Bereshit 3:4,5, la serpiente dijo a la varona: “—Morir, no moriréis, porque Elohim sabe que el día que vosotros comáis de él, vuestros ojos serán abiertos y seréis conocedores de lo bueno y lo malo, como Elohim.”
En estos versos la serpiente tentó a la varona, le planteó una situación idílica, y lo hizo:
1) Eliminando la consecuencia. La varona sabía que el día que comiesen del árbol prohibido morirían, no ignoraba la consecuencia puesta por Elohim, pero la serpiente continuó con su estrategia de contradecir abiertamente el mandato divino. Mientras que יהוה dijo: “morir, morirás”, la serpiente dijo: “morir, no morirás”.[1] Y por la decisión que tomó, sabemos que la varona creyó a la serpiente en lugar de a יהוה. No puso su confianza en la Palabra del Creador, antes bien, tal y como hemos visto, no tenía un conocimiento preciso de lo que Él había dicho y ante semejante confusión es más sencillo entender como pudo creer lo que la serpiente le estaba diciendo.
2) Prometiendo una capacidad. La serpiente, no sólo eliminó la consecuencia, sino que prometió un nuevo resultado, uno que sería beneficioso para el ser humano, pues les promete que obtendrán visión y podrán conocer lo bueno y lo malo como Elohim. Pero esto es algo que, de nuevo, contrasta con lo que יהוה Pues lo que aquí propuso la serpiente fue que la desobediencia daría como resultado visión y capacidad de juicio, cuando lo que dijo Elohim fue que la desobediencia traería muerte, sin ventaja alguna.
Además, la serpiente lo planteó como si יהוה conociera que iba a ser tal y como ella decía, pero que no había querido decírselo al varón y a la varona. Luego, estaba poniendo en tela de juicio la sinceridad y transparencia de Elohim. Parafraseando las palabras de la serpiente sería como si hubiera dicho: “Elohim os dijo que ibais a morir, pero no es verdad, os ha mentido. Lo que Elohim no quiere es que vuestros ojos sean abiertos y seáis como Él sabiendo el bien y el mal, pero si le desobedecéis obtendréis esa facultad.”
Ahora bien, hay que insistir en el hecho de que esta promesa no era sólo ser como Elohim, o ser como Dios. Ellos, tanto el varón como la varona, ya eran como Elohim, así los había creado Él mismo tal y como se dice en Bereshit 1:26-27. Luego la tentación no era ser como Elohim, sino en conocer lo bueno y lo malo del mismo modo que Elohim lo conocía. En definitiva todo el asunto giró en torno a esta pregunta ¿quién es la autoridad suprema? ¿Elohim o yo? Luego, tanto el varón como la varona quisieron obtener el conocimiento de Elohim para ser elohim sin Elohim. Y esto es algo que en efecto ocurrió tal y como dijo יהוה en Bereshit 3:22:
“Y יהוה Elohim dijo: “— ¡Mira! El género humano es como uno de nosotros, sabiendo lo bueno y lo malo.” (Bereshit 3:22, NTHH).
Por tanto, el hombre llegó a tener esa capacidad para emitir juicios acerca de lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero eso sí, con independencia de Elohim. Y eso es algo que le acarrearía serios problemas, porque aunque en efecto el hombre pudo juzgar, el hecho de hacerlo sin Elohim le llevó a hacerlo equivocadamente. Algo que se aprecia inmediatamente en el texto que nos ocupa, pues por un lado vemos que la varona vio que el árbol era bueno, mientras que Elohim había dicho que era un árbol causante de muerte. Y por otro, cubrieron su desnudez como si de algo malo se tratase, mientras que Elohim los había creado en ese estado y había dicho: “es bueno en gran manera”. Así que resumidamente a lo malo llamaron bueno, y a lo bueno malo (Yeshayah/Isaías 5:20) y ¡ay de ellos porque desecharon la ley de YHVH de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Yisrael! (Yeshayah/Isaías 5:24).
[1] En hebreo la estructura es la misma, se usan exactamente las mismas palabras en la consecuencia de la muerte, con el “no” añadido en la declaración de la serpien
BERESHIT 3:6
EL PECADO DE LA VARONA Y EL VARÓN
Bereshit 3:6 – “Y la varona vio que el árbol era bueno para comer, y que él era agradable a los ojos, y el árbol deseado para hacerse sabio; y tomó de su fruto y comió, y dio también a su varón, que estaba con ella, y comió.”
En este verso, de una manera que se podría apreciar como breve,[1] se nos describe la reacción de la varona primeramente y luego del varón, a la tentación de la serpiente. Ambos desobedecieron al Eterno, pues Él le había prohibido al varón comer de ese árbol, y tal y como dice el texto: “tomó de su fruto y comió, y (…) su varón, que estaba con ella, y comió.” Sin embargo, al considerar todo el proceso, tal y como venimos haciendo, podemos apreciar que el problema no empezó cuando la varona comió, sino que comer del árbol fue resultado de todo un proceso que inició con el desconocimiento y modificación de la Palabra de יהוה, que continuó con la incredulidad y que finalmente acabó en la desobediencia.
Ahora bien, centrándonos en este verso de manera concreta, vemos que lo primero que la varona hizo no fue comer, sino ver, y es precisamente en este punto donde empezó la desobediencia.[2] Y lo que vio fue que el árbol tenía tres características:
- Era bueno para comer.
- Era agradable a los ojos.
- Era deseado (codiciable) para hacerse sabio.
Sin duda alguna la varona ya había empezado a valorar, o a juzgar, sin Elohim y por tanto de manera distorsionada, ya que ¿cómo puede ser bueno para comer algo que te mata si te lo comes? ¿Por qué juzgó así la varona? Bajo el engaño de la tentación ese árbol ya no producía muerte, tal y como יהוה había dicho, sino que ahora se estaba viendo como el medio para alcanzar sabiduría.[3] Es más, llegó a ser incluso deseable, o codiciable según algunas traducciones. Luego, lo que Elohim había prohibido pasó a ser objeto de deseo para la varona. Una experiencia que concuerda cabalmente con estas palabras de Juan en su primera carta:
“Porque todo lo que hay en el mundo: la pasión de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la riqueza, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo está pasando, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:16-17, BTX4).
Así pues, después de todo lo visto, ahora sí, y tomó de su fruto y comió, y dio también a su varón, que estaba con ella, el cual también comió.[4] Y esto mismo nos puede ocurrir a hoy a nosotros. De hecho ocurre con más frecuencia de lo que quizá podemos llegar a pensar o imaginar.
En la naturaleza hay dos tipos de árboles: aquellos cuyo nombre se corresponde con el nombre de su fruto, y aquellos cuyo nombre no se corresponde al del fruto. Por ejemplo: un manzano produce manzanas, y un peral peras. El manzano se llama manzano y el nombre del fruto manzana, de manera que el nombre del fruto se corresponde. Igual pasa con el peral. Pero ¿qué pasa con la palmera? ¿Qué fruto produce una palmera? Dátiles. Una palmera no produce palmeritas o palmeros. Luego, el nombre del fruto no se corresponde al del árbol. Esto mismo pasa con los dos árboles del huerto que son mencionados con propiedad en el relato de Bereshit.
Por un lado, está el árbol de la vida cuyo nombre se corresponde a su fruto, pues tal y como dice Bereshit 3:22 comer de su fruto produce vida. Pero por otro lado, está el árbol del conocimiento bueno y malo. Este árbol pertenece a la segunda categoría de árboles, pues su nombre no se corresponde al nombre del fruto, ya que comer de su fruto no produce realmente conocimiento de lo bueno y malo, o al menos no es uno que esté conforme a יהוה, sino muerte (Bereshit 2:17).
Así pues si no tenemos siempre presente el verdadero fruto del árbol prohibido, podemos ser engañados del mismo modo que lo fue la varona y caer en la tentación. Recordemos continuamente que el árbol del conocimiento bueno y malo produce muerte, ese es su fruto. Su fruto es malo para comer, es desagradable a los ojos y es abominable para alcanzar sabiduría. Eso es realmente lo que tenemos que ver cuando miremos a este árbol. La única manera de alcanzar verdadera sabiduría es temiendo a יהוה y obedeciendo sus mandamientos por la fe en nuestro Mesías Yehoshúa/Jesús de Nazaret.
[1] Cuando decimos que se podría apreciar como breve, lo que queremos decir es que es breve en relación a todo el proceso de gestación. El pecado existe y tiene su seriedad, no se puede disminuir o suavizar en manera alguna. Pero debemos tener en cuenta que la estructura textual destaca el proceso de tentación y la dilatada experiencia de la depravación que, en un sentido, ocupa la totalidad de la revelación bíblica hasta la restauración de todas las cosas.
[2] Para una relación de pecados relacionados con ver, véase Bereshit 6:2; 39:7; Yehoshúa/Josué 7:21; Shemuel Bet/2 Samuel 11:2; Iyov/Job 31:1; Mateo 5:28; 1 Juan 2:16.
[3] Recordemos que la palabra serpiente en hebreo también significa hechicero, luego es interesante valorar que la varona, sin restar un ápice de su responsabilidad, estaba bajo una especie de hechizo. Algo que concuerda con las palabras del apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:14.
[4] Con respecto a este verso es necesario comentar que algunas traducciones dicen lo siguiente: “Y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Sin embargo, según el texto hebreo todo parece indicar que una traducción más exacta es la que proponemos en este comentario, y por tanto el varón estuvo en todo momento con la varona. Algo que manifiesta su pasividad, hace más reprochable su actitud y en absoluto le exculpa, antes bien acentúa su responsabilidad.
Un tema de S.LL.M. Para Edificación Bíblica Cristiana. (www.sallomo.es)