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Sin embargo, el énfasis puesto en “presencia” como el único significado Bíblico correcto de parousía, parece tener muy poco apoyo entre los traductores de la Biblia. De hecho, exceptuando una pequeñísima cantidad de ellos, la mayoría prefiere las traducciones “venida”, “advenimiento”, “llegada” o términos similares en lugar de “presencia”. William J. Chamberlin, un Testigo investigador y coleccionista de Biblias de Clawson (Michigan, U.S.A.), comprobó cuidadosamente cómo la palabra parousía se vertía en los versículos 3, 27, 37 y 39 del capítulo veinticuatro de Mateo en cientos de diferentes traducciones de la Biblia, desde el Nuevo Testamento de William Tyndale de 1534, hasta traducciones publicadas en los años 80, y preparó una extensa lista de traducciones de 137 versiones de este periodo. Un examen de esta lista nos lleva a conclusiones muy interesantes.
“Parousía” en las traducciones de la Biblia
Antes de la mitad del siglo diecinueve, parece que pocos traductores de la Biblia se inclinaron a verter parousía como “presencia”. De las traducciones inglesas del Nuevo testamento que se produjeron desde el Nuevo Testamento de Tyndale en el siglo dieciséis hasta la traducción de Robert Young en 1862, Chamberlin encontró sólo un traductor, Wakefield, que en su Nuevo Testamento de 1975 usó “presencia” para traducir la palabra parousía en el versículo 39 del capítulo veinticuatro de Mateo. Pero aún así Wakefield prefirió traducirla “venida” en los versículos 3, 27 y 37 del mismo capítulo. Además, Daniel Scott, en su traducción de Mateo publicada en 1741 (New Version of St. Matthew’s Gospel), da “presencia” en las notas, pero retiene la traducción “venida” en el texto principal.
El primer traductor del siglo diecinueve que tradujo parousía como “presencia” en el capítulo veinticuatro de Mateo, probablemente fue el Dr. Robert Young en su Literal Translation of the Holy Bible (1862), y la razón de esto, como el título indica, fue que él intentó presentar los significados estrictamente literales de las palabras griegas en lugar de expresarlos en idioma moderno. Dos años después, Benjamin Wilson, un antiguo dirigente de un pequeño grupo religioso
conocido en la actualidad como la Conferencia General de la Iglesia de Dios, publicó en 1864 The Emphatic Diaglott, que tradujo igualmente parousía como “presencia” las 24 ocasiones que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento.
Después, en 1868–1872, Joseph B. Rotherham publicó The Emphasized New Testament. Pero no fue hasta la tercera edición revisada, publicada en 1897, que Rotherdam cambió su traducción de parousía de “llegada” a “presencia”. ¿Por qué? La razón que él da en el Apéndice de la tercera edición indica que, al menos en parte, había llegado a aceptar la idea de la “venida en dos etapas”. Él explica que es posible que la parousía de Cristo sea, no sólo un evento, sino “un periodo más o menos extenso durante el cual sucederán ciertas cosas”. Indudablemente, la estrecha asociación que mantuvo con algunos de los colaboradores de la revista The Rainbow, de la cual el propio Rotherdam llegó a ser el director durante sus últimos tres años de existencia, influyó en su forma de pensar sobre este asunto.
Otros traductores del siglo diecinueve que usaron “presencia” para parousía en el capítulo veinticuatro de Mateo fueron W.B. Crickmer (The Greek Testament Englished, 1881), J.W. Hanson (The New Covenant, 1884) y Ferrar Fenton, que comenzó a publicar las primeras partes de su traducción, The Bible in Modern English, en la década de los ochenta.
Entre las traducciones del siglo veinte que vertieron parousía como “presencia” en el capítulo veinticuatro de Mateo están: A Concordant Version (1926), de A.E. Knoch; Bible Numerics, de Ivan Panin (2ª edición, 1935); la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas (1950), de la Sociedad Watch Tower; New Testament (1958), de James L. Tomanek; la versión Restoration of Original Holy Name Bible (1968); Today’s English New Testament (1972), de Donald Klingensmith; y New Testament (1972; sólo en forma manuscrita), del Dr. Dymond. Otras traducciones dan a veces “presencia” como significado literal de parousía en las notas a pie de página, pero prefieren “venida”, “llegada” o términos similares en el texto principal.
Así pues, exceptuando una relativamente pequeña cantidad de ellos, la mayoría de traductores antiguos y modernos prefieren traducir parousía como “venida”, “advenimiento”, “llegada”, o algún término similar en lugar de “presencia” en aquellos textos que tratan de la segunda venida de Cristo. Hacen esto a pesar de que todos ellos concuerdan en que el significado principal de la palabra es “presencia”. ¿Por qué? ¿Es lógico creer que tantos expertos en la lengua original del Nuevo Testamento hayan fallado de alguna manera a la hora de captar el verdadero significado de este término Griego?.
¿Qué hay de las versiones más antiguas del Nuevo Testamento como las versiones Latina, Siriaca, Cóptica y Gótica que fueron producidas mientras el Griego Koiné original del Nuevo Testamento era todavía una lengua viva? ¿Qué revelan estas versiones antiguas en cuanto a la forma en que sus traductores entendieron la palabra parousía?
“Parousía” en las versiones más antiguas del Nuevo Testamento
Como es bien conocido, la Vulgata Latina fue producida por el gran erudito del siglo cuarto Hieronymus, más conocido en la actualidad como San Jerónimo. Él llevó a cabo su obra de traducción hacia el final del siglo cuarto, comenzando con los evangelios, que publicó en 383 d.C. Es interesante que Jerónimo, en 20 de las 24 ocasiones en las que la palabra parousía aparece en el Nuevo Testamento, escogió la palabra latina para “venida”, adventus, de la cual se deriva la palabra española “advenimiento”. Las cuatro excepciones son 1 Corintios 16:17; 2 Corintios 10:10, Filipenses 2:12 y 2 Pedro 1:16. En estos lugares la Vulgata usa praesentia, la palabra latina para “presencia”. Merece notarse que sólo el último de estos cuatro versículos trata de la parousía de Cristo. En las dieciséis apariciones restantes, donde parousía se refiere a la venida de Cristo, Jerónimo prefirió la palabra latina adventus. ¿Por qué? Evidentemente porque él entendió que en los versículos que trataban de la parousía de Jesucristo la palabra significaba “venida” en lugar de “presencia”. ¿Fue erróneo su entendimiento?
La Vulgata Latina, en realidad, no fue la versión latina más antigua de la Biblia. Otras numerosas traducciones latinas la precedieron, algunas de las cuales se produjeron en tiempos tan tempranos como el siglo II. De hecho, la Vulgata de Jerónimo no fue una traducción, sino una revisión de estas versiones antiguas (aunque cotejándolas con los textos Hebreo, Arameo y Griego originales) que se hizo con el fin de crear una versión autorizada de la Biblia que destacase de la gran variedad de antiguas versiones latinas existentes. Estas versiones antiguas se conocen con el nombre común de Biblia Latina Antigua o, en latín, Vetus Latina. Al igual que la Vulgata, ellas también tradujeron normalmente parousía por adventus. Entre las cinco excepciones (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12; 2 Tesalonicenses 2:9; 2 Pedro 3:4, 12), hay sólo dos pasajes que se refieren a la parousía de Cristo. Así, al igual que la Vulgata, las antiguas versiones latinas prefirieron traducir parousía por la palabra adventus, haciendo esto en 15 de los 17 versículos que tratan de la parousía de Cristo.
La palabra latina adventus significa literalmente “un venir a”, aunque a veces se podía usar también en el sentido de “presencia”. Sin embargo, en las mencionadas versiones latinas, adventus se usa claramente en el sentido de “venida” en contraste con praesentia, la palabra latina para “presencia”.
La versión Peshitta siriaca fue producida en el siglo quinto, pero al igual que la Vulgata latina fue precedida por otras versiones más antiguas, como muestran, por ejemplo, los manuscritos Curetoniano y Sinaítico siriaco. Si, como generalmente se cree, el lenguaje nativo de Jesús y sus apóstoles fue el Arameo, es posible que estas versiones siriacas reflejen palabras usadas por Jesús y los apóstoles mismos, incluyendo la palabra siriaca que se usa para parousía en el capítulo veinticuatro de Mateo, me’thithá. Al igual que la palabra latina adventus, me’thithá literalmente significa “venida”, pues se deriva de un verbo que significa “venir”.
La Versión Gótica fue producida por Wulfila a mediados del siglo cuarto, y por lo tanto es un poco anterior a la Vulgata Latina. Esta versión traduce parousía por el sustantivo cums, un término relacionado con la palabra inglesa “come” (venir). Como es natural, esta palabra significa “venida”.
La conclusión de todo esto, pues, es que las versiones más antiguas del Nuevo Testamento, —producidas cuando el Griego Koiné era todavía una lengua viva por traductores entre los cuales había algunos que conocían en profundidad esa lengua desde su niñez— prefirieron traducir el sustantivo griego parousía por palabras que significaban “venida” en lugar de “presencia” en los pasajes que se referían a la segunda venida de Cristo. Hicieron esto a pesar de que la palabra parousía significa principalmente “presencia” y fue traducida así en otros lugares. La pregunta es: ¿Por qué tradujeron ellos la palabra parousía como “venida” cuando ésta se refería a la parousía de Jesucristo, pero como “presencia” cuando ésta se refería a la presencia de, por ejemplo, el apóstol Pablo (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12)? Durante siglos esto permaneció en cierto modo como un misterio, hasta que a principios del siglo veinte nuevos descubrimientos permitieron a los expertos modernos en el Griego del Nuevo Testamento hallar la respuesta a este enigma.
El uso técnico de “parousía”
Durante las excavaciones efectuadas en el siglo diecinueve en los antiguos emplazamientos de las colonias del mundo grecorromano, salieron a la luz cientos de miles de inscripciones en piedra y metal, y textos escritos en papiro, pergamino y fragmentos de cerámica.
Estos nuevos descubrimientos revolucionaron el estudio de la lengua griega original del Nuevo Testamento. Se descubrió que el Griego del Nuevo Testamento no era ni un “Griego Bíblico” especial, como algunos creían, ni tampoco el griego literario y arcaico que usaron los autores contemporáneos, sino un griego influenciado en gran parte por el Griego vernáculo usado por la gente corriente en sus casas y en otros lugares, el lenguaje común de la vida diaria, la forma hablada del Griego Koiné.
Las consecuencias que este descubrimiento tuvo en la comprensión de la lengua Griega original de la Biblia fueron examinadas por vez primera en detalle por Adolf Deissmann, que más tarde llegó a ser profesor de la Universidad de Heidelberg (y posteriormente también de la Universidad de Berlín), y que comenzó a publicar sus hallazgos en 1895. Otros eruditos, que se dieron cuenta de la importancia del descubrimiento, pronto tomaron parte en examinar los nuevos textos. Nueva luz se arrojó sobre la forma en que muchas palabras griegas se usaban y entendían en el tiempo en que se escribió el Nuevo Testamento.
Una de las palabras cuyo significado fue iluminado por los nuevos textos fue la palabra parousía. Esta nueva luz fue resumida por el Profesor Deissmann en 1908 en su ahora clásica obra Licht vom Osten (Luz del Este). Su consideración de la palabra parousía, que abarca varias páginas, comienza con la siguiente declaración:
Pero hay otra idea central de la antigua adoración Cristiana que recibe luz de los nuevos textos, a saber, parousia [parousía], ‘advenimiento, venida’, una palabra que expresa las más ardientes esperanzas de San Pablo. Podemos decir ahora que la mejor interpretación de la esperanza cristiana primitiva de la parousía es el antiguo texto del advenimiento, ‘He aquí, tu Rey viene a ti’ [Mateo 21:5]. Desde el periodo Tolemaico hasta el siglo II d.C., podemos trazar el uso de esta palabra en Oriente como una expresión técnica para designar la llegada o la visita del Rey o del emperador.
A continuación el profesor Deissmann pasa a dar muchos ejemplos de este uso del término. Con motivo de una de estas visitas reales oficiales, como por ejemplo aquella en la que el emperador Romano hizo una parousía a las provincias del Este, “las calles fueron reparadas, las multitudes se congregaron para rendir homenaje, hubieron procesiones de súbditos vestidos de blanco, toques de trompeta, aclamaciones, discursos, regalos y festejos”. A menudo una nueva era se computaba a partir de la parousía del rey o del emperador, y se acuñaban monedas para conmemorarla. En la visita o parousía del emperador Nerón, por ejemplo, en cuyo reinado Pablo escribió sus cartas a Corinto, las ciudades de Corinto y Patras acuñaron “monedas conmemorativas”. Estas monedas llevan la inscripción Adventus Aug(usti) Cor(inthi), lo cual demuestra
que la palabra latina adventus se usaba como equivalente del término griego parousía en estas ocasiones.
Desde entonces, investigación adicional llevada a cabo por numerosos eruditos, como los Profesores George Milligan, James Hope Moulton y otros, han confirmado las conclusiones de Deissmann, que fue el primero en demostrar este uso técnico de parousía. Este uso explica claramente por qué las primeras versiones del Nuevo testamento tradujeron el término por palabras que significaban “venida” en los pasajes que tratan de la parousía de Jesucristo. Todos los léxicos y diccionarios de Griego actuales señalan a este sentido de la palabra además de su significado principal (“presencia”), y existe un consenso general entre los eruditos modernos en el sentido de que parousía, cuando se usa en el Nuevo Testamento en relación con la segunda venida de Cristo, se usa en el sentido técnico de una visita real.
¿Será la venida de Cristo “la visita de un Rey”? Sin duda que sí. La Biblia presenta repetidamente la parousía de Cristo como una venida “con poder y gran gloria”, en la que él se sentará “sobre su glorioso trono” y vendrá acompañado de “todos sus ángeles” (Mateo 24.30; 25:31). Una fuerte “voz de arcángel”, “un gran sonido de trompeta”, y otras notables señales, contribuyen a la descripción de la parousía de Cristo como una visita real y oficial, percibida por todos y resultando en que “todas las tribus de la tierra se golpeen en lamento” a su vista. De ninguna manera se presenta su venida como una presencia secreta e invisible que pase desapercibida para la mayor parte de la humanidad.—Mateo 24:27, 29–31; 1 Tesalonicenses 4:15, 16; Revelación 1:7.
Es el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento de W. E. Vine, que define el término parousía de la siguiente manera:
PAROUSÍA […] denota tanto una llegada como una consiguiente presencia con. […] Cuando se usa del retorno de Cristo, en el Arrebatamiento de la Iglesia, significa no meramente Su llegada momentánea a por Sus santos, sino su presencia con ellos desde aquel momento hasta Su revelación y manifestación al mundo.
Lo que sí puede sorprender a algunos es saber que Vine fue uno de los más firmes defensores de la doctrina de “rapto secreto” del siglo veinte. Esto, al parecer, provocó que él definiese la palabra parousía de una manera que apoyase sus puntos de vista teológicos. Sin embargo, esto sólo sirvió para ponerle en conflicto con los resultados de la erudición moderna.
Como se ha señalado anteriormente, la idea del “rapto secreto” encontró sus defensores más celosos entre los seguidores de John Nelson Darby, los Hermanos. En 1847, un cisma entre Darby y George Müller, el dirigente de un grupo de Hermanos de Bristol, Inglaterra, provocó la escisión del movimiento en dos grupos: los Hermanos Exclusivos, encabezados por Darby, y los Hermanos Abiertos, que se situaron en el bando de Müller. Aunque Müller mismo rechazó el concepto del “rapto secreto”, el movimiento de los Hermanos Abiertos se aferró a esta idea y continuó predicándola. W.E. Vine, que nació en 1873, estuvo asociado con los Hermanos Abiertos y al parecer lo estuvo desde su juventud. Él fue un gran erudito, y su Diccionario es de un valor incalculable como manual para el estudio del Nuevo Testamento. Su definición de la palabra parousía, sin embargo, fue claramente influenciada por su adherencia a la doctrina del “rapto secreto”, una doctrina que posiblemente fue muy querida por él desde su juventud. Él la defendió en varios libros escritos con un correligionario suyo, C.F. Hogg, tales como The Epistles of Paul and the Apostle to the Thessalonians (1914), Touching the Coming of the Lord (1919), y The Church and the Tribulation (1938). El último de estos libros fue publicado como respuesta al ataque del Reverendo Alexander Reese en contra de la idea del “rapto secreto”, The Approaching Advent of Christ, publicado el año anterior (1937). El conocido exegeta y comentarista Bíblico F.F. Bruce, aunque del mismo trasfondo religioso que el Dr. Vine, hace los siguientes comentarios críticos sobre el uso de Vine y Hogg de la palabra parousía en su sistema escatológico:
Quizás el rasgo más distintivo de Touching the Coming fue su tratamiento de la palabra parousía. Los autores insistieron en el significado principal de ‘presencia’ y entendieron que la palabra en su uso escatológico significaba la presencia de Cristo con su Iglesia arrebatada en el intervalo que precedería a su manifestación en gloria …
Se podría cuestionar si esta interpretación de parousía hace justicia al sentido que la palabra tiene en el Griego Helenístico. Es cierto que los escritores apelan al léxico de Cremer en apoyo de su punto de vista; pero Cremer escribió mucho tiempo antes de que el estudio de los papiros vernaculares revolucionasen nuestro conocimiento del habla común Helenística.
¿Qué muestra el contexto Bíblico?
Cuando una palabra tiene más de un significado, siempre debe considerarse el contexto para determinar como debe entenderse. ¿Indica el contexto de Mateo 24:3 que Pablo usó parousía en su sentido técnico o en su sentido principal?
El hecho de que la llegada o la visita de un Rey o de un emperador fuese uno de los significados técnicos de parousía, no niega ni refuta el hecho de que en las Santas Escrituras tenga el significado de presencia cuando se usa con relación a Cristo Jesús. Para determinar el sentido de la palabra, el contexto Bíblico es más importante que cualquier uso técnico de la palabra en papiros externos.
Estamos de acuerdo en que el contexto Bíblico es más importante en estos casos. La pregunta es: ¿muestra realmente el contexto de Mateo 24:3 que los discípulos preguntaron por una señal que indicaría que Cristo estaba presente, y no por una señal que indicaría que iba a venir? ¿Hay alguna razón para creer que ellos realmente pensaban en la venida de Cristo como una “presencia invisible” que sólo podría reconocerse por medio de una señal visible?.
Los discípulos “no tenían idea alguna de que él [Cristo] gobernaría como espíritu glorioso desde los cielos y por lo tanto no sabían que su segunda presencia sería invisible“. Si los discípulos no sabían que Cristo vendría en el futuro para estar presente invisiblemente, ¿cómo podían preguntarle acerca de una señal de dicha “presencia invisible”? Sólo esto ya probaría que Mateo no pudo haber usado parousía en el sentido de “presencia”. Evidentemente lo que ellos pidieron a Jesús fue una señal que anunciase que su prometida venida o llegada era inminente. Ellos deseaban una señal, no que les informase de algo que ya estaba sucediendo, sino una señal que les diera aviso previo de que el deseado suceso estaba a punto de ocurrir, que de hecho estaba cerca. El lenguaje y las palabras que usaron para expresar su pregunta estarían en armonía con ese deseo.
Que éste es el entendimiento correcto, se demuestra claramente por la forma en que Marcos registró la pregunta de los discípulos. En la versión de Marcos, la pregunta acerca de una “señal” se refiere sólo a la destrucción del templo. Desde luego no sería posible pensar que los discípulos necesitasen alguna “señal” que les convenciese de que el templo había sido destruido o de que su destrucción estaba teniendo lugar. ¡Lo que ellos querían era alguna indicación por adelantado de ese acontecimiento!
La manera en que Jesús respondió a su pregunta confirma plenamente esto. Después de su descripción acerca de algunos acontecimientos futuros, entre los cuales estaba también la destrucción de Jerusalén, él, en los versículos 29 y 30, describió la señal que acompañaría a su futura venida “en las nubes”, y añadió:
Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Asimismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas.—Mateo 24:32-33
Debe notarse que Jesús no dice que cuando ellos vieran las ramas nuevas de la higuera ponerse tiernas y brotar hojas sabrían que “el verano estaba presente“. Dichas señales precederían al verano y probarían que estaba cerca. De forma similar, la señal de la venida del Hijo del hombre probaría que “él estaba cerca, a las puertas“, no presente invisiblemente. La comparación es entre la cercanía del verano y la cercanía de Cristo. Es evidente que Jesús les dijo a sus discípulos que esperasen una señal que precedería a su llegada o “visita real”, no una señal que seguiría a su venida y mostraría que él estaba presente invisiblemente. El contexto de Mateo 24:3, por lo tanto, evidencia claramente que los discípulos preguntaron por la señal de la venida inminente de Cristo, no por una señal de su presencia. El contexto, por lo tanto, apoya fuertemente la conclusión de que Mateo usó la palabra parousía en su sentido técnico, dando a entender la llegada o la visita de un Rey o de un alto dignatario.
Es significativo, además, el hecho de que de los cuatro evangelistas, sólo Mateo usa la palabra parousía, y sólo en el capítulo veinticuatro. Los cuatro versículos que contienen el término (3, 27, 37 y 39) tienen paralelos en Lucas, pero en lugar de parousía Lucas normalmente dice “día” o “días”. Cuando Jesús compara su venida al relámpago, que alumbra inmediatamente todo el cielo desde Oriente hasta Occidente, y añade, según el versículo 27, “así será la venida (parousía) del Hijo del hombre”, Lucas, en el capítulo 17, versículo 24, dice en su lugar: “así será el Hijo del hombre en su día”. Así, las expresiones ‘la parousía de Cristo’ y ‘el día (heméra) de Cristo’ se usan de forma intercambiable para designar el tiempo de la aparición o revelación de Cristo. Esto se deja ver aún más claramente por la comparación que hace Cristo entre su venida y la venida del diluvio en los días de Noé, cuando los hombres “no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”. Inmediatamente después de estas palabras Jesús añadió: “así será la venida [parousía] del Hijo del hombre” (Mateo 24:37, 39). La versión de Lucas añade también la destrucción de Sodoma en los días de Lot y dice: “De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre sea revelado“.—Lucas 17:26-30.
Es evidente que aquí Jesús no está comparando su parousía con los periodos que precedieron al Diluvio y a la destrucción de Sodoma.. Por el contrario, Jesús compara claramente su futura venida con la sorprendente venida del diluvio y con la repentina destrucción de Sodoma. Al igual que aquellos dos eventos, su parousía será un acontecimiento revolucionario, una intervención divina que cambiará inmediatamente la situación para toda la humanidad de una forma sumamente perceptible. La comparación entre Mateo 24:39 y Lucas 17:30 muestra claramente que la parousía se refiere al “día en que el Hijo del hombre sea revelado”. La conexión que se hace en Lucas 17:26 entre los “días de Noé” y “los días del Hijo del hombre”, por lo tanto, simplemente significa que, de la misma manera que en los días de Noé los hombres fueron repentinamente cogidos por sorpresa en mitad de sus ocupaciones diarias, así será también en los días en que el Hijo del hombre sea revelado. Su repentina intervención vendrá de forma totalmente inesperada, sorprendiendo a la gente en la realidad de la situación.
A primera vista se podría concluir que la pregunta “¿Qué será la señal de tu venida (parousía)? de Mateo 24:3, no tiene un paralelo claro en el evangelio de Lucas. La pregunta de los discípulos, como se reproduce en Lucas 21:7, parece referirse sólo a la destrucción del templo: “¿Qué será la señal cuando estas cosas [la destrucción del templo, versículos 5 y 6] estén destinadas a suceder?”. Sin embargo, uno de los manuscritos más importantes del texto primitivo de los evangelios, el Códice D (Códice de Beza Cantabrigense), formula la pregunta de forma diferente, poniéndola en estrecha armonía con la lectura de Mateo 24:3, con una importante diferencia:
Mateo 24:3: “¿Qué será la señal de tu venida [parousía]?”
Lucas 21:7: “¿Qué será la señal de tu venida [eleuseos]?”
Como se ve, la única diferencia es que Lucas, según este manuscrito, no usa parousía, sino éleusis, la palabra Griega que normalmente se usa para “venida”. El Dr. Schoonheim, después de un examen detallado de estos paralelos, concluye incluso que “Lucas 21:7, según D, presenta una tradición más original”, pues es una traducción de la palabra Siriaca y Aramea me’thitha’ (“venida”).
El contexto Bíblico, pues, no da ningún apoyo a la afirmación de que parousía tiene que traducirse como “presencia” en el capítulo veinticuatro de Mateo. El hecho de que los discípulos no imaginaban la venida de Cristo como una “presencia invisible”, la manera en que Jesús respondió a su pregunta, y los textos paralelos en el Evangelio de Lucas, demuestran que esta traducción es insostenible. En Lucas, se habla de la parousía de Cristo como el “día” de Cristo o como “el día en que el Hijo del hombre sea revelado”. Y, como muestra el Códice D, la palabra parousía también es intercambiable por el sustantivo normalmente usado en Griego para “venida”, éleusis. Paralelos similares se pueden hallar en otros textos que tratan de la parousía de Cristo en los que se emplean términos relativos a la manifestación o revelación de Cristo. Así, el apóstol Juan, en
1 Juan 2:28, exhorta a los Cristianos a “permanecer en él, para que cuando se manifieste [Griego: phaneróo] tengamos confianza, para que en su venida [Griego: parousía] no nos avergoncemos delante de él”. Aquí Juan establece claramente un paralelo entre la parousía de Cristo y el día de su aparición o manifestación. De forma similar, el apóstol Pablo ora a favor de los Cristianos de Tesalónica para que sus corazones estén firmes, “irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida [Griego: parousía] de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3:13). De esta venida del Señor con todos sus santos o ángeles se habla también en Judas 14 y en Mateo 16:27, 28, pero en lugar de parousía, Judas y Mateo usan formas del verbo érchomai, el verbo que con más frecuencia se usa en griego para “venir”, un verbo emparentado con el sustantivo éleusis. Los tres versículos se refieren a una misma ocasión, a la venida del Señor con todos sus santos para ejecutar juicio, y traducir parousía por “presencia” en 1 Tesalonicenses 3:13, como hacen algunos es ignorar esta interrelación con otros pasajes paralelos.
En las parábolas de Jesús en las que él enfatiza la necesidad de que sus siervos estén alerta y vigilantes, podemos notar que él presenta su juicio como algo que sigue al regreso del amo a su casa. Lo que él describe en esas parábolas es la venida o llegada del amo, no una “presencia invisible”. No dice que el amo entre desapercibido en el área e invisiblemente proceda a emitir juicio sobre lo que están haciendo sus siervos, dejándoselo saber después a ellos. Por el contrario, el regreso del amo, aunque inesperado, es rápidamente evidente para todos sus siervos, fieles e infieles, manifiesto desde el principio, y su juicio no se lleva a cabo desde algún lugar oculto e invisible, sino de la manera más abierta.—Compárese con Mateo 24:45-51; 25:14-30; Marcos 13:32-37; Lucas 12:35-48; 19:12-27.
La evidencia, pues, tanto de las traducciones más antiguas, como de traducciones y léxicos del Griego modernos, y particularmente del contexto y de pasajes relacionados, testifica que el uso de parousía en Mateo 24:3 no puede referirse a una “presencia invisible” de una “venida en dos etapas”, sino que se refiere a la futura llegada y aparición de Cristo para ejecutar juicio como Rey, “con poder y gran gloria”, y acompañado de sus santos ángeles.
El especular de manera insistente, obsesiva y permanentemente, acerca del tiempo de la segunda Venida de Yashua (Jesus) no es más que una Blasfemia, porque el que así especula está tratando de hurtarle a Dios Secretos que solo Le pertenecen a Él, el mismo Jesús había dicho claramente que nadie sabía el día, ni la hora cuando se produciría, ni siquiera El mismo, sino solo El Padre. Mateo 24:36, no podemos estar buscando conocimientos que no poseía ni El propio Yashua (Jesus) Ha Mashiaj. Nuestro deber es prepararnos y esperar. El día y la hora de tal acontecimiento, pertenece saberlo solo a YAHWEH.