Indice de contenidos
No es de nuestro interés ofender las creencias de nadie, sino mostrar lo que dicen Las Escrituras con la mejor claridad y veracidad que tengamos a nuestro alcance para que los creyentes sepan discernir con certeza el camino correcto (Juan 8:32)
Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Lucas 2:4-6
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos… Mateo 2:1
Ninguno de los eventos que los evangelios mencionan que ocurrieron con el nacimiento del Mashiaj (Jesucristo) son posibles en el mes que nosotros llamamos diciembre.
Sencillamente en esa época del año en Judea ni los caminos eran transitables, ni los pastores con sus ganados podían pernoctar a la intemperie, ni las estrellas eran visibles, pues el cielo permanecía nublado y el clima estaba helado y lluvioso.
En tiempos de Jesucristo, en Judea había dos épocas muy marcadas: la seca y la lluviosa.
Es solo durante la estación seca -del mes de marzo a octubre-, que era posible todo lo que leemos que aconteció al nacer Jesucristo: el censo del emperador, el viaje de María y José a Belén, la travesía de los magos o sabios desde tierras orientales, el avistamiento de la estrella que los guiaba y los pastores que dormían a la intemperie vigilando sus rebaños.
En cambio durante la estación lluviosa -de noviembre a febrero-, las actividades al aire libre se reducían al mínimo debido a las copiosas y frías precipitaciones pluviales, que en los lugares altos como Hebrón, Belén y Jerusalén, traían como consecuencia la caída de nieve.
Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado…e iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Lucas 2:1-3
Los romanos estaban plenamente conscientes que estar asentados en la tierra de Palestina -como ellos le llamaban- era como estar sobre un polvorín en el que a la menor chispa se provocaba un estallido. Precisamente uno de esos estallidos culminó en la catastrófica destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C.
Por tanto, al emperador romano jamás se le hubiese dejado cometer el error de provocar una revuelta por imponer la ejecución de un censo en la peor época del año para hacerlo: la estación lluviosa, en la que los caminos ya de por sí peligrosos, en esas fechas, debido a la lluvia y en días específicos a la nieve (Job 37:6 / Salmos 147:16-17), se vuelven intransitables, pues si bien las nevadas en los sitios altos como Jerusalén no duraban más que unos días, durante toda la temporada lluviosa los caminos estaban húmedos y resbalosos.
Fue debido a este factor que Dios, en su infinita sabiduría, había determinado que las tres peregrinaciones anuales a Jerusalén ocurrieran precisamente en la época seca, la mejor del año para viajar, que, como ya dijimos, iba de los meses de marzo a octubre (Deuteronomio 16:16).
Los conquistadores romanos -expertos en logística como eran-, con toda certeza aprovecharon estos grandes desplazamientos de gente -las peregrinaciones anuales- para censar al pueblo. Así que lo más probable es que el Señor Jesucristo haya nacido durante alguna de las tres fiestas: Pesaj, Shavuot o Sucot (Pascua, Pentecostés o Tabernáculos.)
Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Lucas 2:8
En cuanto a los pastores, que acorde al texto pernoctaban a la intemperie vigilando sus rebaños, debemos decir que la temperatura en Belén normalmente ofrece heladas durante los meses de diciembre, enero y febrero de entre 1 y 3 grados Celsius bajo cero. En los dos primeros meses caen las precipitaciones pluviales más altas del año: las frías Lluvias Torrenciales (Esdras 10:9).
Así que en tiempo de diciembre más bien reina en Belén y sus alrededores la helada, lo que hace imposible que los ganados -y sus pastores- pernocten a la intemperie. Más bien -según escritos de la época-, los rebaños salían al campo en el mes de marzo y eran recogidos a principios de noviembre.
En definitiva, debido a la lluvia torrencial, alrededor de la época en la que en el mundo occidental se celebran las Navidades, en Israel los rebaños permanecían en los establos, y con ellos también los pastores.
En síntesis, diciembre era el momento álgido de la estación lluviosa en Israel, por lo que ni el viaje de María -estando a días de dar a luz- hubiera sido posible; ni tampoco el censo en todo el imperio; ni habría multitud de viajeros que atestaran aquel mesón; ni pastores pernoctando a la intemperie con sus rebaños; ni magos viajando; ni estrella visible entre el cielo oscuro y nuboso.
Entonces, ¿Cuándo nació Jesucristo?
La fecha más idónea para el nacimiento del Hijo de Dios es Sucot o Tabernáculos, pues así como la fiesta de Pesaj o Pascua es una alegoría al sacrificio de nuestro Mesías y la de la Gavilla Mecida a su resurrección, asimismo la fiesta de Tabernáculos es una majestuosa alegoría al cumplimiento de la Promesa hecha por Dios, según la cual el verbo divino mismo vendría a habitar entre los hombres en un tabernáculo (cuerpo) humano.
La elección del 25 de diciembre, como fecha del nacimiento de Jesús, tiene su fundamento en las fiestas paganas que se celebraban en Roma al final del año, fiestas marcadas por el Solsticio de invierno. Tales fiestas estaban conformadas por celebraciones como la Saturnalia, y consistían básicamente en orgías en las que la gente comía y se embriagaba en honor a Saturno y al dios solar. Acorde a la antigua religión romana, el nacimiento del sol ocurría el 25 de diciembre, fecha del Solsticio de invierno según el calendario juliano. Durante estas fiestas de fin de año se interrumpía el comercio y el trabajo de los hombres libres para dar paso a las celebraciones.
La Saturnalia se celebraba del 19 al 25 de diciembre. Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos entre amigos y familiares. Como ya lo dijimos, el último día de la celebración -25 de diciembre- coincidía con la celebración del Natalis Invicti o nacimiento del dios sol.
Cuando Constantino convirtió al cristianismo en religión oficial de Roma (Año 313 d.C.), a fin de mantener la paz (pues los sacerdotes de aquellas religiones paganas no solo eran ricos sino también poderosos; y más que tenerlos como enemigos el emperador deseaba tenerlos como aliados), se inició una lenta transición en la que tales fiestas paganas comenzaron a incorporarse a la nueva religión del Estado. Así los sacerdotes de la antigua religión continuaron en sus templos, cambiando solamente los nombres de las fiestas y de sus dioses.
De esa forma fue que el papa Julio I, en el año 350 d.C. oficializó el 25 de diciembre -anteriormente celebrado en Roma como el nacimiento del sol- como la fecha del nacimiento de Jesús. Todos los ancestrales ritos del vasto territorio imperial concernientes al Solsticio de invierno -encender luces, adornar pinos, intercambiar regalos entre amigos y familiares, embriagarse, etc. Fueron incorporándose a la nueva celebración a la que se denominó «Nativitas» o «Natividad», que con el paso de los siglos se contrajo a «Navidad».