cambios políticos que anotamos a continuación:
Siglo I de la Era Cristiana.
Porcio Festo suplanta a Félix, dedicándose a controlar a quienes causaban disturbios en el país. Aprehendió a un gran número de ladrones, destruyendo a muchos de ellos. El procónsul Festo es el mismo ante quien se presenta el apóstol Pablo, según el relato de Hechos 24:27, y los capítulos 25 y 26. Y es el mismo quien, al oír el mensaje de Pablo, exclamó: “Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco” (Hechos 26:24).
El tiempo del titular siguiente:
Siglo I de la Era Cristiana.
Judea
Primera plana
“¡Albinus nombrado el nuevo procónsul!”
Subtítulo:
“Oficial romano muy corrupto. Roba y saquea. Impone impuestos fuertes. Pone en libertad a los criminales a cambio de sobornos. Los sediciosos en Jerusalén lo sobornan. Abusa de su autoridad para privar a los ciudadanos pacíficos de sus bienes.”
Judea
Primera plana
“Gessius Florus es el nuevo procónsul, ¡hombre peor aún que Albinus !”
Judea
Noticias escalofriantes reportadas durante el tiempo cuando Gessius Florus estaba en el poder.
Gessius Florus, el procónsul romano que provoca a los judíos a la guerra contra el Imperio Romano
-Todos los judíos temían ir a Siria para quejarse ante el presidente contra Gessius Florus, pero al venir el presidente sirio, Cestius Gallus, a Jerusalén, no menos de tres millones de judíos fueron donde él, denunciando a Florus y suplicando conmiseración para su país. Pero, Florus, parado al lado de Cestius Gallus, se mofó de los judíos. El presidente Cestius tranquilizó a la gran multitud, prometiendo que Florus los trataría mejor. Entonces, Cestius regresó a Antioquia, acompañado hasta Cesarea por Gessius Florus, quien engañó al presidente de Siria, pues tramaba desde aquel día inducir a los judíos a rebelarse contra Roma, estratagema maliciosa para encubrir sus atrocidades contra el pueblo. Así pues, cada día aumentaba las calamidades para el pueblo.
–Cesarea. “Gentiles profanan una sinagoga.” Un sedicioso de Cesarea colocó un jarrón boca abajo en la entrada de una sinagoga muy concurrida, sacrificando aves encima, acto impúdico que encendió el furor de los judíos. Los más moderados de los judíos aconsejaban recurrir a los gobernadores en busca de justicia, pero los jóvenes y los sediciosos, inflamados con gran vehemencia, querían pelear. Algunos judíos, tomando los libros de la ley, se retiraron a Narbata, de donde algunos de los principales fueron donde Gessius Florus, en Sebaste, presentándole el caso. Pero, Florus encarceló a los judíos acusándolos de haber sacado los libros de la ley de Cesarea.
-Jerusalén. “¡Gessius Florus marcha contra los judíos en Jerusalén!” Los residentes de Jerusalén supieron de lo ocurrido en Cesarea, pero a pesar de sentirse muy molestos refrenaron su pasión. Entonces, el procónsul Florus manda hombres a sacar diecisiete talentos del tesoro sagrado del templo en Jerusalén, pretendiendo que a César le hiciera falta el dinero. Esto provocó que los judíos levantaran tremendo clamor. Invocaban al César, que los librara del tirano Florus. Este, con su ejército, marchó contra Jerusalén. Pero, los judíos, para avergonzarlo, le salieron al encuentro para recibirle sumisos. Él, enterado de semejante acción, mandó al centurión Capito, con cincuenta soldados, a reprender a la comitiva judía por su supuesta hipocresía. Florus entró en Jerusalén, y el día siguiente, sentado en su tribunal en el palacio, ordenó a los principales judíos a entregar a los que le habían salido al encuentro, pues los tenía por criminales, ya que interpretaba su acción como una afrenta personal. Los judíos suplicaron perdón, explicando que se trataba de jóvenes necios y que no se sabía quiénes eran los culpables ya que se confundían con los demás. Esta repuesta exacerbó aún más a Florus quien ordenó, a voz en cuello, a sus soldados a saquear el Mercado en las Alturas, matando a quien encontraran, lo cual, impelidos por la avaricia, hicieron con gusto, forzando entrada a las casas y matando a los moradores. Algunos judíos, intentaron huir por las calles estrechas, pero los soldados mataron a cuántos pudieran alcanzar. También, llevaron ante Florus a muchas de las personas humildes y tranquilas, a quienes el malvado procónsul, después de azotarlas, las crucificó. Aquel día, fueron muertos tres mil seiscientos hombres, mujeres y niños. La calamidad se hizo aún peor, pues aquel día Florus se atrevió a azotar y crucificar a algunos de la caballería romana que eran judíos por nacimiento, aunque romanos en términos de ciudadanía.
(Reportero: Flavio Josefo, Guerras de los judíos, Hendrickson Publishers, Lynn, Massachussets, 481-485. Datos del inglés al español por Homero Shappley de Álamo, reportándose las noticias como paráfrasis del original, sin alterar en absoluto los hechos registrados por el historiador judío Flavio Josefo.)
No podemos especular sobre estos acontecimientos y aplicarlos a nuestro tiempo, ya que si examináramos la historia observamos que en los pasados siglos y generaciones hubo circunstancias muy parecidas a las que ocurrieron en el siglo veinte y que ocurrirán en el siglo veintiuno, La Parousía o segunda Venida de Yahoshua, no viene por señales en la tierra, sino de forma muy distinta, además ni tan siquiera el texto dice signos o señales si no signo o señal.
Todo el capítulo 23 de Mateo es una amonestación constante sobre las malas prácticas y artimañas de los líderes religiosos y políticos de aquellos tiempos y es sobre ellos que Yahoshua les advierte que es sobre su generación que ocurrirían todas las cosas, allí en Jerusalén y su Santo Templo.
Una seria Reflexion
Lo que nunca debemos de perder de vista es que los humanos a pesar de nuestras buenas intenciones tenemos prohibido ayudar al Shaddai, debemos proclamar los acontecimientos terrenales que ocurrieron, en aquellos tiempos , para demostrar que lo que dijo Yahoshua se cumplió pero no adaptarlo como paralelo a nuestro tiempo La Parousía o segunda Venida no vendrá de esta manera, si no de forma muy diferente, si él nos ha dado su promesa no tengamos ninguna duda que la cumplirá como a cumplido en el pasado todas y cada una de las profecías que prometió, así que cuidado no nos adelantemos en ayudar a Yahweh, a cumplir sus propósitos, somos nosotros los que tenemos que ser ayudados por El. Esperemos pacientemente para que se cumplan sus promesas, no nuestras especulaciones, estas predicciones y anuncios herrados por algunas religiones u organizaciones, han hecho y continúan haciendo, consecuencias muy nefastas y desastrosas sobre sus miembros, destrozando y arruinando, las vidas de miles y miles de familias, que confiaron en promesas que sus selectos líderes moribundos les hicieron, sobre fechas, cronologías, generaciones, que nunca se cumplieron ni se cumplirán., de la manera que ellos interpretan sus profecías caducas y falsas. Recuerde siempre. >>Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos. Ni el Hijo, sino solo el Padre <<. Mateo 24:36 >> Velad, pues, porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor. Entenderlo bien: si el dueño de casa supiese a que hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, vosotros también estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el hijo del hombre << Mateo 24:42-44. >> Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora << Mateo 25:13.
Los herejes siempre se han adelantado a los planes de Yahweh, tratando de rebasar sus límites, para tener un protagonismo que no les corresponde, 2ª de Juan texto 9 >> Todo el que se excede o se (adelanta) y no permanece en la doctrina de Cristo, no posee a Elohim, el que permanece en la doctrina, ese si posee al Padre y al Hijo << pero más peligroso es todavía, presentarse como voceros o representantes de su Hijo Yahoshua. Esto les coloca en una asignatura que no les corresponde, por eso siempre herraran en sus falsas profecías, y nuca tendrán la bendición de Yahweh y de su hijo Yahoshua, podrán alardear de sus prosperidades materiales y tecnológicas por el gran esfuerzo humano y económico que exigen a sus sufridos miembros, para sustentar todo un aparato logístico, controlador y propagandístico, creando nuevas expectativas para tener entretenidos y cautivos a sus miembros y prolongar bajo una falsa esperanza sus erradas profecías y así se continúe en el error. Todo esto no es nuevo, Las Escrituras con años de antelación nos advierten de estos movimientos que ocurrieron y seguirán ocurriendo hasta que El hijo del hombre sea revelado y destruía a todos estos iluminados y farsantes. En la 2ª Pedro 2:1-3 confirma que estos hechos tenían que ocurrir>> Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al dueño que los adquirió, atraerán sobre si una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el camino de la verdad será difamado. Traficaran con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenación no está ociosa ni su perdición dormida.
Ante circunstancias parecidas Pablo narra << con todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no aceptar el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad prefirieron la iniquidad. <<2ª Tesa 2:10-12.
Cuando una religión organización o cualquier denominación religiosa llegan en caer en la mentira, entonces esta se vuelve verdad en sus mentes. Y una vez que esto ocurre, no importa lo que la Biblia diga, o lo que los hechos históricos confirman sobre sus profecías cumplidas, Los falsos profetas no permitirán que nada desacredite su mentira. Cualquier cosa que demuestre que están equivocados ellos la ignoraran. S.LL.M.
El especular de manera insistente, obsesiva y permanentemente, acerca del tiempo de la segunda Venida de Yahshua (Jesus) no es más que una Blasfemia, porque el que así especula está tratando de hurtarle a Dios Secretos que solo Le pertenecen a Él, el mismo Jesús había dicho claramente que nadie sabía el día, ni la hora cuando se produciría, ni siquiera El mismo, sino solo El Padre. Mateo 24:36, no podemos estar buscando conocimientos que no poseía ni El propio Yahshua (Jesus) Ha Mashiyah. Nuestro deber es prepararnos y esperar. El día y la hora de tal acontecimiento, pertenece saberlo solo a YAHWEH